Un grupo de 300 jóvenes costarricenses se reúnen este fin de semana para idear proyectos que pueden llevar la paz a sus comunidades.
Ellos cuentan con la ayuda de la premio Nobel de la Paz Rigoberta Menchú, quien visita el país para dirigir el encuentro Juvenil de Paz, desarrollado por la organización Peace Jam y la Universidad Interamericana.
Menchú participó ayer en la conferencia inaugural del encuentro, donde habló sobre las desigualdades que enfrentan las mujeres y los retos para eliminar estas diferencias.
A continuación, un extracto de la entrevista que Rigoberta Menchú ofreció a La Nación .
La falta de acceso a trabajo de calidad, las diferencias salariales y la pobreza son problemas viejos y constantes para la mujer y de los cuales se discute constantemente. ¿En qué estamos fallando para combatirlos?
No todas las mujeres han fallado. Algunas hemos fallado, otras no. Primero, las mujeres con oportunidades –que han crecido con mayores recursos económicos, más preparación académica y han asumido un papel en la toma de decisiones– no han perdido el miedo a participar.
“Si ellas no pierden ese miedo, todo el sistema continuará al mismo ritmo. El resto de mujeres –que no han tenido la oportunidad de participar– simplemente mantienen lo que no pudimos mejorar”.
¿Cuál debe ser entonces el nuevo papel de la mujer?
Soy muy crítica en esto. Las mujeres tenemos que romper el miedo y un poco los esquemas. Debemos ser más creativas y no tener miedo a ser acusadas de tener una u otra ideología. Debemos poner en prácticas lo que creemos.
“Sin embargo, nada va a cambiar si no se rompen algunos esquemas. Por ejemplo, más leyes que protejan a las mujeres y que los partidos políticos den más espacio a estas en los puestos de elección popular y en la toma de decisiones”.
Usted señaló que es necesario fortalecer la autoestima de la mujer porque eso ayudará a estas a convertirse en sujetos de cambio y no ser objetos de estudio. ¿Cómo lograr este cambio interno?
Ser sujeto es ser actor y estar en el primer orden. Ser objeto es solo ser algo que hay que compadecer y estudiar y aunque se estudie las cosas no cambian.
“Pienso que las mujeres hoy estamos capacitadas para asumir retos. Pues se va la equidad de género en cualquier cosa que hagamos. Exijamos la equidad de participación de las mujeres. Mientras más diversa sea la participación es más fácil que construyamos nuevos procesos y establezcamos nuevos paradigmas”.
¿Qué paradigmas debemos cambiar?
Debemos quitar los paradigmas donde la mujer solo es víctima y violentada y crear otros paradigmas de autoestima. Por eso una de las cuestiones importantes es la solidaridad mutua entre las mujeres.
No es ser cara dura. Es que haya razón en lo que hacemos y que sea viable es lo estamos proponiendo.
Uno de los grandes logros de la lucha feminista es el acceso a puestos políticos. ¿Están cumpliendo las mujeres políticas con la función de abrir espacios a otras?
Yo pienso que las mujeres van a ser mucho más criticadas y observadas que los hombres. Eso lo tenemos que agarrar para hacer las cosas diferentes.
“Nos están dando un cheque en blanco porque dicen que no podemos gobernar y no estamos capacitadas. Demostremos lo contrario. Eso significa una consciencia, militancia y convicción plena de lo que predicamos. Eso es un desafío”.
¿Qué papel cumple la familia en este proceso de cambio hacia la equidad de género?
La familia tiene su papel en el tema de los valores. Hay que decirles a nuestros hijos cuál es el valor de la gente y la importancia de la humildad. Hay que traer los valores de nuestros ancestros, que los hemos olvidado. La autoestima debe inculcarse desde la familia.
¿Cuál debe ser el nuevo papel de la lucha feminista?
Si no nos salvamos juntos, hombres y mujeres, estamos mal. La educación tiene que ser en igualdad de condiciones para que las cosas cambien.