Al igual que el resto de América Latina, Costa Rica enfrenta desde el 2023 una de las peores epidemias de dengue. De hecho, el país acumuló el año pasado el mayor número de casos en una década lo que lo convirtió en el quinto año con más registros en la historia.
Mientras tanto, en el 2024, en las primeras 35 semanas (que finalizaron el pasado 31 de agosto) se sumaron 21.183 casos.
¿A qué obedece el repunte del dengue en estos años? Para la científica climática Rusty Low hay un factor trascendental: el fenómeno El Niño y el cambio climático juegan un rol muy fuerte en la dinámica del mosquito Aedes aegypti y en cómo el virus se replica dentro del mosquito. En otras palabras, los mosquitos son “avatares” del cambio climático, precisó.
Low trabaja como subdirectora de la oficina de implementación del programa Observación Global para el Beneficio del Ambiente (Globe, por sus siglas en inglés) que se encuentra adscrito a la NASA.
Esta científica estuvo recientemente en Costa Rica y La Nación conversó con ella. En esta nota exploramos sus observaciones sobre cómo el clima y el comportamiento humano influyen en la transmisión de la enfermedad y qué se puede hacer para mitigar su impacto.
Indicó que la complejidad de eventos puntuales como El Niño y de otros que están en evolución constante, como el cambio climático, ayuda a moldear el ambiente en el que conviven el virus, el mosquito y los seres humanos.
“Varios estudios sugieren que conforme evolucionamos hacia escenarios de cambio climático esperamos que las enfermedades vectoriales sean el primer problema de salud en términos de muertes en el mundo”, aseguró Low.
Además, en los últimos años se ha visto que las temporadas de mosquitos comienzan antes y terminan más tarde, y ya se adaptaron a vivir en zonas donde antes no lo hacían. Desde el año pasado se han dado casos de dengue en Texas y Florida, donde antes no se veían.
Fenómeno El Niño y dengue
El Niño es parte del fenómeno El Niño-Oscilación del Sur (ENOS). Tiene tres fases: El Niño, La Niña y la fase neutra. El Niño es un calentamiento anormal en las aguas superficiales del océano Pacífico Ecuatorial. En La Niña se da, más bien, un enfriamiento anormal.
En Centroamérica y en el Caribe, El Niño se caracteriza por provocar un déficit de lluvias y un aumento de temperaturas.
Costa Rica enfrentó el fenómeno desde mediados de 2023, época en la que precisamente comenzaron a subir los casos. Un retraso en la época lluviosa, pero con más precipitaciones en episodios puntuales, incidieron en la formación de criaderos en menor tiempo.
“Cuando se tienen este tipo de oscilaciones como se dan con El Niño hay impacto en la población de mosquitos que viven en condiciones cálidas y húmedas. Entonces esta es una de las razones por las cuales hemos visto brotes tan grandes en Latinoamérica”, explicó.
La Organización de Naciones Unidas (ONU) espera un fenómeno La Niña para el último trimestre del presente año.
Cambio climático y dengue
La científica consideró que las manifestaciones del cambio climático en el trópico han beneficiado la supervivencia de los Aedes aegypti y Aedes albopictus. “Nuestros mosquitos son organismos de sangre fría. Les encanta cuando está más cálido y más húmedo”, explicó.
Esto no es todo. Indicó que cuando el ambiente es más cálido el metabolismo de estos insectos aumenta y le permite tener un ciclo de vida más rápido. Esto significa más generaciones por año, lo que a su vez provoca un “crecimiento exponencial” en la población de mosquitos.
Además, cuando el cuerpo del zancudo tiene una temperatura más cálida el virus del dengue tiende a replicarse más rápido, lo que lo convierte en un vector más competente. “Y luego, por razones que realmente no entendemos, los mosquitos pican más cuando hace calor”, señaló.
Comportamiento humano y dengue
Las acciones de los seres humanos también tienen impacto directo en esta enfermedad, y esto no solo se refiere a la responsabilidad en la eliminación de criaderos.
Si se analiza el comportamiento histórico, los zancudos llegaron a América producto de las migraciones. Low comparó a estos insectos con quienes hacen “autostop” en las carreteras y consiguen que alguien los lleve de un lugar a otro.
Afirmó que el Aedes aegypti llegó a Centroamérica en 1492, con la llegada de Cristóbal Colón y sus tripulantes. El Aedes “viajó” en los barriles de agua que las embarcaciones traían.
Con el Aedes albopictus pasó algo similar varios siglos después. La presencia en Costa Rica y en otros países del continente data de la década de 1990. Fue encontrado en un cargamento de neumáticos que venía de Asia.
Otra forma en la que el comportamiento humano influye se vio durante 2020 y 2021, cuando producto de la pandemia de covid.19, las personas pasaron más tiempo en casa.
“En esos años se vieron muchos menos casos de dengue, y esto no fue por los mosquitos. Ellos siempre estuvieron, fue por nuestro comportamiento en esos años”, destacó Low.
Al respecto, destacó la necesidad de que las personas mantengan sus hogares, centros de estudio y trabajo, y comunidades libres de criaderos.
“Los mosquitos son ‘chicos malos’. Se adaptan muy fácilmente a ambientes humanos. Pueden vivir en cualquier tipo de recipiente de cualquier material, mientras tengan un poco de agua limpia será un lugar seguro para ellos. Por eso debemos mantener nuestras comunidades libres de reservorios de agua”, subrayó.
Investigación con tecnología de NASA
La científica indicó que la NASA se interesó en las enfermedades vectoriales porque se sabe que las condiciones ambientales juegan un rol importante en la expansión geográfica de los mosquitos transmisores y que esto afecta a todos los ecosistemas.
Para estudiar el fenómeno se basan en los sensores de los satélites espaciales. Estos dispositivos rastrean dónde están las precipitaciones, cuál es la temperatura, cuál es la humedad, cómo está la humedad de la tierra y cómo está la cobertura de la Tierra.
“Todo estas cosas son factores que se juntan para crear el hábitat más adecuado para los mosquitos”, manifestó.
Otros equipos de científicos estudian la forma como los mosquitos entran en contacto con las personas y cómo transmiten las enfermedades.
“Es increíblemente complejo, pero tenemos la habilidad para tener algo de control sobre el proceso”, concluyó Low.