Dos de cada tres costarricenses de zonas urbanas entre los 15 y los 65 años pesan más de lo que deberían y con esto se exponen a enfermedades como diabetes, hipertensión, infartos, accidentes cerebrovasculares y cáncer, males que pueden resultar mortales o hacerles perder mucha calidad de vida.
Estas son las conclusiones del Estudio Latinoamericano de Nutrición y Salud (ELANS) del que nuestro país participó junto con Argentina, Brasil, Ecuador, Chile, Perú, Colombia y Venezuela. Los resultados de esta investigación han sido publicados en revistas como BMC Public Health, Nutrients y Public Health Nutrition. Los datos también fueron presentados en el Foro Nacional Salud en Costa Rica: Retos 2030, que se llevó a cabo el pasado 30 de agosto en el Hotel Real Intercontinental, en Escazú.
En nuestro país, el informe fue desarrollado por profesionales en nutrición de la Facultad de Medicina y la Escuela de Nutrición de la Universidad de Costa Rica (UCR).
El informe arrojó que el 32,6% de los costarricenses estudiados tiene sobrepeso y el 30,6% ya presenta obesidad. Si los comparamos con el promedio del estudio, la cantidad de sobrepeso nacional es menor –ya que la media de los países es de 34,4%–, pero esto no es una buena noticia, ya que los índices de obesidad son cinco puntos porcentuales mayores en Costa Rica.
Además, aquí son menos las personas con peso normal y saludable: 33,5%, mientras que el promedio de los ocho países en el informe es del 37,1%.
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¿Qué quiere decir esto? Para Georgina Gómez, nutricionista del departamento de Bioquímica de la Escuela de Medicina de la Universidad de Costa UCR e investigadora principal por Costa Rica en este estudio, el tico no es consciente de todo el daño que puede hacerle un exceso de alimentación mal balanceada.
“La gente cree que puede comer todo lo que quiera y eso no le hace daño. Se subestima el efecto de la obesidad en la salud, la gente obesa no sabe que está enferma porque la obesidad no duele hasta que ya produce consecuencias muchos años después, pero lo cierto es que es un mal que puede traer otras patologías como hipertensión, diabetes y más riesgo de infartos”, destacó la especialista.
Según Gómez, nuestro cuerpo aún tiene la “memoria” de cuando debíamos cazar y recolectar alimentos, trabajo para el cual necesitábamos más energías y entonces, debíamos comer más.
“Nuestro organismo está diseñado para almacenar energía, lo que en un principio nos permitiría sobrevivir un periodo de ayuno prolongado. Para esto tenemos el tejido adiposo, especializado en almacenar grasa, formado por células llamadas adipocitos. Toda esa energía extra que comemos durante el día y no gastamos en actividad física, la guardamos en forma de grasa en el adipocito”, expresó la especialista.
Y agregó: “un adipocito ‘normal’; es decir, el que acumula una cantidad moderada de grasa, produce y libera una serie de sustancias que llevan señales a otros órganos y nos dicen que ya están saciados, es decir, nos ayudan a evitar el sobrepeso. Pero si comer en exceso es parte de nuestra rutina diaria, toda esta grasa va a los adipocitos, lo que provoca que se llenen completamente de grasa. Este adipocito gigante, lleno de grasa, envía señales diferentes a las del adipocito ‘normal’. Algunos estudios dicen que promueven la resistencia a la insulina, la diabetes, la enfermedad cardiovascular y aumentan el riesgo de algunos tipos de cáncer”.
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¿Cómo se hizo el estudio?
El ELANS tomó en cuenta países latinoamericanos que tuvieran una necesidad de datos actualizados (la última Encuesta Nacional de Nutrición en nuestro país se hizo en los años 2008 y 2009) y que pudieran capacitar personal y hacer el estudio.
En total participaron 9.218 personas de los ocho países. En Costa Rica la cifra fue de 798 individuos, es el país con el menor número de participantes, dado que tiene una población más pequeña que las otras naciones involucradas en la investigación.
Solo se tomaron en cuenta áreas urbanas para que las poblaciones fueran más uniformes.
A los participantes se les visitó dos veces, con ocho días de diferencia entre la primera visita y la segunda. En cada una de las visitas se les pidió indicar todo lo que habían comido en las últimas 24 horas.
Además, se les hizo una entrevista donde se les preguntó por su alimentación y nivel de actividad física. Ese cuestionario fue “tropicalizado” según el lenguaje de cada país para una mayor comprensión.
En total, se reportaron 3.351 tipos de comidas y bebidas. Estas luego se pusieron en 93 grupos, según sus similitudes nutricionales. Posteriormente se categorizaron en 18 grandes grupos, donde no solo contaba el valor nutricional del platillo sino también su forma de preparación y el tiempo que tomaba comerla.
Asimismo, se les pesó y se les tomaron medidas de altura y circunferencia de cintura, cadera y cuello.
A la mitad de los participantes se les indicó también usar –durante una semana– un monitor llamado acelerómetro, que mide la cantidad e intensidad de la actividad física realizada.
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Problema con rostro de mujer
La investigación es clara en que hay dos poblaciones que más sufren los embates del exceso de peso: las mujeres y las personas mayores de 35 años.
En todos los países estudiados, los índices de obesidad fueron mayores en la población femenina.
En Costa Rica, la situación es muy clara: el 37,6% de las mujeres presenta obesidad, contra el 23,5% de los hombres.
Lo mismo sucede cuando se mide la circunferencia de la cintura. El 75% de las costarricenses tiene una medida mayor a los 88 cm –considerado el ancho máximo recomendado para ellas–, mientras que la cifra de hombres con más de 100 cm de cintura –máximo para ellos– es del 50%. La circunferencia de cintura mide la grasa abdominal y un número mayor al máximo recomendado se relaciona con más riesgo de males cardiovasculares.
¿A qué se debe la preponderancia de la obesidad femenina? Los especialistas apuntan a que no hay un motivo específico, si no la combinación de varios factores.
Una de las razones es que por cuestiones de los procesos biológicos de preparación para la maternidad, la mujer –aún cuando nunca tenga hijos– acumula mayor cantidad de grasa en su cuerpo que el hombre.
La nutricionista Elizabeth González añade: “la mujer tiene menos capacidad muscular que el hombre, podríamos decir que nuestro cuerpo es menos eficaz ‘quemando’ grasas que el de ellos”.
A esto se le deben unir componentes emocionales. Las estadísticas muestran que las mujeres son más vulnerables a trastornos como la depresión o la ansiedad y esto puede llevarlas a comer todavía más.
“Nuestra relación con la comida es muy emocional y esto aumenta cuando hay algún trastorno en el que las emociones estén involucradas. No hay nada peor que llegar a la casa y que no haya comida. Además, demostramos amor con comida, ya sea invitando a un restaurante o cocinando. Decimos que una buena comida nos reanima. Lo malo es que la adicción a la comida no es como la adicción a drogas, uno puede dejar de fumar, pero no puede dejar de comer porque necesitamos alimentarnos", reflexionó Gómez.
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Mientras más envejecemos el sobrepeso y la obesidad son mayores y con ello aumentan las posibilidades de tener más enfermedades crónicas y daños en la salud.
Los más jóvenes sufren menos de estos problemas. Entre los 15 y los 19 años más de la mitad de las personas tienen peso normal (51,2%), pero ya una de cada cinco personas (20,7%) tiene sobrepeso y un 12% presenta obesidad.
Los adultos jóvenes, entre los 20 y 34 años, ya registran un 30,9% de sobrepeso y 23,3% obesidad.
Sin embargo, la situación se torna preocupante después de los 35 años, cuando ya más de las tres cuartas partes de las personas tiene exceso de peso. Para el grupo de edad de entre 35 y 49 años, el 37% tiene sobrepeso y el 41,5% obesidad.
Y la situación preocupa más entre los 50 y 65 años, pues el 38,9% sufre sobrepeso y el 43,4% obesidad. En este grupo de edad solo el 17,11% tiene peso normal.
La circunferencia de cintura también tiene más valores alarmantes después de los 35 años. En el grupo de 35 a 49 años el 77,7% supera el valor máximo recomendado, y en el grupo de 50 a 65, el 89,5% sobrepasan este valor.
¿Cuáles son los motivos? Para Gómez, una de las razones es que el metabolismo se vuelve más lento y necesita más tiempo para procesar todo lo que comemos. El tejido muscular también se debilita conforme nos hacemos más viejos.
En el caso de las mujeres, la llegada de la menopausia y que se produzcan menos hormonas también complica el peso.
Pero también hay otras cosas que no están relacionadas con la edad en sí, sino con acciones que las mismas personas realizan: por ejemplo, con la edad los individuos se mueven menos, y pasan más tiempo descansando, especialmente cuando ya están pensionados. No obstante, siguen comiendo igual –e incluso más– que cuando tenían una vida más activa.
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¿Es posible prevenir o bajar el riesgo de sobrepeso y obesidad? La respuesta es sí y lo mismo sucede si ya alguien tiene sobrepeso o está obeso. Claro, en este caso puede que tenga que esforzarse un poco más.
La buena noticia es que en ninguno de estos escenarios hace falta desembolsar grandes cantidades de dinero ni someterse a tratamientos extremos.
Comer cinco porciones diarias de frutas y verduras, evitar las frituras y el exceso de azúcar, realizar 150 minutos semanales (unos 30 minutos al día) de actividad física moderada a la semana (como caminar rápido o hacer su ejercicio favorito), no fumar y no abusar de las bebidas alcohólicas, son estrategias preventivas.
Si usted ya tiene unos kilos de más, los expertos son claros: no busque hacer dietas que se encuentran en Internet o la que hizo su prima o su tía, comience a comer más sanamente. Si quiere un programa de alimentación, entonces es necesario consultar con un nutricionista que diseñe un menú adecuado a sus necesidades específicas.
En el caso de que tenga enfermedades crónicas como hipertensión o diabetes es importante que siga el tratamiento que le indicó el médico al pie de la letra. No hacerlo no solo puede contribuir con más aumento de peso, también dañará aún más su salud.
“El problema se tiene que encarar desde varios frentes. Nosotros somos los principales responsables de nuestra salud, pero también hay trabajo que le corresponde a los legisladores, a quienes hacen políticas públicas, a los investigadores y a los docentes. Debemos trabajar en conjunto”, aseveró Gómez.
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¿Por qué los costarricenses tenemos estas estadísticas poco esperanzadoras? No hay una sola respuesta, pues el exceso de peso es algo multifactorial.
Como se ha visto, la genética, factores hormonales y las emociones juegan un papel en nuestra contra. Sin embargo, el estilo de vida es uno de los factores con mayor impacto. Y es allí donde viene el problema: comemos mal y no hacemos actividad física.
El miércoles pasado, un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicado en la revista The Lancet Global Health señaló que Costa Rica es el sexto país más sedentario del mundo, donde el 46,1% de los adultos no hace la actividad física suficiente para mantenerse saludable.
¿Cuál es el rol de la alimentación? El ELANS también dedicó su rato a ver lo mal y poco balanceado que comemos. Este lunes otro reportaje explorará qué están comiendo los ticos, qué han dejado de comer en las cantidades necesarias y los efectos de todo este descalabro.
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