Entre 2012 y 2015 la esperanza de vida al nacer del costarricense estuvo estable en 79,4 años para ambos sexos. No obstante, un año después se volvió a dar otra subida para ubicarse en 79,6 años.
Alguien podría pensar que se trata de un cambio pequeño, pero en estas edades, cuando las condiciones de salud se complican y se vuelven más frágiles el lograr cualquier aumento puede ser realmente significativo.
Esta es una de las conclusiones del informe Estadísticas Mundiales en Salud 2019, presentado recientemente por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
De acuerdo con dicho documento, cuando un hombre costarricense nace tiene la posibilidad de vivir 77 años, cuando nace una mujer, su esperanza es de vivir hasta los 82,2 años.
El informe, al comparar los datos de 183 países, tuvo que uniformar los datos al 2016, pues es el año más reciente para el que la gran mayoría de países tenía datos disponibles. No obstante, datos del INEC señalan que, para el 2017, la esperanza de vida al nacer aumentó ligeramente, en ellos es de 77,2 años y en ellas de 82,3, para 79,8 años (es decir, la tendencia es a subir y no quedarse estancada como ocurrió en años anteriores).
Si se compara el dato nacional con el promedio mundial y con lo que se ve en otros países de América Central, Costa Rica se ubica en una posición de privilegio, pues su esperanza de vida es de las 30 mayores del planeta.
Por ejemplo, el promedio mundial para la esperanza de vida al nacer es de 72 años para ambos sexos (69,8 para los hombres y 74,2 para las mujeres).
Si lo vemos en los países de la región, esta oscila entre los 73,2 años (para ambos sexos) en Guatemala y 78 años en Panamá.
Vida saludable y después de los 60 años
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El reporte de la OMS abarca también dos variables trascendentales para los estudios demográficos: la esperanza de vida saludable y la que se tiene una vez que se cumplen 60 años.
La esperanza de vida saludable son los años que se viven con buena salud y calidad de vida. Los años de enfermedad o mala calidad de vida incluyen resfríos, depresiones, males crónicos, cáncer, y las secuelas de la discapacidad provocada por enfermedades o accidentes, que podríamos enfrentar en cualquier momento a lo largo de nuestra existencia.
Para Costa Rica, cuando una persona nace, su esperanza de vida saludable es de 70,9 años (69,1 en hombres y 72,7 en mujeres). Esta medición también tomó en cuenta datos del 2016, para uniformar datos entre naciones. El dato más reciente para el país es de 71,1 años.
El promedio mundial para el 2016 fue de 63,3 años, y, si lo comparamos con Centroamérica, este oscila entre los 64,2 en Guatemala y 69,4 en Panamá.
Jaqueline Castillo, quien estudia ese tema en Costa Rica, indicó que también en cada persona está tener más años de vida saludable para sí mismo. Para lograrlo debe hacer ejercicio, no fumar, no ingerir gran cantidad de azúcar ni de grasa, no abusar del licor y tratar de disfrutar del tiempo libre con los seres queridos.
Por su parte, la esperanza de vida después de los 60 años, cuando la salud se vuelve más vulnerable, también es un buen parámetro para medir cómo estamos. Cuando un costarricense cumple 60 años, el pronóstico es que vivirá 24,1 años más y llegará a los 84,1. Si es hombre la esperanza es de 22,6 años (hasta los 82,6) y si es mujer, es de 25,6 y podría llegar a los 85,6 años.
Esto es considerablemente más alto que el promedio mundial de 20,5 años. En Centroamérica, este indicador varía entre los 21,3 años en Guatemala y los 24 en Panamá.
¿Pero con cuánta salud cuentan las personas al llegar a los 60 años? En Costa Rica, la esperanza de vida saludable después de los 60 años es de 19 años con salud y calidad de vida (18 para los hombres, 19 para las mujeres).
En el mundo, esta cifra baja a 15,8 años, mientras que en Centroamérica oscila entre los 15,8 años en Guatemala y los 18,8 en Panamá.
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En el mundo: desigualdades por sexo y por ingreso son evidentes
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Una de las conclusiones que más preocupó a quienes realizaron el análisis es que, tanto el ingreso económico de los países como el sexo en las personas hacen que se presenten desigualdades en lo que a esperanza de vida (tanto al nacer como después de los 60 años) y esperanza de vida saludable se refiere.
“Desagregar los datos por edad, sexo e ingreso económico es vital para entender a quiénes estamos dejando atrás y por qué. Detrás de cada número en las Estadísticas Mundiales de Salud hay una persona, familia, comunidad o nación. Nuestro reto es usar estos datos para tomar decisiones basadas en evidencia que nos muevan hacia un mundo más sano, seguro y justo para todos”, dijo en un comunicado Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS.
La expectativa de vida permanece ligada fuertemente al ingreso de un país. Según el reporte, en las naciones calificadas por el Banco Mundial como de bajo ingreso la esperanza de vida al nacer es 18,1 más baja que en los países de ingreso alto.
Además, uno de cada 14 niños nacidos en un país de ingreso bajo morirá antes de su quinto cumpleaños, algo que se ve en uno de cada 33.000 niños en las naciones de mayor ingreso.
El documento también arroja datos preocupantes de por qué los hombres viven menos que las mujeres y tienen peor calidad de salud.
Según los investigadores, a pesar de que los hombres y las mujeres tienen las mismas enfermedades, los varones buscan menos los servicios de salud que ellas. Por ejemplo, en países donde hay una epidemia generalizada de VIH, los hombres son menos propensos que las mujeres a hacerse la prueba diagnóstica, a buscar tratamiento antirretroviral y son quienes, principalmente, fallecen de males asociados con el sida.
Además, de las 40 causas principales de muerte, 33 contribuyen a bajar más la esperanza de vida en los hombres que en las mujeres. La posibilidad de que un varón de 30 años muera de una enfermedad crónica antes de los 70 años es 44% mayor que en una mujer.
Como si fuera poco, los índices de suicidio son un 75% mayores en hombres. A partir de los 15 años los decesos por accidentes de tránsito tienen el doble de víctimas masculinas que femeninas y las tasas de mortalidad por homicidios son cuatro veces más altas en varones que en ellas.
No obstante, uno de los principales retos es que no todos los países tienen estos datos disponibles.
“Cerrar las brechas de datos es importante para cerrar las brechas de género. Recolectar, analizar y usar datos desagregados y de buena calidad es clave para mejorar la salud y el bienestar de las personas. Las políticas y prácticas de salud deben estar respaldadas por datos fidedignos generados por cada país”, señaló en un comunicado Richard Cibulskis, autor principal del reporte.
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