Hoy, cuando vamos por una vacuna o refuerzo contra covid-19, nos arrollamos la manga y ofrecemos nuestro brazo, pero en el futuro podríamos poner nuestra nariz para que nos apliquen la dosis en spray o que ingrese a nuestro cuerpo de forma similar al hisopado de las pruebas para determinar si tenemos o no la enfermedad.
¿Cómo es esto posible y, especialmente, por qué se buscaría algo así? Esta es la propuesta de algunos científicos en Estados Unidos y otros países del mundo. La posibilidad fue discutida la mañana de este martes en un foro convocado por las autoridades de la Casa Blanca sobre el futuro de las vacunas.
En este momento, las vacunas son basadas en las variantes originales. Pese a todo lo que el virus SARS-CoV-2 ha mutado, estos fármacos siguen siendo efectivos contra complicaciones, hospitalizaciones y muertes. Sin embargo, ya están en estudio productos específicos contra las subvariantes de ómicron, como la BA.2, BA.4 o BA.5.
En el caso de las vacunas nasales, el grupo que las defienden parte del lugar donde ocurre la infección.
La viróloga costarricense Eugenia Corrales Aguilar explicó que la vacuna actual no ha logrado bajar el riesgo de contagio por el lugar donde sucede la infección. El virus puede ingresar por tres lugares: la nariz, la boca y los ojos.
La vacuna ingresa a nuestro cuerpo y prepara a nuestras células de defensa para crear anticuerpos y células que reconozcan al patógeno y lo ataquen. El asunto es que las membranas respiratorias (fosas nasales, cavidades nasales, boca, faringe) son sitios donde no hay mayores componentes inmunitarios que prevengan de infectarnos.
La vacuna sí es buena una vez que el virus ingresa al cuerpo y entrena al organismo para atacarlo, pero, al ser ineficiente en su ingreso, no impiden que la persona se infecte y desarrolle algunos síntomas, y que (aunque en mucho menor medida que un no vacunado) pueda transmitir la enfermedad.
¿Pero qué pasaría si tuviéramos vacunas nasales que puedan convertirse en escudos que protejan las mucosas nasales, justo esa puerta de entrada donde el virus se aloja para comenzar a replicarse?
“¿Por qué poner a los guardias en el pasillo cuando podemos tenerlos justo en la puerta? Si queremos inmunidad nasal debemos apuntar a las vacunas nasales”, dijo una de las expositoras de este martes en la Casa Blanca.
Se trató de una de las personas que investigan más de cerca la vacuna nasal: Akiko Iwasaki. Ella es viróloga de la Universidad de Yale y su línea de investigación consiste en ver cómo nuestro sistema inmunitario y los virus interactúan.
La vacuna nasal que Iwasaki y su equipo proponen no sería un esquema inicial, para ello sigue siendo necesarias las dosis inyectables que ya conocemos, su propuesta va hacia refuerzos.
El médico Edward Nirenberg es de la misma opinión, señaló que una vacuna nasal también daría más inmunidad y a más largo plazo que la infección natural. La infección natural sí protege más a las células de las mucosas que las vacunas actuales, pero las vacunas nasales irían un paso más allá.
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Los desarrollos
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Iwasaki no es la única que busca una vacuna nasal. En este momento hay 12 opciones en desarrollo clínico, cuatro de ellas ya llegaron a la fase 3 de ensayo, esta es la última antes de solicitar una autorización de uso de emergencia ante las agencias reguladoras. Esta fase es donde se prueba la eficacia y seguridad en grandes números de personas.
De las cuatro candidatas a vacunas en fase 3, tres son de vectores virales, en donde se utiliza un virus inofensivo para el ser humano como vehículo para colocar el antígeno (o porción del virus) con el que se creará la vacuna. Por ejemplo, la vacuna de AstraZeneca que miles de costarricenses recibieron contra la covid-19 es de vector viral. La diferencia con estas tres es que serán nasales. Las empresas Bharat Biotech, Codagenix y Beijing Wantal Biological están con esta tecnología.
La cuarta opción utiliza una proteína viral, esta es creada por la empresa Razi Vaccine y el Instituto de Investigación Serum.
Hay otros esfuerzos basados en porciones de la proteína espiga o espícula (spike, en inglés) la puerta de entrada del virus a nuestro organismo.
Según Nirenberg, hasta el momento las vacunas nasales contra otras enfermedades han tenido el problema de ser de virus atenuados, esto funciona muy bien en personas sanas, pero no así en quienes tiene problemas inmunitarios que más bien podrían tener síntomas de la enfermedad. Por esta razón, las nuevas vacunas buscan dejar de lado los virus atenuados y debilitados, para también cubrir a esta otra población.
¿Cuándo podrían estar listas? Para Iwasaki hay un gran problema: financiamiento. No solo se necesita dinero para obtener el producto y probarlo en ensayos clínicos, también son necesarios recursos que permitan satisfacer las demandas de los sistemas de salud.
El momento es crucial, para la viróloga la pandemia no acabará si no podemos controlar la transmisión de manera más eficiente.
“Necesitamos con urgencia lograr inmunidad en mucosa respiratoria en la población y romper la cadena de transmisión individual y poblacional La perspectiva de lograrlo con vacunas nasales es alta”, enfatizó Iwasaki.
“Esto solo será posible dedicando financiación, con prioridad y superando obstáculos regulatorios. Esperamos demasiado para esa iniciativa, pero actuando a la velocidad del rayo podríamos adelantarnos al virus y aprovechar el éxito inicial de las vacunas contra la covid-19”, concluyó.
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