“Me tiré a la calle a los nueve años. Mi mamá se murió y mi papá se volvió a casar, me hizo a un lado y yo, simplemente no pude soportarlo. Empecé a portarme mal en la escuela, a ser agresivo, hasta que un día no quise volver, empecé a consumir desde esa edad”.
Ese es el relato del porqué se inició en el mundo de las drogas un indigente a una edad sumamente temprana. Él ahora tiene 35 años y es vecino de San Sebastián, donde cuida carros. Más su historia no es aislada. Aproximadamente el 74% de los indigentes del Gran Área Metropolitana tiene entre 17 y 47 años y confiesa sufrir adicción.
Esta realidad la evidenció Karina Phillips Hidalgo, licenciada en enfermería de la Universidad Hispanoamericana (UH), en su tesis “Factores socio-personales que intervienen el proceso de consumo de psicoactivos en población indigente mayor de edad, en el Gran Área Metropolitana”.
Según datos que ella tomó de la Ficha de Información Social de Personas Institucionalizadas y Casos Especiales del Instituto Mixto de Ayuda Social, existen un aproximado de 3.285 indigentes a lo largo del territorio nacional, aunque es difícil de determinar un número exacto, debido a su naturaleza nómada.
Phillips estima que el principal bloque de indigentes proviene de San José (65%), Limón (12%) y Puntarenas (8%). Cabe agregar, que por nacionalidad, la mayoría son costarricenses (83%), aunque también hay colombianos, nicaragüenses y hondureños.
De toda esa población, Phillips se enfocó en una muestra de 100 indigentes, todos adictos a las drogas y vecinos de zonas como Purral de Goicoechea, San Sebastián, la estación de buses La Coca Cola y los alrededores del parque central y La Sabana.
Como se mencionó al principio, el dato más llamativo revelado por Phillips es que la drogadicción en estado de indigencia tiene un rostro joven, en edad productiva.
Así, el 14% de las personas en dicha condición y adictos a los psicoactivos tiene una edad comprendida entre los 18 y los 27 años, seguido de un promedio del 30% entre los 28 y los 37 años y finalmente, otro 30% se encuentra entre 38 y 47 años.
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En su investigación, Phillips determinó que el comienzo del consumo de drogas en esta población suele ocurrir, en promedio, entre los 11 y los 20 años. Asimismo descubrió que la indigencia tiene una mayor afectación en los hombres, ya que un 88% de los indigentes son varones y el restante 12%, mujeres.
Con o sin prescripción médica
Al hacer referencia de esta población, muchas personas podrían dejarse llevar por los prejuicios, pues existe la creencia de que los habitantes de la calle consumen solamente drogas consideradas ilegales.
Sin embargo, el estudio reveló que 53% de los entrevistados reconoció utilizar psicotrópicos bajo receta médica, mientras que el 73% consume productos de venta libre.
“Cuando yo les preguntaba a ellos me decían: ‘no, yo no consumo drogas de prescripción médica’ y cuando les pedía detallar qué cosas consumían me decían, por ejemplo, que diazepam, una droga de prescripción médica. También, me decían que fumaban, cuando el cigarro es un psicoactivo de venta libre”, aclaró Phillips.
Si bien es cierto que los llamados “habitantes de la calle” consumen mayoritariamente alcohol, tabaco, marihuana y crack, algunos, aunque en menor grado, también aceptaron utilizar la heroína y la dietilamida de ácido lisérgico (mejor conocida como LSD).
¿Y qué tan frecuente consumen todas estas sustancias adictivas? En el estudio, un 40% reconoció emplear psicotrópicos de manera diaria, mientras que el 26% los consume de una a dos veces por semana y el 18% de tres a cinco veces semanalmente.
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De igual manera, Phillips logró determinar que la principal razón por la que consumen psicoactivos, independientemente de si son legales o no, podría tener relación con “el bajo aprecio que tienen de sí mismos", aunado a otras razones de índole social.
“Muchos están ahí porque una decepción amorosa los llevó a consumir drogas y está los llevó a la calle. La baja autoestima, los conflictos familiares, la rebeldía (...) ese morbo que ellos tenían cuando eran jóvenes, el qué se siente, la curiosidad es una de las causas más altas”, enlistó la investigadora.
Ambiente violento
Los individuos estudiados para esta tesis le comentaron a Phillips otra situación que muestra el crudo contexto en el que se desenvuelven, donde la violencia es cotidiana.
En ese sentido, el 75% de los entrevistados lamentó ser víctima de discriminación, mientras que un 74% dijo haber vivido agresiones psicológicas. El 69% aseguró haber sufrido algún tipo de agresión física y otro 27%, agresiones sexuales.
"Me han golpeado, insultado, se cambian de calle cuando me ven, pero lo peor que me ha pasado, fue una vez que por aquí cerca (alrededores del parque de la Merced), tenía mucha hambre y le pedí a un señor comida, casi de rodillas. Ella me tiró una sopa en la cara, solo por pedir comida, eso es lo peor que me ha pasado, no me pude defender, me sentí como una basura”, compartió otro de los entrevistados de aproximadamente 50 años.
Con su estudio, Phillips pretende sensibilizar a los costarricenses sobre la indigencia. Para ella es importante reproducir una línea de pensamiento tolerante e inclusiva hacia estas personas, dejando de lado las estigmatizaciones y prejuicios que se pueda tener. A fin de cuentas, según dijo, se trata de seres humanos que están ahí, porque fueron arrastrados por las drogas y otros problemas de la sociedad en la que vivimos.