La vacunación contra la covid-19 no marcha al mismo ritmo en todo el país. Diferentes motivos provocan una velocidad más lenta en algunos sitios. De las diez zonas más rezagadas, cuatro tienen territorios colindantes con Nicaragua, muchas veces de difícil acceso para los funcionarios sanitarios.
Horquetas-Río Frío, en Sarapiquí, y Puerto Viejo, también en ese cantón,figuran dentro de las diez áreas de salud con más población pendiente de iniciar la inoculación. A ellas se les suman Los Chiles y Santa Rosa-Cutris, donde existe el registro más bajo de pobladores con tercera dosis.
El difícil acceso, la falta de servicios, la dispersión de sus habitantes, la pobreza, la falta de personal y el rechazo a la vacuna se mezclan en esos sectores para obtener estos resultados.
Los centros de salud realizan diversos esfuerzos para promover la vacunación mediante perifoneo, visitas casa por casa, publicaciones en redes sociales y acudir a los lugares donde más se reúne la gente. Los funcionarios de esas áreas de salud han logrado convencer a algunos, pero saben que faltan los más resistentes.
Funcionarios comentan que las noticias falsas, los temores, la religiosidad y la influencia de algunos grupos antivacunas han alejado a las personas de los vacunatorios.
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Horquetas-Río Frío
Los datos más recientes, con corte al lunes 21 de febrero, ubican a este centro de salud como la segunda zona con mayor rezago en todo el país, pues el 40,74% de la población aún no recibe la primera dosis contra la covid-19. Este lugar es solo superado por Barranca, en Puntarenas, donde el 43,37% de los habitantes está sin inocular.
Si hablamos de dosis de refuerzo, dicho sector está en quinto lugar más bajo con una cobertura de solo un 9,31%, lo cual significa menos de la mitad del 20% registrado a nivel nacional.
“Hay dos desafíos”, puntualizó Patricia Ulate, jefa de enfermería del Área de Salud Horquetas-Río Frío.
“Uno son las limitaciones de acceso a territorios alejados. El otro es tratar de cumplir con un lineamiento general para todo el país que no considera las diferencias entre las zonas, ya sean rurales, fronterizas, indígenas. Es aplicar lo mismo para zonas muy diferentes. Eso a veces es incumplible”, aseveró.
La población por la que vela esta área de salud es mixta. Tiene de un 10% a un 15% de población migrante flotante que no siempre reside en el mismo lugar. Sus habitantes viven a lo largo de 554 kilómetros cuadrados, pero las carreteras y el servicio de autobús no las alcanzan en su totalidad.
“Un 90% de la población no tiene transporte público. El que existe, que bordea el cantón, es sumamente caro; a veces superior a ¢3.500. La población es muy pobre, con poca educación y no puede pagar ese servicio. Muchas personas, con familia, tienen que gastar un salario en ir, almorzar y venir”, apuntó Ulate.
En este lugar, se tuvo que solicitar a las autoridades de nivel central que pudiera abrirse la contingencia para niños de toda edad. “¿Qué pasa si una mamá tiene un hijo de 11 años y uno de 6? Podía traer a uno y a otro no: tuvimos que pedir ese permiso, para una familia era impensable. No podíamos desperdiciar dosis”, indicó la enfermera.
Rocío Gómez, directora del área de salud, agregó: “el crecimiento de la población ha sido meramente antojadizo y de acuerdo a las circunstancias que ofrecen las bananeras, las piñeras, antes las palmiteras. Esas fueron las condiciones en las que fueron creciendo y la gente fue quedando apartada. Eso nos complica la situación”.
En algunos momentos se tomó una ambulancia con un perifoneo para ir a las zonas más alejadas. Los vacunadores se instalaban en salones comunales o parroquiales, escuelas y consultorios médicos utilizados en visitas.
“Mandar a una persona sola con las vacunas no era eficiente. No tenemos una moto, por ejemplo, para darle. Entonces se llevó en una ambulancia para las primeras campañas; también hacemos alianzas con empresas”, dijo Ulate.
El recurso humano también es limitado. De los asistentes técnicos de atención primaria en salud (ATAPS), debe tenerse uno para las vacunas no covid, otro para las pediátricas de covid-19, otro para las de adolescentes y adultos, y otro que ayude con las anotaciones en los expedientes.
También existe otro problema. Los migrantes irregulares sí pueden inocularse, pero hay personas que llegan sin documentos que prueben siquiera su nombre.
“Hace poco nos llegó una familia y dijo que venían de turistas y querían vacunarse, pero esta gente no tenía el menor documento de nada, ¿cómo vienen de turistas si no traían una sola identificación?”, recordó Ulate.
Gómez añadió: “hemos vacunado hasta con licencia de choferes de bus o tráiler, pero tenía que tener ese carné, con foto y mostrar de algún modo su vínculo con el país”.
Puerto Viejo
En el mismo cantón de Sarapiquí, justo al lado, está el Área de Salud de Puerto Viejo. Allí, el 35,37% de la población está sin una sola dosis y solo el 10,35% tienen tres dosis. El rezago se ha visto desde el inicio de la campaña.
“Cuando se veían las grandes filas de gente en otras partes del país, aquí nadie llegaba, ni siquiera la gente que vivía en el centro. Salir con 10 frascos aquí (60 dosis), uno se persignaba a ver si alguien llegaba y uno abría el frasco esperando que apareciera gente y no se desperdiciaran dosis”, recordó Ivannia Blanco, la jefatura de enfermería.
Gustavo Montero, jefe del área de salud, manifestó que lo alejado de muchos sitios no es la única barrera. El rechazo es muy grande. Y es cuestión de todas las semanas recibir solicitudes de personas que piden que se les exima de la vacuna debido a alguna condición médica. En casi ninguna de esas peticiones hay razones de fondo.
“El primer recurso de amparo contra la vacunación obligatoria salió de aquí. Con eso le digo todo”, recalcó Montero.
Los Chiles
En este lugar, la población que cuenta con al menos una dosis sí supera el 70%, pero es la segunda área con menor porcentaje de personas con refuerzos: un 7,97%.
Melvin Anchía, epidemiólogo de la región Huetar Norte, consideró que la baja cobertura de la dosis de refuerzo tiene dos causas: por un lado, hay personas que ya tienen su esquema completo pero todavía están lejos de llegar a los cuatro meses de tiempo que se debe dar entre la segunda y la tercera inyección.
Por otro, sostuvo, hay un sector “nada despreciable” de la población que ya tiene el esquema completo, pero que no considera necesaria una tercera dosis y no solo no la busca, también la rechaza.
Santa Rosa-Cutris
De todo el país, esta área de salud sancarleña es la que cuenta con el menor porcentaje de terceras dosis: solo un 7,49% de los habiantes se han reforzado. La situación es muy similar a la de Los Chiles, donde los esquemas completos superan el 70%.
En este lugar, las condiciones son muy similares a las del cantón vecino: accesos difíciles, personas que aún no completan el tiempo para recibir el refuerzo o que no sienten la necesidad de uno.
Sin embargo, el hecho de que en las últimas semanas esta tercera dosis haya sido establecida como obligatoria para trabajadores del sector público podría acercar a más personas a ella.
Este reportaje fue realizado con el apoyo de la International Women’s Media Foundation (IWMF) como parte de su Iniciativa global de reportajes sobre la salud: vacunas e inmunización en América Latina y el Caribe.