Todos deseamos ser trabajadores exitosos, cumplir las metas y sueños profesionales, pero, también, ser hijos, hermanos, amigos, pareja, padres y, además, tener tiempo para dormir y hacer actividades que nos gustan.
Tener ese balance entre vida laboral y personal es de los principales retos que todo adulto en edad laboral enfrenta, y es difícil que la balanza no se incline hacia alguno de esos lados.
Desgraciadamente, las exigencias laborales suelen tener más peso del que deberían, y con el aumento del teletrabajo y de personas desarrollando emprendimientos, se ha complicado más.
Patricia Debeljuh lo sabe. Ella es investigadora de la Escuela de Administración y Negocios de la Universidad Austral, en Argentina, donde precisamente dirige el Centro Conciliación Familia y Empresa (CONFyE).
Desde allí, asumió la misión de hacer ver a las empresas, trabajadores y tomadores de decisión la necesidad de que las personas puedan tener un correcto balance y satisfacer sus necesidades en ambos campos. De esta forma, habrá mejores resultados para los individuos y para los negocios.
“Es un desafío que alcanza tanto a hombres como a mujeres, personas de cualquier edad, con diversas dinámicas familiares”, manifestó la especialista en entrevista con La Nación.
En definitiva, el trabajo y la familia son los dos ámbitos de desarrollo humano donde más tiempo se está.
“Estos dos mundos se han visto en conflicto porque compiten en el tiempo, en recursos emocionales y en energías, pero eso no podemos verlo como conflicto, estos dos mundos están llamados a enriquecerse el uno al otro”, destacó.
Ella no es la única voz que reclama este balance, pues numerosas publicaciones científicas lo hacen.
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Las etapas más difíciles
No toda etapa de la vida es igual. Hay momentos en los que conciliar es más difícil, especialmente porque hay mayor demanda desde el punto de vista familiar que en ocasiones riñe con períodos de altísimo nivel y estrés laboral.
Una de estas etapas es cuando se tienen niños pequeños, la otra, cuando sé es cuidador o se tienen familiares adultos mayores y con muchas enfermedades o personas con enfermedad terminal en el núcleo más próximo.
“Un matrimonio sin hijos probablemente tiene más facilidades para adaptarse que cuando hay niños pequeños. El embarazo, la lactancia, complica”, expresó.
Esto también se ve en los padres que, aunque no se embarazan ni tienen lactancia, sí deben lidiar con despertarse para cuidar y acompañar.
Las ventajas de un niño es que poco a poco va ganando autonomía; así habrá más tiempo cuando comience el preescolar. Sin embargo, en el caso de un adulto mayor o con enfermedades graves, cada vez va a depender más y no se sabe por cuánto tiempo.
“El desafío es diario, pero también dinámico. No depende solo de uno, sino de los cambios imprevistos en la familia o en el trabajo”, destacó.
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Acomodar el tiempo... y las culpas
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Para la experta, un buen acomodo del tiempo es vital, siempre respetando espacios para dormir y para estar con nosotros mismos. Tener un orden y horarios ayuda a programarse mejor, así como tener claras las prioridades en ambos ámbitos.
Sin embargo, destacó que más allá de eso, también es importante trabajar en la culpa, algo que es tradicionalmente más común (aunque no exclusivo) en las mujeres.
“Si no llegamos a todo lo que nos proponemos está la culpa de no ser la mejor madre, la mejor profesional, de equivocarnos. No debemos sentir culpa, debemos ser conscientes de que la naturaleza humana es limitada, cometemos errores, la vida siempre nos da chance de rectificar”, manifestó.
Empresas deben pensar en familias
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Uno de los aspectos en los que Debeljuh más trabaja es que las organizaciones y empresas entiendan la importancia de que sus trabajadores tengan ese tiempo personal y de descanso y de que cada familia también tiene sus composiciones y requerimientos, por lo que no deben extenderse las jornadas innecesariamente.
“Es un error pensar que la persona soltera o sin hijos no tiene familia. Todos tienen familia, la que hayan querido tener o la vida les haya dado. Y las empresas deben respetar lo que surge cuando nos hacemos cargo de esos seres queridos”, enfatizó.
Ella lanzó el tema de la responsabilidad familiar corporativa.
“La primera motivación por la cual la gente sale a trabajar son los seres queridos. A esa persona la esperan esos seres queridos, da igual si son hijos, marido, amigos, papá o mamá. Son sus afectos”, aclaró.
El planteamiento a los directivos es que si al final del día vuelven a la casa para recuperar fuerzas, es responsabilidad de las empresas cómo le “devuelven” ese trabajador a su familia.
“La familia lo prestó ocho, nueve horas y vuelven a casa a seguir trabajando en sus vidas. Es normal volver cansado, pero no es lo mismo volver enojados, frustrados, preocupados. Los niños pequeños tienen mucha demanda y no logran entender cuando hay algo malo en el trabajo”, expresó.
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Teletrabajo y sus bemoles
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La pandemia motivó el teletrabajo, en el cual las líneas entre lo laboral y lo personal en muchas ocasiones comenzaron a desdibujarse. La investigadora estudia el tema desde 2009, advirtió que ni todos los trabajos son para hacerse desde casa, ni todas las personas están “diseñadas” para eso ni todas las familias son adecuadas para ello.
“Esto lo hemos vivido de forma intensiva desde 2020 y no todos estábamos preparados”, apuntó.
En cuanto a labores, quienes trabajan en ciencias de la salud, o en bancos o vendedores requieren estar en el lugar. En cuanto a personas, hay quienes necesitan espacios físicos diferentes o no tienen la disciplina, o sienten que tienen más distractores.
Tampoco es para cualquier tipo de familia. No todas las viviendas tienen espacios físicos destinados al trabajo y esto es necesario para un teletrabajo sano.
“Debemos tener fronteras también para que el ámbito familiar no invada. Si tenés una criaturita de dos años, este no va a entender que estás trabajando y va a querer que estés con él. Es preferible no estar en casa, no podremos cuidarlo bien y tampoco vamos a trabajar bien. Si hacés home office es mejor que alguien también te cuide al bebé, si no vas a hacer poco productivo y el nene va a estar mal cuidado”, enfatizó.
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Los retos de emprender
Finalmente, habló de los retos que tienen quienes tienen un emprendimiento y son sus propios jefes.
“La ventaja es que permite manejar mejor los tiempos y la carga de trabajo, pero también se pone tanta pasión y compromiso que la carga de trabajo puede ser mayor que la que te da un jefe, y también es una realidad que el emprendimiento a veces exige trabajar 24 horas sobre 24 horas”, afirmó.
Es muy necesario, dijo, tener equilibrio para que no solo no le pase factura al tiempo y a la familia, también a la salud.
En este caso, la planificación es vital. Es normal que haya imprevistos, pero sí es necesario destinar una cantidad de horas al emprendimiento, a descansar, a la familia y a algún pasatiempo.
Es normal que haya momentos en los que dicha labor profesional tome más tiempo o más horas, pero deben reponerse.
“Recuperar esas horas es necesario para que el emprendimiento, o cualquier otro tipo de trabajo, no consuman. Para eso están los fines de semana, y las vacaciones, es necesario también tomar distancia del trabajo para poder descansar”, concluyó.
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Talleres en Costa Rica
Usted puede escuchar a la especialista en Costa Rica, donde dará varias charlas y talleres. Uno de ellos es “Armonía y equilibrio en la pareja, en la familia y en el trabajo”, el martes 14 de febrero, a las 7 p.m., en Virtus, San Pedro. La entrada tiene un precio de ¢15.000 por persona o ¢25.000 por pareja.
Allí mismo se presentará “Ambición profesional y vida familiar, ¿puedo soñar con todo?”, el 15 de febrero, a las 7 p.m. El valor de la entrada es de ¢15.000 y ¢7.500 para estudiantes.
Para participar en ambas conferencias es necesario inscribirse a través de la página https://www.virtuscr.org/inscripcion o al WhatsApp 7085-6436.
También hay actividades para empresarios e industrias. El 16 de febrero dará “Empleados felices = empresas productivas”. Son dos sesiones, a las 3 p.m. y a las 6 p.m., en el Country Club. Para esta última actividad, el valor de la entrada es de ¢58.000 por persona. Para comprarla, puede hacerse por SINPE Móvil al 7265-0894, a nombre de Asociación para el Desarrollo.