Vivir con poco y reír mucho, sin serruchar pisos ajenos, es la filosofía que se enseña en las aulas de primaria, en Vietnam.
Quien lo dice es Katherine Müller Marín, una costarricense con cinco años de trabajar en Hanoi (capital de Vietnam) como representante de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Esta tica se convertirá hoy en la la primera persona que recibirá la ciudadanía honorífica en ese país. El reconocimiento es un símbolo por el aporte que ha hecho a la enseñanza, desdes hace año y medio, cuando se inició la reforma educativa en Hanói.
“Hay gente que piensa en Vietnam como un país destruido por la guerra y que el socialismo tiene a la gente amarrada. Es todo lo contrario; es un país que se ha recuperado de forma impresionante, donde se practica la tolerancia y la gente se educa para ser feliz sin serruchar pisos ajenos”, dijo Müller.
La representante costarricense de la Unesco conversó, vía telefónica, con La Nación sobre el estilo de vida en Vietnam, la magia cultural y la inversión de $84,6 millones que ha hecho ese país para transformar la educación desde la infancia.
El cambio. La reforma se llama Escuela Nueva, involucra a 1.500 centros de instrucción y pretende que los niños aprendan a solucionar los problemas de su comunidad, antes que memorizar contenidos.
“La gente se levanta muy temprano y hace el ejercicio de la risa, que consiste en que una persona suelta una carcajada y las demás lo siguen. Usted ve gente de todas las edades haciendo ejercicio alrededor del lago y meditan. Para ellos, la vida no es una competencia”, manifestó la costarricense.
La complejidad de la variedad de tonos del idioma vietnamita hizo que Müller se concentre en leer el lenguaje corporal y se comunique con el apoyo de traductores.
“He aprendido muchísimo de la cultura vietnamita, de su tolerancia. Aquí los padres de familia saben que la escuela no es la única responsable de la formación de sus hijos, que el trabajo debe ser conjunto”, agregó .
En el giro educativo que hizo ese país asiático se concentran en mejorar la formación de los docentes y en preparar a los niños y jóvenes a fin de generar acciones para temas como el cambio climático, preparación ante desastres naturales, conservación de la diversidad, las aguas limpias y el desarrollo con regeneración del ambiente.
En el aprendizaje de la cultura vietnamita, Katherine Müller comentó el impacto positivo que ha generado la educación en torno a la resolución de los problemas que aquejan a las comunidades.
“La comunidad se visualiza como un todo y, por lo tanto, todas las familias con o sin hijos aportan al mejoramiento de la educación; se involucran en los planes para resolver problemas comunales. La gente no se enfoca en criticar sino en trabajar y alcanzar las metas que se proponen”, añadió Müller.
Desde las aulas se concentran en tratar temas como el cuido y respeto a la persona adulta mayor.
“Los niños tomarán las decisiones sobre las pensiones y el cuido de los mayores. Vietnam educa para atender esos problemas, pero, sobre todo, para ser felices”, concluyó la ciudadana de honor de Vietnam, que nació en Costa Rica.
En el reconocimiento que harán hoy a Müller en Hanói, participará el embajador de Costa Rica en Singapur, Jairo Hernández, como testigo de honor.
“En una sociedad en transición como lo es Vietnam, Katherine ha contribuido con las transformaciones de este país, gracias al apoyo decidido que la Unesco ha brindado en materia de renovación educativa y preservación de su herencia cultural”, manifestó Hernández.