La masa madre, una técnica ancestral de elaboración de pan, ganó popularidad entre panaderos, entusiastas de la gastronomía y seguidores de la vida saludable. Este método, que se destaca por su fermentación natural sin levaduras ni harinas industriales, ofrece beneficios significativos para la salud, incluyendo la mejora de la digestión y la prevención del envejecimiento celular.
De acuerdo con la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, la masa madre tiene su origen en el antiguo Egipto alrededor del 2000 a. C., cuando la mezcla accidental de harina y agua fermentada dio origen al pan. Este proceso, perfeccionado a lo largo de los siglos, se expandió a nivel global, manteniéndose vigente gracias a sus múltiples propiedades.
Hoy en día, este descubrimiento continúa siendo elaborado y llama la atención por mejorar el sabor y la textura de los panificados y por el impacto positivo que tiene en todas las funciones del organismo. Tal es así, que se lo considera un especial aliado para aquellos que buscan bajar de peso, nivelar la glucosa en sangre y para los que son intolerantes al gluten.
LEA MÁS: Biblioteca guarda masa que data de 1850 (y aún se puede consumir)
La nutricionista argentina Lucila Rosso, explica que la masa madre resurgió durante la pandemia de COVID-19, cuando muchas personas se volcaron a la cocina. Rosso también destaca que este renacimiento se debe a una creciente inclinación por la nutrición consciente, donde los consumidores prefieren alimentos con propiedades nutritivas como las que ofrece la masa madre.
La elaboración de la masa madre es sencilla pero requiere paciencia. Se basa en la fermentación natural de harina y agua, lo que resulta en un producto libre de aditivos químicos, a menudo presentes en los panes comerciales para prolongar su vida útil. La nutricionista Estefanía Beltrami señala que la masa madre se diferencia de las masas convencionales por no incluir levaduras comerciales ni conservantes, lo que la convierte en una opción más nutritiva y saludable.
Este pan natural aporta numerosos beneficios. Media rebanada de pan de masa madre contiene aproximadamente 160 calorías y 32 gramos de hidratos de carbono, proporcionando energía esencial para el cuerpo. Además, su contenido de fibra, en forma de prebióticos, favorece la salud intestinal y mejora la digestión.
La masa madre es especialmente beneficiosa para personas que buscan perder peso o que tienen intolerancia al gluten, ya que el proceso de fermentación descompone los carbohidratos y el gluten de manera más completa. También es una rica fuente de vitaminas del grupo B y minerales como el potasio, hierro, calcio, magnesio y zinc, que contribuyen a la energía, el sistema inmunológico, y la salud ósea y muscular.
¿Cómo se prepara la masa madre?
El proceso es sencillo, pero requiere de tiempo y paciencia. Estefanía Beltrami, cuenta que el primer paso es mezclar en un recipiente estéril, el ideal es un frasco mediano y ancho, la misma cantidad de agua tibia y harina, que tal como destaca la especialista, puede ser de cualquier cereal, aunque conviene que sea integral ya que, en sus cáscaras se encuentra la fibra y la levadura.
Tapar el recipiente con un trapo y dejarlo reposar durante 24 horas a temperatura ambiente y lejos de las corrientes de aire, que inhiben el efecto de la fermentación.
Al día siguiente se le vuelve a agregar más harina y agua: “Medio vaso de cada uno sin importar con qué cantidad se partió”, dice Rosso. Además, se le suma una cucharadita de azúcar que es la que impulsa el proceso de la fermentación: “Esta sustancia actúa de nutriente para las levaduras y acelera su desarrollo”, cuenta la experta. No obstante, hay que procurar no excederse ya que, en niveles mayores, interfiere en el desarrollo de las bacterias e inhibe el proceso.
Este método se repite durante tres a cinco días más. El indicio de que está listo lo da su aspecto cremoso y la formación de burbujas y de un líquido marrón que se acumula en la superficie de la masa, pero que hay que remover antes de utilizarla porque “contamina” el sabor del futuro panificado.
Finalizado este proceso, cuando se la quiere utilizar para cocinar, hay que separar un pedacito de la preparación. El resto, que continúa en el frasco, tiene dos formas de conservarse: “Si se la va a seguir usando, tiene que volver a quedar tapada a temperatura ambiente. Por el contrario, hay que guardarla en la heladera”, remarca Rosso.
En cuanto a la diferencia entre la masa madre y una masa de pan clásica, Beltrami señala que en esta última se agrega levadura al preparado, lo que hace que el proceso de elaboración sea más rápido e industrial. Además, suele contener otros componentes artificiales como grasas y conservantes que “a fin de cuentas termina siendo un panificado menos nutritivo”.
La creciente popularidad de la masa madre en las panaderías locales demuestra que, aunque es una tendencia en auge, se trata de un producto con sólidos beneficios nutricionales y una larga historia.
*La creación de este contenido contó con la asistencia de inteligencia artificial. La información fue proporcionada y revisada por un periodista para asegurar su precisión. El contenido no se generó automáticamente.