El corazón. Un órgano que trabaja todo el tiempo por nosotros, es la bomba encargada de llevar y distribuir sangre a todo el cuerpo. Sin embargo, no lo cuidamos como deberíamos hacerlo, como una pieza vital de nuestro cuerpo. Por el contrario, lo maltratamos.
“Es un sistema de bombeo que, si no funciona, el resto del organismo no va a funcionar bien y no va a poder llevar a cabo las funciones más básicas, sin embargo, lo damos tan por sentado que muchas veces ni nos percatamos de cómo lo dañamos”, recalcó la cardióloga Melissa Rodríguez.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) presentó recientemente un informe con datos de 194 países en el que dio cuenta de las enfermedades crónicas no transmisibles (NCDs, por sus siglas en inglés) y dedicó un capítulo especial a las enfermedades cardíacas y sus factores de riesgo.
Con motivo del Día Mundial del Corazón, que se celebra este jueves 29 de setiembre, La Nación repasa los datos del informe para Costa Rica y recuerda las formas en las que podemos cuidar este órgano para que siga trabajando por nosotros sin que le dificultemos su labor.
Antes de la llegada de la covid-19, una sola enfermedad cardiovascular era la principal causa de muerte en el país. Por año, morían cerca de 1.450 personas por este motivo.
Si unimos las diferentes enfermedades cardiovasculares e incluimos los accidentes cerebrovasculares, la insuficiencia cardíaca y otras enfermedades del aparato circulatorio, en 2019 este gran grupo provocó la muerte de 6.057 costarricenses, según el reporte de la OMS: 3.295 hombres y 2.762 mujeres.
Para entender este fenómeno, primero veremos cómo están las muertes en Costa Rica por males cardíacos en relación con otros lugares del mundo y luego iremos a las causas: a esos factores de riesgo que muchas veces perdemos de vista y es posible reducir.
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Así nos matan las enfermedades del corazón
Para entender mejor las estadísticas de nuestro país, debemos explorar cómo se hizo el reporte de la OMS y cuál es la situación en cada aspecto analizado.
El año más reciente que se analizó fue 2019, justo antes del inicio de la pandemia, dado que no todos cuentan con cifras concretas de 2020 y 2021.
Para entonces, la mortalidad de Costa Rica por esta causa era de 93 por cada 100.000 habitantes, menos de la mitad del promedio mundial (208 por cada 100.000), y un tercio menos de la del continente americano (137). Tenemos la tercera menor mortalidad del continente por estas enfermedades, luego de Perú (73) y Canadá (79).
El 28% de los fallecimientos por causa cardíaca se dan de forma prematura (antes de los 70 años). Esto dista del 36% del promedio mundial, y está por debajo del promedio del 30% del continente.
Según Rodríguez, dentro de las razones por las cuales las muertes prematuras están por debajo de los promedios mundiales y de América es porque, una vez diagnosticadas, aunque sean de forma tardía, en Costa Rica logran atenderse. No obstante, una combinación de estilos de vida con otros factores no modificables -como la genética- hacen que estas cifras no bajen tanto como debieran.
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Los ‘números de la rifa’
Cuando se analizan los factores que a mediano y largo plazo aumentan el riesgo de enfermedades y muertes, pueden verse las razones por las cuales nuestro país tiene a estas enfermedades como una de sus principales causas de muerte.
Hipertensión. Ocurre cuando las arterias se vuelven más rígidas y menos flexibles. Esto dificulta el paso de la sangre y afecta el corazón. Esto se da luego de años de malos hábitos en los que se va acumulando grasa y calcio en las arterias. Según el reporte, el 38% de los costarricenses de 30 años o más son hipertensos. Esto está por encima del 33% del promedio global o del 35% del promedio americano. No obstante, esto también podría deberse a que en otros países no hay buenos sistemas de diagnóstico.
Según el reporte, el 70% de los hipertensos recibe el tratamiento adecuado, contra un 42% del promedio mundial y un 60% del promedio del continente.
Colesterol. El promedio tico es de 4,8 mm/L, en el mundo es de 4,5 y en América de 4,6.
Niveles altos de glucosa en ayunas. Esta condición aumenta el riesgo de desarrollo de diabetes. En nuestro país es del 9%, igual que el promedio mundial. En el continente es solo de un punto porcentual más bajo: 8%.
Obesidad. Esta condición aumenta el riesgo de cualquier enfermedad cardiovascular. En Costa Rica, el 26% de los adultos y el 11% de los adolescentes son obesos. En el mundo, el porcentaje es del 13% para adultos y de 6% para niños. En el continente la obesidad es mayor, el promedio en adultos es del 29% y en adolescentes de 13%.
Fumado. El fumado no solo aumenta el riesgo de cáncer pulmonar, también de varias enfermedades del corazón. En Costa Rica el tabaquismo activo es del 9%, inferior al promedio mundial de 23% y al americano, de 17%.
Consumo de sal. La recomendación de la OMS es de 5 gramos (una cucharadita) al día. Los ticos consumen el doble, pero en el mundo se llega a los 11 gramos. Sin embargo, en América el promedio es de 9 gramos.
Sedentarismo. La recomendación de la OMS para los adultos es hacer, como mínimo 150 minutos de actividad física por semana, separados en al menos 30 minutos diarios, cinco veces por semana. El 46% de los adultos no alcanza esta meta, en el mundo el promedio es del 28% y en América del 39%.
Episodios de ingesta excesiva de alcohol. En Costa Rica, el 14,5% de los adultos ha tenido en los últimos 30 días algún episodio de consumo excesivo de licor. Es importante mencionar que en las mujeres es del 4,4% mientras que en los hombres del 24,5%.
En el mundo, el 18,2% de personas de ambos sexos han tenido estos episodios, en el continente es del 21,3%.
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¿Qué hacer?
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Rodríguez enfatizó en que hay que tener claros los factores que podemos cambiar y los que no. Así, no podemos modificar ni nuestra edad, ni nuestros genes ni nuestro sexo biológico, pero sí nuestros hábitos.
Una alimentación saludable, 150 minutos semanales de ejercicio, dormir bien y controlar el estrés alejan al sobrepeso (y obesidad), hipertensión y diabetes tipo 2. Y, en caso de ya padecerlos, los hace más fáciles de llevar y aleja de consecuencias más complicadas, como infartos o accidentes cerebrovasculares.
Para la nutricionista Maricruz Ramírez Di Leoni, la alimentación variada es determinante.
“El alto consumo de vegetales, de frutas, de agua, de grasas saludables nos aporta vitaminas, minerales, antioxidantes y fibra. Esta es una alimentación cardioprotectora, protege el corazón”, comentó.
Willliam Rubí Quirós, especialista en movimiento humano y educación física, recalcó la necesidad de hacer ejercicio.
“Nosotros estamos hechos para el movimiento. Nacimos moviéndonos, desde el vientre materno nos estamos moviendo. Antes debíamos movernos para conseguir nuestro alimento; ya no, nuestra vida nos lleva al sedentarismo. Entonces debemos buscar ese movimiento”, manifestó.
“Ahora las personas pasan sentadas entre ocho y 16 horas al día. Pasamos sentados en el trabajo y llegamos a la casa a sentarnos”, añadió.
El sueño también es vital para evitar estas enfermedades, lo mismo que controlar el nivel de estrés. Aunque se recomiendan ocho horas de sueño, esta regla no es igual para todos. Hay quienes solo requieren seis horas para dormir bien, pero otros necesitan nueve horas.
Quienes ya tienen una enfermedad crónica diagnosticada no están “condenados” a empeorar cada vez más su salud. Por eso es vital que no solo tengan alimentación, ejercicio y buen dormir, también que sigan su tratamiento médico.
De esta forma cuidaremos de nuestro corazón para que él siga cuidando de nosotros.
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