Los decretos presidenciales que eliminan la obligatoriedad de la mascarilla en espacios cerrados y de la vacunación contra la covid-19 llegan en momentos de crecimiento de los contagios y cuando la mitad de la población mayor de 12 años tiene pendiente completar su esquema de tres dosis.
¿Es este buen momento para tomar estas medidas? La Nación conversó el epidemiólogo Juan José Romero, el médico e investigador Roberto Salvatierra, a infectóloga y especialista en vacunas María Luisa Ávila, la viróloga Eugenia Corrales Aguilar y Rodolfo Romero, quien desde la Universidad de Costa Rica (UCR) ha investigado la efectividad de las distintas medidas contra la covid-19.
Todos coincidieron en que la obligatoriedad de la mascarilla en lugares cerrados iba a tener un final, pero este no es el momento más adecuado. Ellos respaldan los pronunciamientos realizados por los colegios de Médicos y de Farmacéuticos, así como de la Unión Médica Nacional según los cuales, las decisiones no son convenientes en la etapa pandémica que enfrenta el país. Consideraron que habría sido más adecuado hacerlo de forma escalonada quitando el mandato primero en sitios de ocio como cines y teatros, además de comercios y mantenerlo en transporte público y centros de salud.
“Lo lógico es que usted comience a quitar la indicación conforme vaya analizando. Habría que analizar primero el momento epidemiológico, saber a quiénes está afectando más, ver cuáles son las actividades de más riesgo y con base en eso se va regulando”, dijo Ávila.
Juan José Romero coincidió: “Desde el punto de vista de la salud, me parecen lamentables. Las siento un poco apresuradas, precisamente pensando en que estamos iniciando una quinta ola, que la evidencia de otros países es que hay repunte de casos seguido de la eliminación de mascarillas, máxime que venimos de una Semana Santa y una serie de conciertos en los que hubo aumento de contagios”.
En cuanto a las vacunas, su criterio es que la protección que estas dan contra las complicaciones, hospitalizaciones y muertes por la enfermedad las hacen seguir siendo necesarias.
La recomendación que hacen los especialistas a la población es que continúen con ambas prácticas, independientemente de si son obligatorias o no.
“Es cierto que hay que convivir con el virus y hacer nuestras actividades. Pero ese mismo convivir con el virus nos debe hacer saber que todavía no podemos vivir como vivíamos en prepandemia”, enfatizó Ávila.
Corrales agregó: “hay muchas personas vulnerables y susceptibles ante una enfermedad severa. Quitar estas medidas en este momento más bien nos dirige a una ola más donde todo el terreno que se ganó se podría perder”.
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La quinta ola
Estos decretos se dan cuando el número de casos de covid-19 tienen dos semanas continuas de incremento y existe una advertencia de que hay una quinta ola asomándose. El reporte de la Universidad Hispanoamericana, donde Salvatierra es investigador, hablaba de que sería una ola más rápida, menos agresiva y más benévola. Sin embargo, esta afirmación se hizo en una situación en la que se preveía que el uso de la mascarilla y la vacunación se mantendrían obligatorios.
“Probablemente, no sea el mejor momento para quitar el uso de las mascarillas. En espacios cerrados el virus subsiste por más tiempo y las mascarillas sí filtran. (...) Estamos empezando a ver un aumento importante de casos y a nivel internacional hay dos variantes muy contagiosas. Si la vacunación no se motiva, habría personas que no están protegidas contra complicaciones”, dijo el médico.
Juan José Romero añadió: “la gente le pierde el respeto al virus y con eso también hay riesgos”.
Corrales también es de la misma opinión. “No era el momento. Esto no quiere decir que el momento no fuera a llegar. Pero estamos con una ola comenzando y casos subiendo, con una época lluviosa que por sus características trae más virus respiratorios y con una cantidad considerable de personas que todavía no han completado su esquema. Me parece que ambas medidas fueron apresuradas y sin criterio técnico”.
“Lamentablemente podríamos tener consecuencias muy negativas”, añadió.
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Mascarillas
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El hecho de que el uso las mascarillas quede como optativo, no quiere decir que no sea recomendable, especialmente en ciertos contextos.
“Ya podemos liberarnos un poco de la pandemia en este momento, pero parte de esa inteligencia es saber que esto sigue controlado, pero todavía hay personas que se enferman y mueren. Esto no ha acabado, debemos seguir la vida, las mascarillas siguen siendo algo importante en lugares cerrados y cuando estemos con gente que no es de nuestra burbuja”, señaló Rodolfo Romero.
“Hoy por hoy la mascarilla sigue siendo importante. El que no sean obligatorias no significa que la pandemia ha terminado. El que no sean obligatorias no quiere decir que no sean útiles”, puntualizó.
Ávila puso un ejemplo: “En hogares de ancianos, donde hay población en la que por la edad sus anticuerpos decaen, aunque estén vacunados, el personal que los atiende no debería atenderlos sin mascarilla. O una guardería de niños en las que por edad no pueden ser vacunados. Estamos entrando a una quinta ola, esto no se ha terminado”.
Juan José Romero recordó también que es necesario no solo tener las mascarillas, también que deben usarse de forma correcta.
“Bien usadas, que queden fijas en la cara, que no le queden grandes a las personas. Que no haya huecos y que el aire no se escape”, subrayó Juan José.
¿Cuál mascarilla usar? Cualquiera bien usada protege más que no usar nada, pero sí las N95 o KN95 protegen mejor que las quirúrgicas y aún más que las de tela. Estas también deben tener una forma de colocación para que alcance su máxima protección, debemos asegurarnos que quede fija a nuestro rostro. Las KN95 tienen la ventaja de usarse más de una vez, pero debe seguirse un protocolo para ello.
Corrales también destacó que la mascarilla es una medida solidaria para proteger a las demás personas y que su uso sigue siendo necesario.
“Son incómodas, pero muy útiles. No ayudan a prevenir absolutamente todas las infecciones, pero reducir el número de contagios reduce el número de personas que se compliquen, que vayan a cuidados intensivos y que mueran”, subrayó.
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Vacunas
La decisión llega también en momentos en que el 85,5% de la población tiene al menos una dosis contra covid-19, pero solo el 42,2% tiene las tres dosis para completar el esquema en mayores de 12 años.
Si tomamos en cuenta solo a la población vacunable (quienes tienen 5 años o más), las primeras dosis llegan al 91,96%, las segundas al 85,53% y las terceras, que solo son para los mayores de 12, llegan al 50,98%.
Al pasado 2 de mayo, el 66,1% de los niños de 5 a 11 años habían recibido al menos una dosis y el 48,1% ya tenía ambas. No obstante, hay 168.039 pequeños que aún no han comenzado el esquema.
Para los adolescentes, los datos más recientes datan del 25 de abril. A ese momento, 423.934 adolescentes habían recibido al menos una dosis, pero solo 136.448 habían completado el esquema de tres inyecciones. Estaban pendientes de iniciar el esquema 25.918 jóvenes.
En este momento también se ofrece la cuarta dosis a los mayores de 50 años y en quienes tienen problemas inmunitarios.
“Yo estoy esperando que me llegue la fecha de la cuarta dosis para ir de una vez. Me faltan 24 días”, especificó Juan José Romero.
También debe pensarse en quienes todavía no tienen acceso a vacunas, es decir, menores de cinco años.
“En chiquitos están aumentando mucho los casos. Me estaba comentando un colega que volvieron a abrir la unidad covid en el CIMA, que tienen un paciente hospitalizado y que esta semana han visto un montón de chiquitos positivos con síntomas. Vamos a ver cómo se comporta el Hospital de Niños, porque si esto sube mucho necesitamos proteger a los niños”, dijo Ávila.
“El problema fue que la gente creyó que la ómicron era ‘cualquier cosa’. Fue ‘cualquier cosa’ en los vacunados, pero los datos nos dicen que no es así en los no vacunados. Los no vacunados se la estarían jugando, y también podrían tener más probabilidades de infectar que quienes sí están vacunados”, agregó.
Salvatierra tiene una petición: “esperemos que el que la vacuna no sea obligatoria no quiera decir que haya menos disponibilidad y quienes sí la quieren puedan tener cómo colocársela cuando así lo requieran en el sector público”.
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