“Cerrar escuelas sería el último recurso y solo si se cierra todo lo demás para evitar contagios (de covid-19). Jamás podemos pretender cerrar escuelas y colegios y dejar bares abiertos”.
Las palabras del demógrafo y salubrista público Luis Rosero, enmarcan su pensamiento: el tener un curso lectivo en modalidad semipresencial y que los estudiantes sí acudan algunos días a las aulas no tiene mayor impacto en la ola pandémica que el país atraviesa.
“Sí, probablemente sí se han dado algunos contagios en estos espacios, pero no son los causantes del aumento de casos y hospitalizaciones que vemos hoy. Eso no es un factor determinante”, recalcó Rosero a La Nación.
El especialista se había referido previamente a este tema en un foro que publicó, el pasado 5 de mayo, en la sección de Opinión de este diario.
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Su criterio choca con el del Colegio de Médicos, que este jueves pidió la suspensión de clases en escuelas y colegios al afirmar que aunque el porcentaje de infección del virus en niños es bajo, no su capacidad de transmisión.
“En este sentido, la recomendación está enfocada en reducir los escenarios que faciliten la transmisión del virus, en tanto, también sea un periodo que permita la vacunación de los docentes para generar un ambiente más seguro”, explicó, Elliott Garita Jiménez, secretario de la Junta de Gobierno del Colegio.
También los sindicatos del Magisterio Nacional han solicitado el cierre de aulas hasta que los maestros estén vacunados contra el virus.
Otros que abogan por un cierre temporal de escuelas son el matemático Tomás de Camino y el informático Santiago Núñez, que realizan análisis periódicos del comportamiento de la pandemia.
“Cerrar colegios por un mes. A 15 días, determinar el impacto en hospitalizaciones y comenzar plan de reinicio con clases híbridas. Si funciona, pasado el mes determinar si se inicia de una vez o se espera dos semanas más”, dijeron en sus más recientes recomendaciones.
A pesar de esos planteamientos, el Ministerio de Educación Pública (MEP) y el Ministerio de Salud coinciden en que la modalidad semipresencial se mantendrá porque no constituye un disparador de casos, como lo confirmó Rosero.
Daniel Salas, jerarca de Salud, aseguró que el tema se analiza constantemente, pero fue claro en que cerrar escuelas sería una medida de último recurso.
Según datos que el MEP dio a conocer el pasado miércoles, en la semana del 23 al 29 de abril, de los 4.465 centros educativos del país, solo el 12% (539) registraron casos positivos de covid-19. El 60% solo presenta un contagio.
De momento hay 1.024 afectados: 437 estudiantes, 524 docentes y administrativos y 63 funcionarios de apoyo.
“El número puede sonar grande, pero ¿cuánto es esto en el contexto? 1.024 casos cuando hay semanas que superan los 10.000 casos. Sí debe haber más casos que antes, pero esto es porque en todo el país se están presentando más casos; es el comportamiento que vemos hoy de la enfermedad”, dijo Rosero.
“A esto debemos agregar que no todos los contagios se dieron en centros educativos. Pudieron darse en otros contextos en la comunidad”, añadió.
Tres motivos
Luis Rosero subrayó que hay estudios internacionales serios que indican que la apertura del ciclo lectivo no representa un riesgo mayor ni se ha asociado a brotes de covid-19.
El demógrafo señaló que, aunque Costa Rica carece de estudios con el nivel de rigurosidad de otros países, sí hay análisis que pueden hacerse con los números que nuestro país reporta.
Según el especialista, hay tres razones por las cuales el hecho de que haya estudiantes en las aulas ni está relacionado con el aumento de casos ni justifica el que deban cerrarse los centros educativos.
La primera es que no hubo un pico en las infecciones en los días posteriores al inicio del curso lectivo. Esto se observó después de Semana Santa.
“En febrero más bien hubo disminución de casos”, apuntó Rosero.
El segundo motivo es que no se ha dado una subida en los números de casos de menores de edad.
“Si los centros educativos fueran sitios de contagio, estaríamos viendo números mucho mayores en casos de niños y adolescentes que los vistos anteriormente, y esto no es así”, expresó el demógrafo.
Finalmente, el especialista apuntó que, si se analizan los lugares donde viven más escolares y colegiales y se ven los casos reportados de la enfermedad, más bien el aumento fue mucho mayor en los lugares donde no hay población de estas edades.
Para él, la presencialidad no solo ayuda a mejorar el proceso educativo, sino también a tener mejor desarrollo en otras áreas de la vida.
El Patronato Nacional de la Infancia (PANI) se pronunció en la misma línea, al considerar que el asistir algunos días a los centros educativos “posibilita el ejercicio de otros derechos, como el derecho a la salud, la alimentación, la recreación, la cultura, el deporte y la protección”.
“El acceso a la educación representa un medio para el desarrollo integral, la generación de capacidades vinculadas con el aprendizaje y las habilidades para la vida.
“Las interacciones con los pares generacionales contribuyen en el proceso de socialización que fortalece los conocimientos”, concluyó Ana Gladys Jiménez, ministra de Niñez y Adolescencia.
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