Tiene diferentes formas: golpes, burlas, humillaciones, negar la participación en actividades sociales, y las consecuencias para la salud mental y emocional también son muy distintas: llanto, inseguridad, debilidad, ansiedad, dificultad para disfrutar.
Estas son las cicatrices del bullying, algo tan común en Costa Rica, que un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) coloca al país en un tercer lugar dentro de América Latina.
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Según este documento, la primera posición la ocupa República Dominicana, donde el 30,1% de los estudiantes dijo estar sufriendo las consecuencias del bullying. Le sigue Colombia, con un 22,1%. Costa Rica y México están empatados en un tercer puesto, con 20,8%.
En nuestro país, datos más específicos, indican que el 11,8% de las personas reciben burlas de sus compañeros y el 2,7% ha sido víctima de violencia física.
El documento de la OCDE también le otorga un segundo lugar a Costa Rica, esta vez entre las naciones que se perciben como que no hacen nada o que no hacen lo suficiente para mitigar la situación.
Más allá del 'choteo'
"La palabra es bullying. No hay traducción directa al español. No es matonismo, porque el matonismo es solo una de las características. Son muchos verbos que componen esta palabra, e incluyen el amedrentar, hacer a un lado, humillar, burlarse, ejercer control", aclaró la psicóloga Ingrid Naranjo, especialista en el tema y vocera del Colegio de Psicólogos.
¿Por qué los ticos 'respiramos' bullying con tanta intensidad? De acuerdo con Naranjo, no se trata tanto de un tema cultural, porque hay naciones en donde el "choteo" (burla o mofa) no es tan común como en Costa Rica, pero también hay bullying muy alto, como Hong Kong, Latvia o Nueva Zelanda.
"En todos los países del mundo hay personas que usan la violencia o el amedrentar a otros. No todos tienen las mismas razones. Una vez entrevistamos a un chico de 14 años que sabía que como él era gordo, se podían burlar de su contextura, y su forma de evitarlo fue comenzar a señalar y 'vacilar' a las otras personas gordas del colegio, aunque él fuera más gordo que ellos. Hacer esto le evitó que lo molestaran. Él nos lo dijo claramente, 'o me burlaba yo o se iban a burlar de mí'", comentó Naranjo.
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¿Qué sí es bullying y qué no lo es?
De acuerdo con los especialistas, uno de los principales problemas que se dan para entender el problema en su totalidad, es que la palabra bullying se ha desvirtuado, pues en el ámbito social se utiliza en cualquier contexto y hasta como broma.
"Es muy normal estar en una fiesta y oír entre amigos decir 'es que me estás haciendo bullying, o, una palabra que he escuchado solo en Costa Rica que es burling, como hablando de burlarse. Tenemos que tener claro que no, y hablarlo así en esos escenarios nos aleja de atender el problema. Bullying es esa violencia sostenida en el tiempo en contextos escolares entre pares", destacó Naranjo.
La OCDE, en su informe, por ejemplo, diferencia entre las agresiones verbales y físicas y las relacionales, que es cuando al estudiante no se le invita o se le separa de actividades recreativas o es víctima de chismes, rumores o humillaciones.
En una entrevista anterior, el orientador Manuel Chaves, quien trabaja este tema en un centro educativo, mencionó las características que debe tener una situación para que sí sea considerada como bullying.
"Para que algo sea calificado como bullying hacen falta tres requisitos: el primero es que sea intencional, el victimario o victimarios sí quieren provocarle daño a la víctima o que esta pase un mal rato", dijo Chaves en aquel entonces.
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El segundo requisito es que debe haber una desigualdad de poder, en la que la víctima se sienta vulnerable. "Quien agrede debe ser mayor, o más grande, más fuerte o debe ser más de uno y actuar junto con otras personas, o tener una personalidad que haga sentir en desventaja al otro, prosiguió el profesional", argumentó el experto.
Y añadió: "Finalmente, el bullying debe ser sostenido en el tiempo. No puede ser un caso aislado, si no algo que se repita con diferentes intensidades durante un espacio de tiempo, no tiene que ser muy largo, pero usualmente son situaciones que pasan años sin denunciarse".
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Una de las características más fuertes del bullying es que sus efectos pueden ser inmediatos, pero también continúan latentes a largo plazo.
En el 2014, un estudio del King’s College de Londres realizado en 7.771 habitantes de Inglaterra, Escocia y Gales, a quienes se siguió por 43 años, determinó que las secuelas podrían permanecer más de cuatro décadas, cuando la víctima ya creció y sus agresores probablemente ya se olvidaron de él o ella.
Según el reporte, quienes sufrieron este tipo de violencia y acoso en su centro educativo tenían más dificultad para establecer relaciones de pareja, decían tener menor calidad de vida y menos satisfacción.
“Necesitamos dejar de ver al bullying como una parte inevitable de crecer. Maestros, padres y quienes hacen las políticas públicas, deben tener presente que lo que pasa en los patios de los centros educativos puede tener repercusiones a largo plazo en los niños”, explicó en ese entonces Louise Arseneaul, una de las investigadora del reporte.
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¿Cómo saber si un niño o joven es víctima?
No todos los afectados por el bullying manifiestan las mismas secuelas y por eso, en ocasiones, es difícil para los familiares identificar la situación.
No obstante, los especialistas dicen que se debe prestar especial atención a señales como estas:
* Desgano por ir a clases.
* Poner excusas o fingir enfermedades para ausentarse de las lecciones.
* Llorar o responder de manera agresiva.
* Autolesinarse
* Encerrarse en el cuarto.
* Desánimo por comer o por dormir, o, más bien hacer todo lo contrario (comer y dormir más de la cuenta).
* Presentar moretones en la piel que no saben cómo explicar.
Es importante señalar que la violencia estudiantil no solo se da en escuelas y colegios, también tiene lugar entre universitarios.
"En las universidades ahora estamos viendo el fenómeno de jóvenes que se gradúan antes del colegio y llegan a los estudios superiores a los 15 o 16 años, entonces habrá quienes los tengan como personas fáciles para amedrentar o burlarse de ellos", advirtió Naranjo.
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Naranjo explicó que en los centros educativos, lamentablemente, es altamente probable que los individuos estén involucrados de algún modo en casos de bullying, ya sea como víctimas, victimarios o bien, como personas que participan o ven la situación pero no defienden al afectado y se convierten en cómplices.
"Es algo que las familias también deben entender, por eso mismo los papás deben estar muy al tanto de lo que sucede en casa. Por ejemplo, si cada vez que llegan los amigos de su hijo al hogar usted los oye hablar mal siempre de la misma persona, pregúnteles qué está ocurriendo, hablen de eso", recalcó Naranjo.
"También, si estamos en una actividad o fiesta y vemos que hay un chiquito al que agarran de 'pato de la fiesta' o que lo ponen a hacer los mandados, tenemos que estar atentos para frenar esas acciones", agregó.
"Son cosas a las que nosotros como adultos debemos prestarles atención para así entre todos atender este problema", concluyó Naranjo.
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