Costa Rica dio el banderazo de salida a una investigación de impacto mundial que busca bajar de dos a una sola dosis la vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH), la cual es aplicada a las mujeres para prevenir el desarrollo del cáncer de cérvix o cuello uterino.
El estudio incluirá a 20.000 adolescentes, entre los 12 y 16 años, quienes serán seleccionadas al azar en 174 distritos de más de 48 cantones de todo el país.
La investigación es desarrollada por la Agencia Costarricense de Investigaciones Biomédicas (ACIB), con financiamiento del Instituto Nacional de Cáncer de Estados Unidos y la Fundación Bill & Melinda Gate.
El cáncer de cuello uterino es el cuarto tipo más común de cáncer entre las mujeres del continente americano, cada año mata a unas 35.000 mujeres, mientras que unas 83.000 son diagnosticadas anualmente con este mal, según la Organización Mundial de la Salud.
La vacuna contra el cáncer de cérvix forma parte del programa nacional gratuito en 29 países de Latinoamérica, excepto Venezuela, Nicaragua, El Salvador y Nicaragua. Mientras que Costa Rica está en proceso de integrarla.
Este padecimiento es en gran parte prevenible, a través de la vacunación del VPH durante la adolescencia temprana y el tamizaje para las mujeres de 30 años y mayores.
"Es una enfermedad que se puede eliminar, como se ha hecho con la viruela y ahora que estamos en proceso con la polio", aseguró Rolando Herrero, médico costarricense de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) con sede en Francia.
"El problema que tenemos todavía es que en los países más pobres, de África, Asia e incluso de Europa del Este, el costo de la vacuna y la cantidad de dosis que hay que poner, prácticamente ha impedido que estos programas se puedan iniciar", añadió.
Actualmente, la recomendación es aplicar dos dosis de la vacuna para niñas menores de 15 años, y tres para las mujeres que superan esta edad, pero se espera que con los resultados del estudio de la ACIB esto se reduzca a una sola aplicación.
Herrero se mostró esperanzado de que el estudio pueda comprobar que una sola vacuna brinda la misma protección que dos o tres, lo cual tendría un impacto a nivel global, al generar un cambio en la recomendación que hacen los distintos organismos de salud en el mundo con respecto a la dosificación necesaria.
Esto a su vez, permitiría que los países aumenten el acceso para aplicar la vacuna de forma masiva en la población, lo que a su vez reduciría los tipos de cáncer que se están produciendo por el virus, así como las lesiones asociadas y tratamientos requeridos.
Reclutamiento
Para definir las zonas de las cuales serán seleccionadas las jóvenes que participarán en el estudio, la ACIB tomó como criterio la división de los distritos del país por Unidades Geostadísticas Mínimas (UGM), elaborada por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC).
Por lo general, una UGM en zona urbana corresponde a una cuadra y en zonas rurales a un área con límites geográficos bien definidos.
La ACIB realizará un censo previo en cada uno de los segmentos, escogidos de forma aleatoria, con el fin de identificar a todas las adolescentes entre los 12 y 16 años que habitan en esa ubicación. La idea es invitarlas a participar en el estudio de forma voluntaria, previo consentimiento de sus padres.
Este proceso ya inició en lugares como Santa Ana, Grecia, Naranjo, San Ramón, Desamparados y Cartago, entre otros.
Adicionalmente a las 20.000 adolescentes mencionadas, se invitará a 4.000 mujeres entre los 17 y 20 años para que participen de una encuesta epidemiológica sobre el VPH y a recibir la vacuna.
El personal a cargo del censo estará debidamente uniformado e identificado con los logos de la ACIB y su respectivo distintivo con foto.
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El estudio
Carolina Porras, investigadora de la ACIB, explicó que una vez seleccionadas las muchachas participantes, se les solicitará asistir a una de las 30 clínicas habilitadas para el estudio. Ahí sus padres firmarán un consentimiento y una doctora les realizará una historia médica completa con el fin de valorar si pueden o no recibir la vacuna y participar en el estudio.
Posteriormente se efectuarán los procedimientos propios de la investigación y luego se aplicará la vacuna. Luego de la aplicación, se solicitará a la joven que espere unos 15 minutos antes de retirarse para ver si hay reacciones.
La muestra total será dividida en dos grupos: una mitad recibirá dos dosis de la vacuna y la otra solamente una.
Tendrán que presentarse cada seis meses por un total de cuatro años, a las clínicas o sedes de la ACIB para dar seguimiento al estudio.
"Como un componente adicional al estudio, estamos invitando a mujeres jóvenes entre los 17 y 20 años para determinar qué tan frecuente es la infección en general en el país", señaló la experta.
El estudio empezó en menor escala en noviembre del 2017 y las distintas áreas se irán cubriendo de manera escalonada. Esto quiere decir que no se realizará de forma simultánea en todo el país. Por ello, el proceso de invitación es de dos años.
Los organizadores del estudio anunciaron que se darán facilidades para las jóvenes que tengan dificultades para trasladarse a una de las clínicas o sedes de la ABI en Liberia, San José o Alajuela.
"Si ella invierte, por ejemplo en taxi o bus, se le devuelve lo que invirtió. También tenemos facilidad de horarios, porque tiene que ser acompañada por su padre o su madre", dijo Porras.
En cinco o seis años se tendrían los primeros resultados, plazo mínimo que exigen las organizaciones regulatorias.
"La Agencia espera que las adolescentes que estamos invitando a participar, cuando lleguen a ser mujeres, vivan en una generación completamente libre del cáncer de cérvix", expresó Porras.
La lucha en Costa Rica
En Costa Rica, las vacunas pueden conseguirse fácilmente en el mercado privado, a un costo estimado de $100 (unos ¢57.200) cada dosis.
Esta alternativa contra el VPH aún no es parte del esquema básico de vacunación de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS). La razón es que las autoridades médicas estaban realizando un estudio de costo-efectividad.
La Nación consultó tanto a la Caja como al Ministerio de Salud sobre el estatus de este análisis, sin embargo, ninguna de las dos instituciones brindó un reporte, ya que cada una señaló a la otra como la responsable de suministrar la información.
Roberto Arroba, coordinador nacional de Inmunizaciones del Ministerio de Salud y secretario técnico de la Comisión Nacional de Vacunación y Epidemiología, indicó a La Nación, en marzo del 2017, que este análisis ya estaba en su fase final.
En ese entonces, únicamente se estaba a la espera de que la Organización Panamericana de la Salud (OPS) les enviara unas correcciones.
Anualmente en Costa Rica son detectados unos 400 tumores de cuello uterino.
La incidencia y mortalidad han bajado: en el 2000 la incidencia era de 50,5 por cada 100.000 mujeres y la mortalidad, 7,8 por cada 100.000. En el 2013 fueron de 27,1 y de 5 por cada 100.000 mujeres, respectivamente.
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Los cimientos
Costa Rica no es el único país en donde se están realizando investigaciones para evaluar la eficacia de una sola dosis de las vacunas contra el VPH; Estados Unidos y Tanzania también se encuentras analizando el tema.
Lo mismo sucede con India, donde los expertos llevan a cabo un proyecto parecido (estudio PATH), que dará información pronto. El problema es que ese estudio no se diseñó para determinar la eficacia con una sola dosis (fue para probar la vacuna en sí).
La investigación costarricense, por su parte, cuenta con un gran respaldo, debido a los años de trabajos que se han realizado respecto al VPH y su vacunación.
Rolando Herrero lideró el Proyecto Epidemiológico Guanacaste (PEG), el cual se enfocó entre los años 1997 y 2014, en las características del cáncer de cuello uterino y, entre el 2004 y el 2006, probó la vacuna contra VPH, Cervarix.
Incluso, dicho estudio ya había sugerido que una sola dosis podía ser suficiente. En el 2011 en la revista Journal of the National Cancer Institute (JNCI) evidenció que 7.153 mujeres fueron inoculadas. La mitad recibió la vacuna contra VPH y la otra mitad una vacuna contra la hepatitis A como placebo. De todas ellas, 5.967 recibieron tres dosis, 802 recibieron dos dosis y 384 recibieron una.
Luego de cuatro años, quienes recibieron tres dosis tenían un 80,9% de eficacia, las que tuvieron dos presentaban 84,1% y las que recibieron una dosis, 100%.
“Esto no quiere decir que a menos dosis más eficacia. En los grupos con menos dosis había menos mujeres y, por ende, menos posibilidad de que la eficacia bajara. Esos datos están dentro del margen de error, por lo que son similares”, explicó en aquel entonces a La Nación, Ana Cecilia Rodríguez, autora del documento.
Por esta razón es que se está realizando un nuevo estudio, para determinar con base científica si los sistemas de salud podrían aplicar solamente una dosis y tener éxito.
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