Myrna envejecía pero seguía siendo una mujer socialmente activa que disfrutaba de recorrer los rincones de la ciudad de Los Ángeles arriba de su amado: un Mercedes-Benz bien mantenido. Con él compartía viajes al supermercado, a las casas de sus amigos y a conciertos, entre otras actividades que disfrutaba hacer.
Hoy, sin embargo, el auto no sale del garage de Encino, una mujer de 85 años. Después de ser diagnosticada con demencia, su doctor le aconsejó dejar el volante, y sus hijos le dijeron que ya era hora de entregar las llaves.
“Traté de que tuviera miedo, pero era muy terca”, dice Cindy, su hija.
Myrna, cuyo apellido no se publica para proteger su privacidad, no es la única. Y como el caso de ella hay miles. Los expertos aseguran que ayudar a los adultos mayores a dejar el asiento del conductor es una tarea difícil.
Japón encontró una manera de facilitar esta transición. En marzo de 2017, el gobierno promulgó una política que requiere que los conductores de 75 años o más que no pasen una prueba de deterioro cognitivo visiten a un médico antes de renovar su licencia. Según informó el Japan Times en su momento, en los seis meses posteriores a la implementación de esta política, las pruebas médicas mostraron que más de 30.000 conductores tenían signos de demencia y a 674 se les revocaron las licencias.
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Más seguridad para conductores y más lesiones en peatones
Un análisis reciente que analizó los datos sobre colisiones de vehículos motorizados y lesiones de peatones entre julio 2012 y diciembre de 2019, mostró que la política implementada por el gobierno de Japón condujo a un aumento en el nivel de seguridad para los conductores mayores, pero al mismo tiempo derivó en un aumento en las lesiones e incidentes de peatones y ciclistas de la misma edad.
Por un lado, los accidentes entre conductores de más de 75 años -que habían mostrado un aumento exponencial hasta el momento en el que se instituyó la política- disminuyeron significativamente. De acuerdo con información publicada en el Journal of the American Geriatrics Society, se registraron 3670 colisiones menos. Aunque en ambos sexos se registró una caída en la tasa de accidentes viales, la tasa se redujo principalmente en la categoría de hombres de entre 70 y 75 años; mientras que en el caso de las mujeres la caída no fue tan pronunciada.
Por otro lado, el estudio encontró también un aumento correspondiente en las lesiones viales tanto para peatones como para ciclistas de 75 años o más. Durante el período de estudio una vez implementada la política, hubo 959 lesiones más de las esperadas y, en este caso las mujeres mostraron ser las más propensas a lesionarse.
“Los que crean las políticas se enfocan en reducir las colisiones de vehículos motorizados, pero no consideran el daño potencial que existe para los peatones y ciclistas mayores”, dice Haruhiko Inada, médico y epidemiólogo, abriendo el debate. El hombre fue uno de los autores del estudio referido, que se realizó durante su investigación posdoctoral en la Universidad de Johns Hopkins.
Inada y su equipo conjeturaron que uno de los motivos que explican la caída de los accidentes automovilísticos podría ser que, una vez que entró en vigencia la política, muchos adultos mayores decidieron entregar sus licencias voluntariamente, entendiendo que ya les tocaba cerrar el capítulo.
Frente al aumento del riesgo para peatones y ciclistas mayores, argumentaron que podría tratarse de una consecuencia a corto plazo parte del proceso de adaptación que todo cambio lleva. Considerando también que a mayor edad más lenta es la transición. Los investigadores dicen que debería haber una iniciativa para hacer que estas formas alternativas de transporte sean más seguras para las personas mayores.
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Condiciones médicas vinculadas a más accidentes
Según Anne Dickerson, terapeuta ocupacional, políticas como estas se dirigen a los conductores de un determinado grupo de edad, aunque los datos muestran que la edad avanzada no está relacionada con el incremento en los accidentes viales. La profesora de la Universidad de Carolina del Este dedicó gran parte de su carrera a investigar a los conductores mayores.
De hecho, estadísticamente hablando, según la Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras (NHTSA, por sus siglas en inglés), conductores de más de 65 años están involucrados en menos accidentes que sus contrapartes más jóvenes. Sin embargo, los estudios también muestran que, como grupo, los conductores mayores tienen menos probabilidades de sobrevivir a un choque severo, siendo particularmente vulnerables en las intersecciones con giros a la izquierda.
Algunas condiciones médicas, sin embargo, sí ponen en riesgo a los conductores mayores. Un informe de la NHTSA de 2018 señaló ocho afecciones médicas que presentaban una preocupación particular ya que estaban relacionadas con el deterioro de la capacidad de manejo para los conductores mayores. Entre ellas se mencionaban:
- Diabetes
- Demencia
- Glaucoma
- Encefalopatía hepática
- Degeneración macular
- Apnea obstructiva del sueño
- Enfermedad de Parkinson
- Accidentes cerebrovasculares.
El informe de la NHTSA citó un estudio que muestra que la tasa de accidentes de los conductores mayores con demencia leve era más alta que la de los grupos de control de adultos mayores sanos.
¿Cómo ayudar a alguien a dejar de manejar?
Muchas personas tienen que dejar de conducir debido a condiciones médicas, y no exclusivamente por problemas relacionados con la edad. En este sentido, estas son algunas formas de “suavizar” esta transición:
Buscar alternativas al auto
La mayoría de las familias esperan demasiado tiempo para buscar alternativas de transporte para sus seres queridos, cuando estos envejecen o tienen condiciones médicas como cataratas o Alzheimer.
“Si un adulto mayor no puede administrar su dinero o sus medicamentos, probablemente no debería conducir”, dijo Dickerson.
Charlar antes de que estalle la crisis
Cada país tiene distintos sistemas para identificar a los conductores potencialmente no aptos. En muchos, se crean juntas médicas que revisan la aptitud de los conductores para conducir y pueden suspender o revocar sus licencias.
En Estados Unidos, por ejemplo, según el último conteo de NHTSA, son 32 estados los que tienen dichas juntas, aunque sus calificaciones y autoridad varían. Solo seis estados mostraron leyes que tipifican como delito no denunciar a un conductor con impedimentos que podrían afectar su capacidad para conducir de manera segura.
Gran parte de la responsabilidad de identificar a los conductores no aptos recae en los médicos, los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley y los miembros de la familia.
“Es la conversación más difícil que una familia puede tener”, dijo Dickerson.
Cindy dijo que, luego de percatarse de que el Mercedes de su madre estaba bastante rayado, recurrió a su médico de cabecera como aliado para destituirla del volante. Ante esta jugada, Myrna amenazó con despedir al médico y se mantuvo firme hasta el final.
La mujer tardó meses en ceder, incluso sabiendo que su médico había reportado su caso a la junta médica de California, su estado de residencia. En 2012, el año más reciente registrado de la NHTSA, se registraron 92.235 referencias de este tipo; un 20% de estas provino de los mismos miembros de la familia.
Aunque Cyndy la traslada a compromisos sociales y demás actividades, cuando se le pregunta sobre su vida después del volante, Myrna dice que perdió una “preciada sensación de libertad y espontaneidad”. Además, la mujer vive en un vecindario inaccesible y teme no poder escapar durante un incendio u otra emergencia.
“Necesitamos una forma de evaluación de conductores más eficiente”, dice Inada.
Aunque las leyes estatales varían la evaluación, el especialista indica que una evaluación básica debería incluir pruebas de vista, desempeño en la ruta, conocimiento de las leyes de tránsito y una revisión de las condiciones médicas. Actualmente, en estados como Florida, Alabama y Massachusetts, los conductores con demencia pueden seguir manejando a menos que su médico los reporte.
Inada explica que, para extender la esperanza de vida del conductor, es necesario tomar medidas no solo a nivel gubernamental, sino también a nivel familiar, como por ejemplo tener conversaciones a largo plazo sobre las formas de transporte.
“Los adultos mayores sanos, pero de todas las edades, deberían incorporar tanta tecnología como puedan, y aprender a usar funciones como los monitores de puntos ciegos para evitar accidentes”, dice al respecto Dickerson.
Cindy dice que su polémica relación con el deseo de conducir de su madre cambió después de una conversación en la que su madre le propuso ponerse en sus zapatos.
“Imaginate si de repente tuvieras que quedarte en casa todo el tiempo”, le planteó Myrna. “Fue después de ese intercambio que entendí cómo se sentía”.
Hoy Myrna sigue asistiendo religiosamente a la sinfónica, sale a cenar y tiene una vida social activa. Asegura que nunca va a dejar de luchar por su Mercedes.
“Me aferro a eso, y me siento mejor cuando está cerca”.
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