Es una moda que ha ganado adeptas en los últimos diez años: consumir porciones de la placenta durante los días posteriores al parto para supuestamente tener más nutrientes y lograr una mejor conexión con el bebé.
La forma más común de esta corriente es tomar los tejidos, secarlos, molerlos y ponerlos en cápsulas que la mujer ingiere a diario junto con un vaso con agua, pero también hay reportes internacionales de personas que la consumen en batidos, cocinada o incluso cruda.
La placenta es un órgano temporal que se desarrolla en el útero desde el inicio del embarazo. Durante la gestación proporciona oxígeno y nutrientes al feto y elimina los productos de desecho de la sangre del bebé en formación.
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Quienes defienden el consumo de este órgano señalan que la placentofagia (nombre con el que es conocida esta práctica) es muy común en otros mamíferos y, por lo tanto, debería ser replicada por los seres humanos.
Además afirman que reduce el riesgo de depresión posparto, aumenta el apego entre la madre y su hijo, estimula la producción de leche y evita deficiencias de nutrientes como el hierro.
Sin embargo, no existe evidencia científica de todo ello. La Nación revisó cuatro estudios que buscaban determinar las bondades del consumo de placenta en cualquiera de sus formas y encontró que, aunque no representa un daño para la mujer, tampoco tiene las bondades que se le atribuyen.
Los daños potenciales, en cambio, sí podrían llegar al bebé. En setiembre del 2016, el Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) reportó el caso de un niño de menos de una semana de nacido en el estado de Oregon que presentó una infección con la bacteria Streptococcus agalactiae, luego de que su madre consumiera cápsulas de su placenta durante cinco días.
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Esta infección usualmente es combatida por el cuerpo. Pero en el caso de niños pequeños o adultos mayores, sí puede ser causa de gravedad. En el caso del menor reportado por el CDC, la bacteria ingresó a sus pulmones y le causó neumonía que lo mantuvo hospitalizado.
¿A qué se debe? De acuerdo con el CDC una posibilidad es que la elaboración de estas cápsulas no se realizara bajo parámetros mínimos de esterilización de instrumentos o manipulación adecuada para evitar la infección con algún microorganismo.
Esto aumenta la posibilidad de que la mujer consuma su placenta ya contaminada y dicha contaminación le llegue a su bebé por medio de la lactancia.
¿Suplementos de hierro 'naturales'?
Las personas que consumen placenta también aseguran que lo hacen porque este órgano brinda los nutrientes necesarios. Uno de ellos: el hierro.
Durante el embarazo, el feto requiere gran cantidad de este mineral y por ello muchos médicos recetan pastillas que lo contengan. Algunas pacientes se inclinan por las cápsulas de placenta al considerarlas más "naturales".
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No obstante, una investigación publicada en el 2016 en la revista The Journal of Midwifery & Women's Health, señaló que no hay diferencia en la cantidad de hierro si se compara a las mujeres que consumían cápsulas de placenta versus quienes consumieron un placebo con cápsulas de carne de res.
Para llegar a estas conclusiones, Laura Grider, Daniel Benyshek y Sharon Young, de la Universidad de Nevada en Las Vegas, Estados Unidos, reclutaron a mujeres saludables, mayores de 18 años ,en su tercer trimestre de gestación, y que de previo habían decidido consumir su placenta.
El embarazo debía ser de bajo riesgo y las participantes no podían ser fumadoras ni haber bebido licor desde el inicio de la gestación.
A la convocatoria acudieron 23 embarazadas que cumplían los requisitos. Ellas se entrevistaron con los investigadores en cuatro ocasiones: a las 36 semanas de embarazo, en las primeras 96 horas después del parto, entre cinco y siete días después del parto y cuando el bebé tenía entre tres y cuatro semanas de nacido.
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En todos esos momentos se les hicieron exámenes de sangre para ver sus niveles de nutrientes.
Todas ellas entregaron sus placentas y se hicieron cápsulas en las 12 horas posteriores al parto. Luego se les dividió en dos grupos: uno recibió las cápsulas de placenta y otro un placebo que consistía en carne de res deshidratada. Las pacientes desconocían en qué grupo estaban.
A las participantes se les indicó tomar dos cápsulas de 550 mg tres veces al día los primeros cuatro días, luego ingerir dos cápsulas dos veces en 24 horas, entre los días 5 y 12 y, finalmente, dos cápsulas una vez al día entre los días 13 y 20.
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Los investigadores vieron que, aunque las cápsulas de placenta sí tenían mayores niveles de hierro que las de carne, la ingesta de la placenta no marcó una diferencia significativa en las madres después del parto.
"Esta práctica cada vez más común no parece aumentar significativamente los niveles de hierro", enfatizó Benyshek en un comunicado de prensa difundido tras la publicación del estudio.
Otros nutrientes y hormonas
Otra de las bondades que se le atribuyen al consumo de placenta es que supuestamente estimula la lactancia materna, pues facilitaría su producción y mejoraría la calidad de la leche.
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"Las cápsulas estimulan la liberación de prolactina, hormona responsable de la producción de leche", afirmó en el 2015 a la agencia AFP Claudia Booker, una partera que ofrecía el servicio de crear cápsulas de placenta por $270 (unos ¢155.000).
Estas declaraciones las dio mientras preparaba la placenta de una de sus clientas en el fregadero de su cocina en Washington.
Empero, otro de los estudios analizados, elaborado por el Departamento de Ginecología y Obstetricia de la Universidad de Viena, en Austria, mostró lo contrario. El reporte indicó que ninguna hormona o nutriente de la placenta se retiene en cantidades suficientes luego de ser encapsulada para que se considere potencialmente beneficiosa para el posparto.
Dicho documento, publicado en agosto del 2017 en la revista American Journal of Obstetrics & Gynecology, subraya que el ningún médico debería recomendar esta práctica ante la falta de evidencia que lo apruebe.
Neurocientíficos de la Universidad de Búfalo en Nueva York son de la misma opinión. Ellos publicaron, en el 2012, en la revista Ecology of Food and Nutrition, que se necesitan muchos estudios para determinar si hay evidencia suficiente.
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"En mamíferos no humanos sí se tiene probado que la ingesta de la placenta –y en muchos casos de líquido amniótico- tiene efectos positivos sobre la salud de la madre, del bebé y de la conexión sentimental entre ambos. Pero el ser humano tiene características muy diferentes a las de otros mamíferos, por lo que, sin estudios previos, no puede determinarse cuán recomendable es esta práctica", aclaró el documento, firmado por el especialista en neurociencias Mark Kristal.
Depresión posparto
Otra de las bondades que se asocian con la placentofagia es que disminuiría el riesgo de depresión posparto.
Para comprobar si eso era así, Grider, Benishek y Young analizaron los datos que recolectaron durante el estudio con 23 mujeres y vieron si hubo diferencias entre quienes tomaron las cápsulas de placenta versus quienes consumieron el placebo.
Primero se revisaron los cuestionarios que se les hicieron a las mujeres en diferentes momentos luego del nacimiento para ver los síntomas de depresión posparto (llanto, fatiga, tristeza, falta de conexión con el bebé). Allí, observaron que no había diferencias entre ambos grupos.
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Eso sí, cuando revisaron los niveles de hormonas en sangre, encontraron una leve mayoría de cantidad de hormonas como oxitocina (la llamada "hormona de la felicidad") en las mujeres que consumieron placenta. Estos resultados fueron publicados en noviembre pasado en la revista Women and Birth.
"Necesitamos estudiar el tema con más pacientes para ver hasta qué punto estos niveles mayores de hormonas puedan tener un impacto importante", dijo Benyshek al presentar este último reporte.
En Costa Rica no hay registros
Al ser consultados por La Nación sobre este tema, ni las autoridades del Colegio de Médicos y Cirujanos, ni de la Asociación Costarricense de Ginecología y Obstetricia dijeron tener datos del consumo de placentas en Costa Rica.
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El Ministerio de Salud explicó también que no hay permisos para utilizar este tipo de suplementos placentarios.
"Hasta el momento no hay ningún producto de este tipo presentado y mucho menos registrado, ni como suplemento a la dieta, ni como producto natural, ni como medicamento ante esta Dirección", indicó la Unidad de Registros del Ministerio de Salud.
"Debido a que no contamos con ninguna solicitud que obligatoriamente tendría que incluir todo el respaldo científico para un uso como el que consultan, no podemos adelantar criterio sobre su utilidad en depresión posparto ni en ningún otro tema", añadió el comunicado enviado a solicitud de este diario.
¿Cómo cuidarse entonces después del embarazo? Los especialistas insisten en que la mujer debe seguir al pie de la letra las indicaciones médicas específicas para su caso (que se dan una vez concluido el parto).
Asimismo, tiene que mantener una alimentación saludable, no fumar, no ingerir licor y consumir suplementos vitamínicos, si el médico lo considera necesario.
Aunque no todas las mujeres presentan depresión posparto, el tener un círculo de apoyo es vital para salir adelante y, en algunos casos, lo mejor será acudir a un especialista en psicología que le brinde un abordaje profesional.