El Día de la Madre es motivo de celebración y para estar feliz en casi todas las familias. Pero esto no es así para algunas personas. Quienes perdieron a su mamá y este es el primer 15 de agosto sin ellas, las mujeres que vieron morir a un hijo o lo perdieron en su vientre, o las que desean conseguir un embarazo y no lo logran pese a años de intentos.
Para estos grupos, esta festividad suele ser mucho más complicada y difícil de sobrellevar. El que este año sea un fin de semana largo dificulta afrontarlo, porque las celebraciones duran más tiempo y la presión social para “sentirse bien” es todavía mayor.
“El problema no es la fecha como tal, las fechas conmemorativas tienden a recrudecer por lo simbólico que hay ellas. Entonces quienes ya están en proceso de duelo lo recrudecen. Mucha gente vive esto desde que hay almuerzos en los trabajos, regalos que se dan en las empresas, todo eso ayuda a que el dolor pueda volverse más grande”, manifestó el psicólogo Álvaro Solano.
En este sentido, se recomienda vivir el día a día y no decir directamente “no quiero hacer nada este día”, y más bien pedir a sus familiares que le dejen llegar a ese día y ver qué quiere hacer.
“Si yo empiezo a preocuparme por un día que no ha llegado, voy a generar más ansiedad, más neurosis. Hay personas que detonan ataques de pánico o ansiedad por todo el estrés que se está generando de tanto pensamiento. Lo ideal entonces es esperar al día para esperar qué ánimo siente”, dijo el psicólogo.
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En ausencia de mamá
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Solano hizo énfasis en que no todas las personas reaccionan por igual ante una misma situación, por lo tanto, no todos los miembros de una familia viven el duelo al mismo ritmo ni con la misma intensidad y eso debe respetarse.
“A veces, en las mismas familias hay cierta presión sobre los hermanos que no están en la misma etapa y pretenden que vivan como si estuvieran en mayor aceptación. Yo no puedo obligar a mi hermana a hacer algo que tal vez yo sí me sienta con ánimos de hacer, pero ella tal vez no. No puedo obligar a nadie”, subrayó el especialista.
Dentro de los consejos, Solano apuntó:
- Disfrute los recuerdos: haga memoria de los ratos lindos que pasó con ella. Podría cocinar aquel platillo que tanto compartieron juntos, o escuchar una música que a ella particularmente le gustaba. Rememore esos recuerdos, piense en ellos.
- Comparta con las personas con las que tuvo un vínculo. Si su ánimo lo permite, reúnase con sus hermanos, primos, tíos y personas allegadas a su mamá.
- Si ve que las redes sociales se llenan de fotos de sus contactos con la mamá ¡hágalo usted también! Busque su foto favorita con ella y compártala con sus contactos. Escriba sus recuerdos con ella.
- No se reprima: hable de lo que siente, desahóguese, llore lo que necesite llorar. Valide sus sentimientos.
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Después de la muerte del hijo
Este es uno de los duelos más complicados que puede tener una persona.
“Hay un vínculo muy fuerte, que no se compara con ningún otro. No se rompe. Es recordar que se deja la presencia física, pero es aceptar que esa persona que amamos no está físicamente”, recalcó.
“Cuando se da la pérdida el proceso es desequilibrante. Las mamás piensan que el proceso natural es que los hijos las entierren, no ellas enterrar a un hijo”, añadió.
Por eso, es importante que a estas mujeres se les dé todo el espacio para vivir su dolor y su duelo, y se les recalque que ahí se está para ellas.
“Nunca decirles, ‘ahí está el amor de tus otros hijos’. Ningún hijo sustituye a otro, no invalidemos ese dolor, la presencia física de ese hijo que falleció ya no está”, aseveró.
En el caso de las mujeres que pierden un hijo en su vientre esto puede recrudecerse, ya que nunca se vieron cara a cara con la criatura que esperaban.
“Ya hay vínculo con ese bebé. Se siente que se pierden los ideales sin haber conocido al hijo. No se verá en ese cuarto que se hizo, las primeras palabras, los primeros pasos. Son sueños que no se concretan”, destacó.
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Un embarazo que no llega
Para muchas mujeres, el Día de la Madre es el recordatorio constante de que ellas todavía no lo son y eso puede generar mucho dolor. A esto se le unen consejos no solicitados de personas que les dicen que prueben x o y remedio porque “a fulanita le funcionó” (y probablemente eso ya lo probaron sin éxito), o quienes insisten en la adopción sin siquiera preguntarles.
“Tenemos nuestros sueños y tenemos nuestros anhelos, y cuando no se ven concretados por ciertas situaciones también es un proceso que tengo que llevar y que elaborar adecuadamente. Debemos darnos ese espacio para vivir ese duelo”, aseveró.
En proceso
Hay recomendaciones en común para todos estos tipos de duelos, manifestó Solano, quien también es director de la Escuela de Psicología de la Universidad Fidélitas.
Una de ellas es escribir una carta donde le cuenten a esa persona todo lo que la aman, le pidan perdón por lo que necesitan pedirlo, le digan que a la persona que la perdonan y le cuenten sus cosas.
“Es una carta que no tengo por qué compartirle a alguien. Es solo mía y de la persona que amo y ya no está físicamente. Una vez que la terminamos, la quemamos y de forma simbólica con ese fuego y humo el mensaje le llegue a ese ser amado”, expresó.
Cada duelo es único, pero siempre es importante soltar, liberar, expresar, buscar apoyo terapéutico, rememorar a ese ser querido para ir superando el dolor, la tristeza.
Hay empresas como La Piedad que tienen programas de responsabilidad social como la Línea 800-Amanece (800-2626323), que busca ayudar a las personas de manera desinteresada.
¿Cómo acompañar a estas personas?
Si nosotros no estamos viviendo un duelo, pero sí tenemos a nuestro alrededor personas que estén pasando un momento como este corremos el riesgo de, con las mejores intenciones, hacer más daño y producir más dolor.
Solano insiste en una máxima de dos palabras: escucha y respeto, sin tratar de aconsejar si no se nos pide.
“Cuando una persona está en duelo usualmente no está buscando consejos. Hay dos conductas muy normales que tenemos en ese momento, la manifestación del dolor a través del llanto y el hablar una y otra vez de eso que nos causa dolor”, explicó.
“El llanto es fundamental. Nunca digamos ‘no llore’”, añadió.
También subrayó que una persona en duelo necesita ser escuchada. Aunque hable el tema todo el día, de forma recurrente.
“Si la gente nos regaña cada vez que tocamos el tema, entonces voy a tender a quedarme callado, y entonces eso va a dificultarme el duelo. Entre más lo hablemos, más lo vamos a racionalizar y eso nos hace ir superando el duelo”, concluyó.