La anorexia y bulimia no son exclusivas de la adolescencia, e incluso van más allá de la cuarta década de vida. Un estudio con 5.320 mujeres en Reino Unido reveló que el 3,6% de las mujeres entre 40 y 50 años en ese país batallan con este tipo de males.
Aunque no se tienen datos de una investigación similar en América Latina o en Costa Rica, sí dan una idea de que se trata de un problema común que debería atenderse también en la edad adulta.
La anorexia –dietas estrictas, ayunos y bajar de peso drásticamente–, el trastorno por atracón –ingerir grandes cantidades de comida en poco tiempo, de forma recurrente– y la bulimia –grandes comilonas para luego vomitar o purgarse– son los que más se presentan.
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En esta investigación, el 15,3% de las mujeres dijo que luchó contra una de estas condiciones, pero lograron superarla. Sin embargo, solo el 30% de quienes tienen o han tenido un desorden de conducta alimentaria buscaron ayuda profesional (nutricionista, psicólogo o psiquiatra) para afrontarlo.
Esta es la primera vez que se realiza un estudio de este tipo en mujeres adultas y los investigadores se sorprendieron con los resultados, pues admiten que se esperaban un número por debajo del 2%. El análisis fue realizado por la Facultad de Psiquiatría del Instituto Monte Sinaí, de Nueva York, y por la Universidad de Londres. Los resultados aparecen en la más reciente edición de la revista BMC Medicine.
"A estas edades vimos tanto desórdenes crónicos, de mujeres que lo arrastraban desde su adolescencia, como desórdenes nuevos, que aparecieron después de la cuarta década de vida. Muchas de las participantes nos dijeron que esta era la primera vez que hablaban de esto con alguien. Tenemos que entender por qué es que ellas no buscan ayuda", manifestó en un comunicado de prensa Nadia Micali, autora del estudio.
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¿Cómo se hizo el estudio? Las participantes ya estaban enroladas en una investigación más grande en diversas zonas del Reino Unido que explora las características de todas las áreas de la salud.
Se reclutó a las adultas en esas edades y primero se les pasó un cuestionario sobre hábitos de alimentación, luego se les pesó, se les midió y se les hicieron exámenes de sangre para determinar sus nutrientes.
Posteriormente se realizaron entrevistas a profundidad con todas las participantes que dieron indicios de tener o haber presentado desórdenes alimentarios. Se hizo lo mismo con mujeres sin trastornos de este tipo, para utilizarlas como control.
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"Disparadores" del riesgo. Los científicos encontraron factores que podrían potenciar el que una mujer tuviera desórdenes alimentarios en su vida adulta. Casi todos ellos están relacionados con lo vivido durante la niñez.
Por ejemplo, una de las preguntas consistía en presentarles a las participantes una escalera para que describieran cuan felices o infelices habían sido durante su infancia. Cada peldaño hacia la infelicidad subía un 10% el riesgo de anorexia.
Por otra parte, la sensibilidad hacia los problemas de otras personas subía un 19% las posibilidades de un trastorno por atracón.
Pero también se encontraron aspectos positivos: una buena relación madre-hija bajaba en un 20% el riesgo de bulimia.
"Anorexia, bulimia, atracones y desórdenes de purga se asociaron todos con infelicidad en la niñez. La separación o divorcio de los padres en la niñez también aumentaba el riesgo de bulimia, trastornos por atracón y anorexia. También la muerte de un ser muy cercano puede aumentar el riesgo de bulimia, aunque en menor grado. El abuso sexual durante la infancia sí incrementa la posibilidad de bulimia. El sentirse rechazado por otras personas, especialmente de su familia o de su misma edad, también elevó el riesgo de todos los desórdenes", apuntó Mirali.
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En Costa Rica
Un reportaje realizado por La Nación en julio pasado evidenció que la anorexia y la bulimia mandan al hospital al menos a 15 mujeres mayores de 30 años, según datos de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS).
La cifra parece pequeña, pero nutricionistas y psicólogos coinciden en que es mucho mayor, pues a los hospitales llegan solo los casos más graves. Otras pacientes acuden a centros privados. Por otro lado, muchas de quienes sufren estos males acuden a un centro hospitalario por otra causa y no son tratadas por su trastorno alimentario de fondo.
"Son edades con muchos cambios físicos. El metabolismo se hace más lento y es más fácil engordar y más difícil adelgazar. Y hay una lucha social: la mujer siente que tiene que verse delgada, bonita y joven para competir", destacó en aquel reportaje Marcela León, psicóloga especialista en trastornos de la conducta alimentaria.
Según la especialista, hay momentos más vulnerables, como un despido laboral, donde les toca competir en un mercado con mujeres jóvenes y delgadas. También podría darse a raíz de un divorcio o ruptura amorosa, pues se exigen estar "flacas" para conseguir nuevamente pareja.
"Esto casi no se ve en hombres; en esa época, las canas se vuelven un atractivo; en ellos, la edad es visto como algo de lo que pueden sacar partido", afirmó en aquel entonces León.
Señales de alerta
- Persona está descontenta con su figura y dice constantemente que está muy gorda.
- Tiene "listas negras" de alimentos, en donde usualmente están todos los carbohidratos, grasas y azúcares.
- Cambia de una dieta a otra.
- Hace ejercicio en exceso.
- Se aísla y evita actividades sociales en donde hay comida.
- Parte la comida en pedacitos muy pequeños y come lento.
- Usa ropa muy holgada.