A las 9 a. m. del jueves 9 de julio, pocos pobladores y aún menos vehículos transitaban por Santa María, cabecera del cantón de Dota. La gente iba a paso rápido a atender sus diligencias y llevaba puestas mascarillas o caretas.
Cuatro horas más tarde, a la 1 p. m. del mismo jueves, en San José, el Ministerio de Salud anunciaba la cifra más alta de enfermos de covid-19 registrada desde marzo, cuando empezó la emergencia sanitaria: 649 confirmados en 24 horas.
Ninguno, sin embargo, era en Dota, como ha ocurrido a lo largo de los poco más de cuatro meses de pandemia.
Este pueblo en medio de montañas, lugar de tradición cafetalera y turística, es uno de los dos cantones donde la covid-19, no ha llegado. El otro es el recién creado Río Cuarto.
“Uno trata de no salir, solo a lo mínimo. Es de protegernos unos a otros. Es un trabajo en equipo. Aquí hay muchos adultos mayores y queremos cuidarlos”, afirmó Camila Angulo, quien salió con su hermana Ximena a comprar pan y ya iban de regreso a su casa.
En las zonas más montañosas del cantón, como Copey, el movimiento era aún menor. Las personas estaban o en el Ebáis o en su casa.
“Aquí hay mucha gente que sale a trabajar todos los días. Mi esposo, por ejemplo, pero tenemos todo un protocolo. Él entra por la puerta de atrás, deja todo en la puerta, la ropa a lavarse, él a bañarse. No salimos más allá de eso. No recibimos a nadie. Hay familia de San José que quiere venir a pasear, que caminen por la calle y la acera, no los dejamos entrar” manifestó Ariadnne Cruz, vecina de Quebrada Grande de Copey. Ella atendió a La Nación desde el jardín externo de su casa y se mantuvo a más de dos metros de distancia para “protegernos entre todos”.
No hay que recorrer más que unos minutos en carro para llegar a León Cortés, cantón que para ese día no tenía un solo caso. Un solo contagio se confirmó 24 horas más tarde, el viernes.
“Los protocolos se están cumpliendo al mil por mil. Cada negocio implementa, basado en el plan nacional, cosas extra, para tener todavía más protección para el pueblo, para los clientes y para nosotros”, dijo Andrea Angulo, quien tiene una soda en San Pablo, el distrito Central.
A unos 130 kilómetros de distancia, un cantón pequeño, el más joven del país, tampoco suma casos: Río Cuarto, que hasta 2017 fue parte de Grecia, tampoco ha visto pasar la enfermedad por sus tierras.
“Nos estamos tomando esto en serio, hay que cuidarse como si el virus estuviera aquí”, dijo vía telefónica a La Nación Marielos Ruiz, vecina del lugar.
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¿Hay algún secreto? ¿A qué se le atribuye?
No hay una razón específica a la que se le pueda atribuir que la cuenta se mantenga en cero en esas comunidades. No obstante, para Ileana Vargas, directora de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Costa Rica (UCR) y, Ana Cecilia Morice, epidemióloga y exviceministra de Salud, hay factores que pueden explicarlo.
Uno de ellos es la baja densidad poblacional, y el hecho que la gente no vive tan cerca una de la otra, tampoco es común el que personas vivan en condiciones de hacinamiento.
Dota es un cantón de 7.800 habitantes de los cuales solo 3.500 vive en el centro, los demás viven dispersos en diferentes zonas. El cantón tiene una extensión de 400,22 kilómetros cuadrados, por lo que la densidad poblacional es de solo 18,48 habitantes por kilómetro cuadrado.
León Cortés y Río Cuarto son cantones más pequeños y populosos, la densidad poblacional de León Cortés sí es baja, con un 59,6, la de Río Cuarto es más alta, con 115,39.
Para poner en perspectiva, la densidad poblacional de Costa Rica es de 98 habitantes por kilómetro cuadrado, pero el cantón más populoso y denso es San José, con 7.886.
Otras razones que influyen es que, aunque no son cantones especialmente ricos, sí tienen su estabilidad económica y además de son autosuficientes, la gente no requiere salir de allí para encontrar lo que necesita.
“Son cantones en los que las personas no están saliendo constantemente, tampoco entra gran cantidad de personas de afuera. No hay mucha pobreza, son más equitativos, estas también podrían ser razones”.
Los vecinos coinciden en que esa puede ser una razón.
“La seguridad que tenemos en este pueblo, como estamos un poquito lejos de la capital...aquí tenemos todo, son pocas las personas que salen a comprar cosas a otros pueblos”, señaló Angulo.
Para Morice, el hecho de no estar cerca de centros grandes de población, pero también lejos de la frontera, les da esa ventaja.
“Aunque Río Cuarto sí está en una zona en la que tiene cantones ‘calientes’ cerca, es un cantón dinámico, con todos los servicios. León Cortés y Dota son cantones prósperos, con mayores posibilidades, personas que están lejos de la densidad de la Gran Área Metropolitana y no necesitan venir aquí todo el tiempo”, destacó.
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Compromiso de la gente y estrategias locales
Para Leonardo Chacón, Jose Miguel Jiménez y Dennis Mora, alcaldes de Dota, Río Cuarto y León Cortés, respectivamente, adaptar la estrategia nacional a las especificidades locales es una de las razones del éxito.
Sin embargo, el compromiso de las personas ha sido vital para mantenerse hasta el momento en cero casos, o en el caso de León Cortés, con uno solo.
Dota y León Cortés trabajan en conjunto con su vecino Tarrazú, lugar que solo registró cuatro casos en marzo pasado, personas que estuvieron en Estados Unidos.
Estos tres cantones de la zona de Los Santos, tienen un plan conjunto de acción que involucra a las municipalidades, Bomberos, Fuerza Pública, Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), Ministerio de Salud y los comités cívicos cantonales, así como empresarios y dirigentes comunales.
“Sí hay mucha gente que trabaja fuera de aquí, o que debe entrar y salir, pero todos hacen caso de las recomendaciones, saben que es un esfuerzo de todos”, enfatizó Chacón.
Los protocolos, dijo, están aterrizados a su situación, a las particularidades esta población.
Mora indica que el papel de la ciudadanía ha sido trascendental, porque desde un inicio ha estado involucrada: “Se ha hecho perifoneo, ido casa por casa, hemos caminado y le hemos explicado a la gente. Si usted ve, casi no hay gente en la calle, y los que están tienen su mascarilla. Aquí fuimos un paso adelante, los comercios comenzaron a pedirle a la gente que usara mascarillas antes de entrar desde hace rato”.
Jiménez coincide: “Hemos hecho perifoneo, hemos caminado, hemos tenido comunicados vía WhatsApp, pero la gente es la que lleva más peso. La gente tiene orgullo de ser un cantón sin casos y se pone más la camiseta”.
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El desafío de mantenerse sin casos
A diferencia de la zona de Los Santos, que está aislada de regiones con alta cantidad de casos, Río Cuarto está muy cerca de San Carlos, que en un momento fue epicentro de la enfermedad y donde sigue activa.
Por este motivo la estrategia nacional que han trazado el Ministerio de Salud y la Comisión Nacional de Emergencias (CNE) funciona diferente. Durante unos días tuvo restricción vehicular diferenciada de 5 p. m. a 5 a. m., y tuvieron medidas similares a las vistas en cantones en alerta naranja.
“Ayer (el jueves) hicieron pruebas aleatorias en todo el cantón para determinar y ver qué pasa aquí. Si realmente no hay casos o si algo se está escapando en personas sin síntomas. Estamos a la espera de resultados”, enfatizó Jiménez.
“Yo lo que le pido a la población es que no bajemos la guardia para mantenernos así la mayor cantidad de tiempo posible”, agregó.
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Cuatro cantones vieron a la covid-19 pasar e irse
Julián Piedra estuvo como médico encargado de la unidad covid-19 en San Marcos de Tarrazú, su trabajo comenzó el 27 de marzo, con el diagnóstico del primer caso, posteriormente enfermaron tres personas más. En total, cuatro personas que habían estado vacacionando en Estados Unidos tuvieron el virus. Nadie más.
Para cuando terminó el mes de abril todos los casos estaban recuperados y no se veían más. Piedra regresó a su puesto como médico en el Ebáis de Copey de Dota.
“Aquí en Dota o en Tarrazú no es que no haya habido sospechosos, sí hemos tenido, pero no han pasado a más. Aquí en Ebáis no se toman muestras, se mandan al CAIS (Centro de Atención Integral en Salud) de Tarrazú para que les tomen la prueba”, indicó Piedra.
Al caminar por las calles de San Marcos de Tarrazú sucede lo mismo que en los cantones vecinos: muy poca gente, y esa poca se cubre con mascarillas o caretas. Incluso en el parque se ven mantas donde el gobierno local le pide a las personas quedarse en casa.
Hay otros tres cantones en los que tampoco hay casos activos del todo. Ninguno de ellos superó las ocho personas con el virus: Jiménez (Cartago), donde hubo ocho casos; Parrita (Puntarenas), donde hubo un caso, y Nandayure (Guanacaste), con uno solo también.
Montes de Oro, en Puntarenas, registró este sábado un caso más, pero llevaba más de un mes en tener solo dos casos acumulados y ya recuperados.
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La cosecha cafetalera: el mayor reto
En Dota, Tarrazú y León Cortés son conscientes de que el éxito tenido hasta hoy puede venirse abajo en unos meses.
“Tenemos un factor de riesgo inmenso, y es la cosecha de café, si no se toman las medidas o no atacamos a tiempo podríamos volvernos el epicentro de la pandemia en Costa Rica”, afirmó Chacón.
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“A partir de noviembre podemos esperar de 5.000 a 18.000 personas en Dota, Tarrazú y León Cortés para trabajar en las cosechas, y esto dura de cuatro a cuatro meses y medio”, añadió.
Mora complementa: “nos convertimos en un tipo de Estados Unidos para los latinos, somos el centro de atención de personas que necesitan trabajo, gente en pobreza, gente que migra, tanto de Centroamérica como los indígenas gnöbe de Panamá. Esto debe manejarse con cuidado”.
Vargas, como salubrista pública, también apuntó ese riesgo: “la cosecha cafetalera que se da hacia el final de año en la zona podría ser crítica para cambiar la situación en estos lugares”.
Los tres gobiernos locales de la zona de Los Santos” ya van un paso adelante y diseñan un plan para las fincas cafetaleras.
“Este es el TNT de los virus, nos cambió la realidad nacional y no podemos permitir que nos cambie a nosotros”, especificó Chacón.
Entre otras cosas, el plan contempla que, sin importar de dónde vengan los trabajadores, estos deberán guardar cuarentena en un lugar que cada finca debe adecuar para que las personas mantengan un distanciamiento. Una vez pasado este tiempo, podrán ponerse a trabajar.
“Aunque vengan de Coto Brus y ya hayan estado en Costa Rica desde hace rato, esos trabajadores también hacen cuarentena”, destacó Chacón.
Mora indica que las reglas serán más estrictas, pero son necesarias: “la cosecha debe hacerse, la necesitamos, eso no está en discusión, lo que debe adaptarse son las formas. Necesitamos que los productores y dueños de finca entiendan que los trabajadores deben estar en cuarentena primero y luego deben permanecer en regla”.
La otra posible amenaza, aunque menor, según Chacón, es que al ser una zona turística la llegada de gente es necesaria para la economía del cantón, pero puede afectar.
“Este fin de semana entró un montón de gente a la zona. Y que bien, pero el mensaje es: ‘si va a venir a Dota, traiga su mascarilla, y si se siente enfermo o resfriado, no venga”, concluyó.