Los frijoles son parte de la dieta tradicional del costarricense desde épocas precolombinas. Y en ellos podría encerrarse una de las claves para la longevidad y una vejez más saludable. Un estudio realizado en 2.740 costarricenses mayores de 60 años identificó que quienes consumen más frijoles tienen una “protección” que hace que su mortalidad a corto y mediano plazo sea menor.
Estos datos parten del Estudio de Longevidad y Envejecimiento Saludable de Costa Rica (CRELES, por sus siglas en inglés), la misma investigación que determinó que cinco cantones de la península de Nicoya eran Zona Azul de alta longevidad. Los resultados fueron publicados en la revista The American Journal of Clinical Nutrition.
“El consumo de frijoles estuvo asociado con menor tasa de mortalidad, tanto en hombres como en mujeres“, manifestó Edward Ruiz Narváez, costarricense quien es investigador de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Michigan y coordinador de esta publicación.
La publicación indica que estos datos son importantes dado el cambio demográfico que vive Costa Rica, ya que para 2030 se espera que uno de cada cinco costarricenses tenga 60 años o más.
“Estos resultados podrían tener implicaciones importantes para la salud pública, dada la transición nutricional y la reducción en la ingesta de dietas tradicionales en los países de América Latina”, cita el estudio.
Ruiz complementó: “Sí se ha visto en otras poblaciones una transición nutricional de comidas más procesadas, con más sodio, menos alimentación tradicional o natural, mayor sedentarismo. Con esto vienen más enfermedades”.
¿Cómo se descubrió esa protección de los frijoles?
Antes de entrar de forma detallada en la metodología, debe precisarse que, aunque el estudio CRELES fue el que dio los datos de la Zona Azul nicoyana, este se realizó en todo el país. Los investigadores visitaron las casas de miles de personas mayores de 60 años de las siete provincias y les dieron seguimiento durante 15 años.
Los datos tomados para este artículo tomaron en cuenta 2.740 participantes de todo el territorio nacional. A ellos se les hicieron tres entrevistas entre 2004 y 2010. En dichas entrevistas se les preguntaba, entre otras cosas, sobre sus hábitos de alimentación. Posteriormente se les dio seguimiento hasta 2019.
Ahí, los investigadores encontraron un patrón de dieta al que denominaron “patrón tradicional costarricense”, que incluía al arroz y los frijoles como protagonistas, pero también tenía otros componentes, como el maíz y el pollo.
“Vimos patrones porque los seres humanos comemos por patrones. Si yo le digo ‘en la tarde me comí una hamburguesa’, muy probablemente usted vaya a pensar que yo la acompañé de papas fritas y de un refresco gaseoso o azucarado. Porque así es, comemos por patrones”.
Al cabo del tiempo de seguimiento murieron 1.667 participantes. Las muertes eran notificadas cuando volvían a la casa del participante para una entrevista de seguimiento y sus familiares les informaban del deceso, o porque ya aparecía como fallecido en la base de datos del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE).
Después, los investigadores se pusieron a ver si había alguna relación entre la dieta tradicional y la mortalidad durante el periodo de estudio. Luego, separaron por alimentos individuales.
El patrón de dieta tradicional sí vio beneficios. El quintil de personas que más se apegaba a esta dieta tenía un 18% menos de riesgo de mortalidad durante el tiempo del estudio que el quintil que menos la comía.
Pero el beneficio fue mayor cuando se observó al frijol como alimento individual. Si se dividiera al grupo en tres según su consumo: alto, medio y bajo (o nulo). Los de consumo alto presentaron un 21% menos de riesgo de mortalidad que los del grupo de bajo consumo. Los del grupo de ingesta media también se vieron beneficiados, pues su riesgo de morir fue un 15% menor que en el grupo que menos comía.
Al separarse por hombres y mujeres, los hombres del tercio más alto mantuvieron ese 21% de protección, en las mujeres subió a 23%.
Ruiz aclaró que esto se hizo ajustando otros factores de riesgo que podían influir, como la edad de la persona, sus enfermedades crónicas y estado de salud general, su nivel de actividad física y si eran fumadores o no, por lo que el beneficio se le puede atribuir a esta parte de la alimentación.
Los frijoles y su importancia
¿Por qué los frijoles resultan de tanta importancia para proteger de una muerte en cierto lapso? Ruiz lo atribuyó a las bondades de este alimento.
“Los frijoles tienen altos niveles de proteínas, fibra y nutrientes que ayudan a la salud”, puntualizó.
Dentro de los nutrientes están las proteínas, la fibra, minerales como el hierro, zinc y magnesio y antioxidantes.
Otros estudios han mostrado protección a largo plazo, pero este es el primero en mostrar la reducción de mortalidad.
Los frijoles y la población joven
Aunque la población adulta mayor sí tiene incorporados los frijoles en su dieta, eso no necesariamente es así en la población joven.
El Instituto Costarricense de Investigación y Enseñanza en Nutrición y Salud (Inciensa) ha realizado varios estudios sobre la alimentación en los adolescentes costarricenses en la que exploran diferentes comidas. Uno de los alimentos analizados son los frijoles. Se ha visto un descenso en el consumo de este producto.
Por ejemplo, un estudio publicado en 2020 en The Journal of Nutrition exploró los patrones de dieta de los adolescentes ticos en tres encuestas: 1996, 2007 y 2017. La ingesta entre la primera y la tercera encuesta había bajado en 41,4 gramos diarios de frijoles cocinados, al pasar de 83,1 gramos a 41,7 gramos.
Es necesario aclarar que esto se trata de frijoles cocinados y no crudos, el peso del frijol al cocinarse puede ser hasta 2,5 veces mayor. Por ejemplo, 21 gramos equivalen a dos cucharadas, por lo que en 1996 los adolescentes comían unas siete cucharadas y en 2017 no se llega a las cuatro.
Un estudio posterior, publicado en Frontiers in Public Health en agosto de 2021 en la revista , vio que las mujeres adolescentes ingerían menos que los hombres de su edad, y podían llegar incluso a 25,6 gramos diarios en promedio.
Para Marcela Dumani Echandi, investigadora y profesora de la Universidad de Costa Rica (UCR) y quien no participó de los estudios del Inciensa, el problema no es tanto con los adolescentes que en su mayoría viven con sus padres, sino con los adultos jóvenes que, al independizarse, van creando nuevos hábitos de vida y pueden perder rasgos de la alimentación que tenían cuando vivían con sus familias.
“Es con los adultos jóvenes que debe hacerse conciencia de la importancia de estos alimentos tradicionales”, enfatizó.
Los frijoles ayudan, pero no lo son todo
Ruiz subrayó que, aunque los frijoles sí tienen múltiples beneficios y ayudan a una vida más larga y saludable, no son el único componente que debe tomarse en cuenta.
“El consumo de frijoles es saludable. Pero somos lo que comemos, debemos tener un patrón de dieta con un estilo de vida que hemos abandonado, y que incluye la actividad física y compartir con familiares, compartir con amigos”, destacó.
“Nunca es tarde para cambiar si uno tiene un patrón de dieta no muy saludable. Lo aconsejable es entre más joven, mejor, pero nunca es tarde. Un estudio en Inglaterra vio que cambios en el estilo de vida de adultos mayores sí mejoraron su salud y calidad de vida”, concluyó.