Costa Rica descartó el virus Oropouche en el caso considerado sospechoso. La prueba de laboratorio dio negativa.
La tarde de este 14 de agosto, el Ministerio de Salud indicó que se le estaba seguimiento a una persona procedente de Perú y se estaba a la espera de realizar pruebas que confirmaran o descartaran la enfermedad.
No trascendió ni sexo ni edad del individuo, tampoco su sitio de residencia o si se trataba de un turista. Esta enfermedad ha confirmado transmisión activa en Brasil, Perú, Colombia, Bolivia y Cuba. En total, se han reportado más de 8.000 enfermos en estos países.
Nuestro país continúa en vigilancia de personas con síntomas sospechosos o signos que indiquen la presencia del virus Oropouche.
Salud indicó que, además, ya se envió una segunda versión del protocolo para abordar la enfermedad. Este documento está bajo revisión del Instituto Costarricense de Investigación y Enseñanza en Nutrición y Salud (Inciensa) y de la Unidad de Vigilancia Epidemiológica de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS).
¿Qué es el virus Oropouche?
El virus Oropouche (OROV, por el acrónimo con el que se identifica en inglés) es el patógeno causante de la fiebre Oropouche. Recibe su nombre porque se describió por primera vez en Vega de Oropouche, Trinidad y Tobago, en 1955.
Sus síntomas son muy similares a los dengue: fiebre, escalofríos, cefalea (dolor de cabeza), mialgias (dolor muscular) y artralgias (dolor en las articulaciones). En algunas ocasiones, también hay náuseas y vómitos
Al igual que el dengue, se trata de una enfermedad vectorial, es decir, no se traspasa de persona a persona y hace falta un vector, un insecto u otro animal, para que sea transmitido.
En este caso, se transmite a través de la picadura del mosquito Culicoides paraensis (también conocido como jején, purruja o “mosquito de la arena”). La infección también puede darse por el mosquito Culex quinquefasciatus, "que está ampliamente distribuido en Costa Rica”, reconoció Salud.
Retos y preocupaciones del Oropouche
Esta enfermedad trae consigo retos para los sistemas de salud. El primero es la similitud de sus síntomas con el dengue, lo que puede dificultar un diagnóstico inicial. Para confirmar la infección se requiere de una prueba de laboratorio.
Otro de los desafíos es que, aunque la enfermedad se conoce desde hace varias décadas y han ocurrido varios brotes en países del cono sur (especialmente Brasil), la cantidad de brotes y el número de paciente en cada brote ha crecido.
Además, Brasil ya reportó en julio las primeras dos muertes vinculadas con esta enfermedad desde que se conoce.
Otra preocupación son los posibles casos de transmisión vertical del virus (de la madre al bebé en el vientre) en Brasil.
Hasta el 25 de julio, se habían registrado una muerte fetal, un aborto y cuatro casos de recién nacidos con microcefalia en tres estados diferentes de Brasil.
Finalmente, otro de los retos es que en este momento no hay vacuna ni tratamientos específicos contra la enfermedad. El tratamiento consiste en el reposo e hidratación del paciente, en aliviar la fiebre y vigilar sus síntomas. Tampoco hay una prueba rápida de detección.
Desde el 17 de julio, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) giró una alerta epidemiológica e instó a los países miembros a fortalecer la vigilancia y las medidas de control de vectores, como la eliminación de criaderos o de otras formas que motiven la reproducción de los insectos transmisores.