"Al ser 8 de junio, se registran 4.628 casos nuevos de covid-19, para un total de 79.951. Se reportan 800 lamentables fallecimientos. Hay 33.578 personas recuperadas y 45.563 casos activos. Además, hay 3.958 personas hospitalizadas, de las cuales 792 requieren cuidados intensivos”.
Este es el reporte que el ministro de Salud, Daniel Salas, habría tenido que darle al país este lunes, si Costa Rica no hubiera tomado medidas a tiempo para hacerle frente a la pandemia.
Nuestros hospitales estarían ahora colapsados si las autoridades no hubieran cerrado fronteras, ampliado la restricción vehicular, suspendido clases presenciales y cancelado actividades masivas, así como cerrado bares, restaurantes, discotecas, casinos, parques, playas y templos.
El nuevo virus SARS-CoV-2 sencillamente habría seguido su curso natural ante una población inmunológicamente indefensa a su acción.
De acuerdo con un análisis elaborado para La Nación por un grupo de especialistas, el país tendría hoy casi 80.000 contagios registrados de covid-19 y las camas de cuidados intensivos habrían estado llenas a partir del pasado 18 de mayo.
Tales estimaciones contrastan con las últimas cifras oficiales. El Ministerio de Salud confirmó este domingo 1.318 casos, 20 personas hospitalizadas (cuatro de ellas en cuidados intensivos) y diez fallecidos.
La proyección fue realizada por el Centro de Investigación en Matemática Pura y Aplicada y la Escuela de Matemáticas, ambas de la Universidad de Costa Rica (UCR); el equipo de investigación EpiMEC (Epidemias, Modelación Matemática, Estadística y Computación); la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y el Ministerio de Salud.
Estos profesionales fueron los mismos que realizaron las proyecciones que presentó Salas, el pasado 27 de abril, según las cuales si se levantaban las medidas vigentes en aquel momento los contagios se podrían disparar a 53.000 casos a mediados de julio.
Su análisis estimó la cantidad de casos acumulados, casos activos, personas recuperadas y personas hospitalizadas que habría si no se hubieran emprendido acciones a tiempo.
La cantidad de personas en cuidados intensivos, entre tanto, se calculó a partir de información dada por Román Macaya, presidente ejecutivo de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), quien ha indicado que el 20% de las personas hospitalizadas han requerido conectarse a un respirador.
Mientras, el número de muertes se calcula tomando como referencia el porcentaje de fallecimientos (1%) que se ha observado hasta ahora en el territorio nacional.
Este tipo de modelaciones ayudan a poner en perspectiva la acción de un virus desconocido y de alta transmisión en una población dinámica, que se moviliza y tiene contacto con otras personas, todas estas susceptibles de contraer la enfermedad.
¿Qué dicen los números?
De acuerdo con el modelo matemático, el virus no hubiera ingresado el 6 de marzo al país; lo hubiera hecho dos días antes. Y, en lugar de registrar solo dos casos ese primer día, se habrían contabilizado 17.
Pese a que la gran mayoría de las personas tendría síntomas leves, el 18 de mayo los hospitales se habrían quedado sin campo para recibir pacientes de covid-19 en las 1.088 camas disponibles y un día después habrían estado ocupadas todas las 257 camas de cuidado intensivo (UCI).
La proyección indica que el 24 de abril se habría visto una primera señal de alerta sobre la propagación del virus, pues se estima que ese día pudo haber 50 casos en cuidados intensivos.
“El comportamiento de la pandemia en Costa Rica ha obligado a administrar de otra forma las camas, aunque en el momento en que se usen todas esas 1.000, más 46 de UCI ya sería un indicador alarmante de que el sistema estaría colapsando (...). Esperamos no llegar a ese escenario”, señaló Mario Ruiz, gerente médico de la CCSS.
También se estima que para este 15 de junio, las 5.525 camas de salón disponibles en todos los hospitales del país habrían sido insuficientes para recibir a todos los enfermos.
Para el 7 de julio, último día que cubren las estimaciones, se registrarían 9.579 casos nuevos y un total de 306.980 casos acumulados. Ese día, 13.423 personas habrían necesitado ser hospitalizadas y 2.685 de ellas habrían tenido la necesidad de cuidados intensivos.
Además, si la tendencia en el porcentaje de fallecimientos se hubiera mantenido, para ese momento se contabilizarían 3.070 decesos.
No obstante, esta cantidad de muertes sería poco probable, dado que con los sistemas de salud colapsados desde mayo no todas las personas habrían tenido acceso a los servicios que requerían para mantenerse con vida o con secuelas para su salud o bienestar.
“Si no se hubiera hecho nada, se hubiera dado un exceso de casos enorme. No podemos hablar solo de matemática pura, porque la interacción humana es mucho más compleja que eso; pasamos con más gente de lo que nos imaginamos”, comentó el epidemiólogo Ronald Evans.
“La ventaja tica es que se tomaron las cosas en serio y las primeras medidas fueron muy rápido. Hubo quienes subestimaron las restricciones ¡y vea, por ejemplo, cómo está ahora Brasil!”, agregó.
Su colega, la exviceministra Ana Cecilia Morice subrayó que estos números, aunque son proyecciones y nunca se sabrá cómo habría sido esa realidad, sí ayudan a dimensionar no solo cómo actúa el virus, sino también la eficacia de las decisiones tomadas.
“Es importante ver que lo que hicimos como país sí rindió frutos, sí se evitaron muertos. No solo las decisiones de jerarquías, también las acciones de la ciudadanía. Ante la incertidumbre había que tomar medidas con la evidencia que hay a cada momento”, aseveró Morice.
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¿De dónde salen estas proyecciones?
Fabio Sánchez, matemático líder del equipo científico a cargo de la modelación numérica, explicó que estos datos están en un modelo llamado redes, que se basa en las condiciones del ser humano de tener contacto cotidiano con diferentes grupos de personas.
Además, el modelo se adapta a las condiciones demográficas del país y a las características del virus.
“En el caso de que no se hubiera tomado ninguna medida, esto modela el proceso epidemiológico donde cada persona tiene un número de contactos de familia, amigos y compañeros del trabajo y que existe la probabilidad de que haya un contagio si hay una persona infectada.
"Así es que va creciendo la enfermedad y al no haber medidas, pues simplemente crece de forma exponencial y sin control y por eso se ve ese número de casos”, indicó Sánchez.
“Las personas están divididas en estados epidemiológicos. Hay susceptibles; personas que están con la enfermedad, pero con un grado de incubación; hospitalizadas; y recuperadas. Cada una, según su condición, interactuará con personas en sus diferentes círculos sociales”, añadió.
El modelo comienza a trazar datos desde el 26 de febrero, día en el que virus pandémico llegó a América Latina, cuando se presentó en un hombre brasileño.
A estos datos se le agregó que en el país hay 257 camas de cuidado intensivo (las cuales no son exclusivas para covid-19), más 1.000 camas destinadas a la enfermedad pandémica en los distintos hospitales y las 88 camas del Centro Especializado de Atención de Covid (CEACO).
También se toma en cuenta la disposición de 740 respiradores.
Características de Costa Rica marcan comportamiento
Para entender las proyecciones sobre el impacto del covid-19, primero debe tomarse en cuenta que Costa Rica nunca tuvo una cuarentena extrema.
Se tomaron medidas para frenar la transmisión del virus y se dieron las recomendaciones de quedarse en casa y salir solo para lo necesario y, posteriormente, en burbuja social. A diferencia de otros países, no se impuso una normativa que obligara a las personas a no salir.
Otras características como la poca población del país y la baja densidad demográfica en comparación con otras naciones también son factores que suman.
“Es importante recalcar que en nuestro país no ha habido transmisión sostenida, sino un comportamiento en clústeres (conglomerados de casos) y esto lleva un trabajo muy minucioso de seguimiento de contactos", explicó la exviceministra Morice.
"Por eso es que los números suben y bajan, porque dependen de las características de los clústeres, de la oportunidad de la respuesta y efectividad del bloqueo de contactos. O sea, las decisiones no se toman solo en la curva de casos, sino tomando en cuenta otros indicadores”, aseveró.
Otro aspecto que debe tenerse claro es que las restricciones sanitarias nunca tuvieron como objetivo eliminar al virus pandémico. Una vez que este ingresó al país, dado su alto nivel de contagio y que la población no tenía ningún tipo de defensas, era imposible que la transmisión se detuviera del todo.
“A esto debemos sumarle la población de asintomáticos o de casos muy leves que se contagian y contagian a otras personas sin que uno lo detecte”, aseveró Morice.
“Siempre hablamos que es necesario aplanar la curva, pero esto no es para evitar los contagios del todo, es para que los servicios de salud puedan dar una respuesta efectiva y así evitar muertes”, añadió.
La especialista destacó que otro punto a favor de Costa Rica es que para cuando llegó la pandemia ya se conocía la experiencia de otras naciones y se aprendió de ella.
Un factor positivo adicional es el bajo porcentaje de hospitalización de los enfermos. Mientras el promedio mundial de pacientes que requieren ingresar a un centro médico es del 20%, en Costa Rica no ha pasado del 10%.
“Todavía no sabemos por qué es la diferencia. puede ser por detección temprana, tratamiento, genética de las personas (...), pero no se sabe aún a ciencia cierta”, expresó Mario Ruiz, gerente médico de la CCSS.
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‘Nueva normalidad’: Escenarios marcan que debe ser gradual
El pasado 27 de abril, cuando se presentaron los posibles escenarios de la evolución de la pandemia en el país, el ministro de Salud, Daniel Salas, lanzó una contundente frase de advertencia: “Si hoy se levantan todas las restricciones, tendríamos 53.000 casos a mediados de julio”.
Salas divulgó ese día una proyección elaborada partiendo de que se mantuvieran las medidas vigentes en ese momento, es decir, sin reapertura. Se estimaba que, al 21 de julio, habría 1.368 casos. Sin embargo, el país está hoy muy cerca de alcanzar esa cifra, a falta de mes y medio para la fecha prevista.
De hecho, este domingo el número de contagios confirmados se elevó a 1.318 al sumarse 55 nuevos casos, lo cual obligó a las autoridades a extender la alerta naranja emitida para algunos cantones y distritos de la zona norte, ante el riesgo incrementado de transmisión del virus.
Una de las posibles razones para explicar este incremento en los casos es que las medidas actuales no son tan rigurosas como las que se tenían el 27 de abril.
Para la epidemióloga Ana Cecilia Morice, el comportamiento de los números diarios y de las proyecciones es prueba de que las restricciones deben levantarse de forma muy gradual y permanecer en constante evaluación.
“No se trata de encerrarnos en la casa, sino de ver las características de cada actividad y el riesgo de contagio”, destacó la especialista.
Para Morice, la apertura de actividades debe depender de cuatro factores:
1- Nivel de transmisión del virus en el país y según áreas geográficas. Esto es algo que ya ha podido verse en los más recientes análisis del Ministerio de Salud, donde cada cantón se categoriza en blanco, verde, amarillo, rojo, según la cantidad de casos activos.
2- Riesgo individual de las personas y posibilidad de disminuir la gravedad y la letalidad.
3- Riesgo de la actividad económica y la posibilidad de modificarla para reducir el riesgo.
4- Valor social de la actividad y daño colateral al suspenderla.
“Debemos adaptarnos a vivir con el virus, pero la vuelta a la normalidad debe ser poco a poco y en constante revisión. Tiene que ver con condiciones sociales, pero también económicas. La evaluación de cada paso y ver los resultados es primordial”, concluyó Morice.