El primer día del mes de julio, poco antes de sumar cuatro meses en pandemia, Costa Rica llegó a la muerte número 17 asociada con la covid-19. Dos semanas después, se tienen mucho más del doble de fallecidos, 42.
La tendencia al alza comenzó el 27 de junio, cuando luego de más de dos semanas sin decesos, comenzaron a registrarse con mucha más frecuencia. Las primeras 12 muertes se dieron en 96 días. Mientras que, en cuestión de 19 días, desde el 27 de junio pasado, Costa Rica ha sumado 30 muertes.
La situación no tiene una explicación sencilla. Ileana Vargas, directora de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Costa Rica (UCR) que mientras no se haga un estudio detallado no se tendrán exactamente posibles factores que lo expliquen a profundidad.
“Solo haciendo un estudio de cada caso en particular de cada uno de los elementos se podría saber variables que podrían explicar cada muerte”, expresó.
No obstante, sí puede hacerse un acercamiento y ver cómo juegan factores múltiples, como el diagnóstico tardío, la edad, las enfermedades crónicas que se tenían de previo, la edad y factores sociales.
Estos últimos factores se denominan determinantes sociales de la salud (DSS) y tienen que ver con acceso a servicios de salud, a agua potable, a un lugar digno donde vivir sin hacinamiento, a educación, a nutrición. Todo esto tiene su impacto.
“Todas las personas podemos enfermarnos del virus, porque es un virus nuevo y no tenemos defensas contra él; pero no todas las personas tienen el mismo riesgo de enfermar. De quienes enferman no todos tienen el mismo riesgo de complicarse, y de ellos no todos el mismo riesgo de morir, lo social también tiene su rol”, especificó Juan Pablo Sánez, profesor de la Escuela de Salud Pública y de la Escuela de Ciencias Políticas en la UCR.
El incremento de muertes de manera acelerada también se ve en América Latina como región.
“La mortalidad en la región es alta, y sí, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) está preocupada. En las últimas semanas, el 64% de muertes del mundo proviene de las Américas”, indicó en conferencia de prensa Carissa Etienne, directora de la OPS.
En Costa Rica, el Ministerio de Salud decidió el pasado miércoles comunicar las muertes en su conferencia de prensa a diario, ya no informar caso por caso, pues, por ejemplo, solo el lunes, se dieron siete decesos.
La situación tiene directa relación con una curva epidémica mucho más alta ahora: hay más cantidad de casos, más personas llegan a complicarse y necesitar de un hospital. Como resultado, esto puede aumentar el riesgo de morir en quienes tienen una salud más vulnerable.
No obstante, algo más llama la atención: estas últimas muertes tienen como particularidad no solo haberse dado en un período menor de tiempo, también ha transcurrido menos tiempo entre el diagnóstico y el deceso.
En las primeras 13 muertes transcurrieron entre 11 y 78 días entre el diagnóstico y el fallecimiento, solo una persona murió al día siguiente de su diagnóstico y un caso se confirmó post mortem.
Las de estos días han visto personas a dos personas morir a los tres días de tener el “positivo”, seis personas, dos días después, dos personas un día después. Una persona el mismo día.
Aún más: una persona murió el día que recibiría la notificación y otras dos fueron tamizadas post mortem.
Con la ayuda de Vargas, Sáenz y declaraciones de autoridades nacionales y de la OPS, La Nación brinda un acercamiento al tema.
Progresión de muertes con covid-19 en Costa Rica
La rapidez en la que se da una muerte pesan por muchos factores: como si el diagnóstico fue temprano o tardío, la edad de la persona, si tenía enfermedades de peso y el acceso a los servicios de salud.
FUENTE: MINISTERIO DE SALUD . || J.C. INFOGRAFÍA/ LA NACIÓN.
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Diagnóstico tardío
Una de las razones que pueden explicar el hecho de que las hospitalizaciones y muertes se den de una forma más rápida que semanas atrás es que las personas las personas no llegan a consultar a los servicios de salud, y esto podría motivar un diagnóstico tardío.
“Si llegan en el momento adecuado el riesgo de mortalidad baja considerablemente”, especificó en conferencia de prensa Jabas Barbosa, subdirector de la OPS.
¿Por qué no consultan? De acuerdo con Daniel Salas, ministro de Salud, una de las razones es que hay personas, que por miedo a no tener seguro, estar desempleado o tener una situación irregular no se acercan a los servicios.
“Hemos visto que algunas personas, lamentablemente, no han consultado oportunamente. Sí quiero hacer una mención y recordar a las personas que aunque no tengan trabajo, aunque no tengan seguro, la Caja (Costarricense de Seguro Social) los va atender y no le va a cobrar si tienen un síntoma o un cuadro que está relacionado con covid-19.
“Que la gente no se espere so pretexto de que no tienen dinero. No tiene que esperar a que tenga una gran dificultad respiratoria, con solo tos y fiebre e incluso tos, se le va a atender y no se le va a cobrar”, enfatizó Salas el pasado 10 de julio.
No obstante, no siempre es así de fácil. “¿Cuántas personas ven la conferencia a diario? ¿Le está llegando esa información a la gente que la necesita?”, pregunta Sáenz.
A esto se le unen denuncias de personas a quienes no se les hizo la prueba y tuvieron que reclamar por ella o hacerla en un centro privado, lo cual atrasó el diagnóstico. Una de las primeras se dio en Desamparados, de un hombre que se le negó dos veces y fue hospitalizado. Él ya está recuperado.
También hay otros factores, uno de ellos está, apunta Sáenz, en el que las personas tengan miedo de ser diagnosticadas por el estigma social.
“Estamos viendo una culpa a quien se enferma: ‘usted se enferma porque sale, porque se va de fiesta, porque es irresponsable’, cuando no necesariamente es así. Pero vemos comunidades donde no quieren albergues; en Turrialba se ensañaron contra una familia que estaba un albergue, antes de eso vimos a una señora que le apedrearon su casa, esto podría llevar a personas a no consultar por miedo”, señaló.
Los especialistas añaden dos otras posibles razones, aunque minoritarias que podrían influir. Vargas apunta al miedo de algunas personas en recibir un diagnóstico del que prefieren no enterarse, mientras que Sáenz se refiere al pequeño grupo de negacionistas de la pandemia. Podrán ser pocas personas y tener un bajo impacto, pero son posibles factores para no buscar atención a tiempo.
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Enfermedades previas
Otro factor de mucho peso para los fallecimientos son los factores de riesgo: si las personas son mayores de 60 años, o si tienen enfermedades como diabetes, hipertensión, males respiratorios u obesidad, su posibilidad de complicarse, requerir hospitalización y fallecer, son mayores.
Si se revisan los datos de quienes fallecieron, se verá que los factores de riesgo eran una constante. Varios de ellos tenían dos, tres o cuatro condiciones de esta lista.
Tanto para Vargas como para Sáenz, estas enfermedades, sus manifestaciones y su control también pasan por un tamiz social y de aspectos de acceso a la salud.
Por ejemplo, una persona sin seguro puede acceder a una prueba diagnóstica de covid-19 y a tratamiento, pero no tuvo ese acceso para diagnosticar y tratar una hipertensión o diabetes que, por falta de control, lo convierte en una persona de mucho más riesgo.
“Si es una persona que tuvo poco acceso a vacunación, a agua potable, vive hacinada, y su nutrición no ha sido balanceada, no es lo mismo que tenga este virus a otra que sí ha tenido todo ese acceso a servicios básicos y de salud. También hay factores biológicos, como el sistema inmunitario, hay personas en las que un solo resfrío les pega mucho más que a la mayoría”, apuntó Vargas.
Sáenz complementa: “no es solo la salud en este momento que usted se enferma; la salud no episódica, es lineal en la vida, la salud o el acceso que yo tuve de niño a los servicios también me impacta ya de adulto”.
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Impacto social
Esto desemboca, según los entrevistados, en las desigualdades sociales.
“América Latina es la región más desigual del mundo”, puntualizó Marcos Espinal, director del Departamento de Enfermedades Transmisibles de la OPS.
“La facilidad de acceso a los servicios de salud pesa mucho sobre el desenlace de la enfermedad”, destacó Barbosa.
Para Sáenz, la exclusión social tiene su impacto: “son las causas de las causas, no solo hay riesgo individual, también social, las inequidades, lo que le sucede al cuerpo de una persona no es una cosa aislada, también es el resultado de esa condición social”.
Y añadió: “por ejemplo, no podemos pedirle distanciamiento social a una persona que se gana la vida vendiendo papas en las paradas de bus, ni le podemos pedir que se quede en casa a quienes deben salir a buscar un sustento.
No obstante, Vargas destaca que no debemos perder de vista que la letalidad (porcentaje de los enfermos que mueren) sigue siendo de las más bajas del mundo. En nuestro país muere el 0,4% de las personas que enferman, menos de la mitad del promedio mundial.
“Seguimos siendo de los países con letalidad más baja, sería interesarte ver por qué, ¿impacta la vacunación? ¿el tipo de gente que enferma? ¿el seguro social? ¿el uso de plasma convaleciente en algunos pacientes gravés? Pero para saberlo se necesitan estudios a más largo plazo”, concluyó.
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