Más de una infección (o de dos) de covid-19 en lo que va del año. Algo que sonaba muy poco posible al inicio de la pandemia es una realidad en todo el mundo. En Costa Rica, datos del Ministerio de Salud señalan que del 1.º de enero al 30 de mayo de este año 27.489 personas habían dado positivo más de una vez a una prueba de esta enfermedad.
La estadística suministrada por Salud no incluye cuántas de estos individuos van por su tercera o cuarta infección.
Además, no hay datos posteriores al 30 de mayo debido el hackeo de los sistemas informáticos de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), lo que ha generado atrasos en los reportes, aparte de que dada la situación informática, esa entidad aplicó un plan de contingencia por el que solo se realizaron pruebas diagnósticas en casos específicos durante unas semanas.
El epidemiólogo Juan José Romero añade al vacío en datos el hecho de que muchos contagiados solo se realizan una autoprueba, por lo que nunca llegan a los reportes oficiales. También están los que asumen que tienen el virus y no se hacen la prueba, solo se aíslan, así como quienes tuvieron el virus anteriormente, nunca lo notaron porque no se hicieron prueba ni tuvieron mayores síntomas y ahora creen que están en su primera infección.
Las nuevas subvariantes de ómicron presentes en Costa Rica en los últimos meses, la BA.2 y, especialmente, las BA.4 y BA.5, tienen mutaciones que les permiten evadir o burlar parcialmente nuestro sistema de defensas ya formadas y el virus puede colarse e infectar nuevamente en ocasiones repetidas, pese a que la persona tenga anticuerpos de un contagio reciente o de la vacuna. Esto no se veía con las variantes circulantes en 2021 (alfa, beta, gamma y delta) cuando hubo 755 que dieron positivo por segunda vez.
El crecimiento de las reinfecciones no solo se ve en Costa Rica, sino que ha sido tema de discusión en Europa y Estados Unidos, donde se resaltaba lo común que era reinfectarse a mediados de año luego de un contagio en enero o febrero.
La buena noticia es que las vacunas nos siguen protegiendo contra las formas graves de la enfermedad y la muerte.
“Las vacunas nunca tuvieron como propósito evitar la infección, ese nunca fue su objetivo, y siguen logrando lo que hasta el momento han hecho. Lo mismo pasa con la infección natural, no nos confiere protección total contra nuevas infecciones”, subrayó la viróloga Eugenia Corrales Aguilar.
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La ola
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Para Romero, “el apagón” de datos provocado por el hackeo complica ver si realmente seguimos en una quinta ola extendida, o si una sexta comenzó antes de que la quinta comenzara a bajar, pero sí puede considerarse que estamos en un punto alto. Para él, los datos divulgados por las autoridades de salud son aproximadamente una quinta parte, dadas las pocas pruebas que se realizan.
“Cuando íbamos subiendo hacia la fase de la cresta de esa quinta ola, se nos apaga la información. En ese momento circulaba BA.2 y comenzaban a llegar BA.4 y BA.5. Cuando esperábamos ir bajando, puede haber ocurrido que BA.5 reforzara la quinta ola o, si hubo una baja, que luego BA.5 nos pusiera a subir otra vez”, dijo el epidemiólogo.
No mantener la distancia física, volver a reuniones sociales con menor uso de mascarillas (especialmente en los sitios cerrados con poca ventilación) también dan impulso a nuevos contagios y reinfecciones.
Tanto Corrales como Romero consideraron que esta ola no solamente es de reinfecciones, pues las características de mayor transmisibilidad de las subvariantes hacen que las personas que habían evitado la enfermedad, ahora sí la sufran.
“Es muy probable que esta ola que se está viviendo en Costa Rica tenga esas dos fenómenos, de personas que ya pasaron por una infección en 2020, 2021 o incluso en enero o febrero de 2022. A esto se le une que las medidas de prevención y transmisión como el uso de mascarillas han disminuido y esto aumenta el riesgo de infección”, dijo Corrales.
La viróloga aseguró que la vacuna da más protección y durante más tiempo que un contagio previo.
Tres aspectos clave
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Para entender mejor lo que sucede, Corrales recordó que es necesario entender que las infecciones y las reinfecciones dependen de tres aspectos: el virus y las habilidades que le confieren sus mutaciones, nosotros con nuestro sistema inmune (potenciado o no por vacunas e infecciones anteriores que dan protección, pero no total) y el ambiente en el que nos encontramos, pues no es lo mismo un espacio abierto a uno cerrado, sin ventilación donde nadie use mascarillas.estoy
La viróloga recordó que el SARS-CoV-2 muestra cosas en común con otros coronavirus.
“Los coronavirus estacionales, estos que nos causan resfríos usualmente, tienen este fenómeno de reinfección, al igual que muchos otros virus respiratorios. Por eso hay gente que se resfría todos los años más de una vez”, expresó.
En general, dijo la especialista, los coronavirus mutan, pero el SARS-CoV-2 tiene una tasa de mutación más acelerada, no por características del virus en sí mismas, sino porque al tener una circulación tan alta y tanta transmisión, tiene más oportunidades de mutar. Muchas de las mutaciones de las nuevas variantes las hacen “escabullirse” de nuestros anticuerpos y, de esa forma, entrar a nuestro organismo.
Al llegar a nuestro organismo se encontrarán (o no) con la protección que ya les han conferido vacunas o contagios previos (o una mezcla de ambas), esto hace que nuestras defensas nos reconozcan y comiencen a dar la pelea. Por eso los síntomas suelen ser más leves en los vacunados, ya que el sistema inmunitario reconoce al virus y lucha contra él antes de que la salud pueda complicarse.
No obstante, Romero recordó que siempre hay personas con condiciones más débiles, como los inmunocomprometidos, quienes, ya sea por enfermedades o por medicamentos que toman tienen problemas inmunitarios. También están los adultos mayores, que por un proceso biológico natural no tienen las mismas defensas y su lucha contra la enfermedad no es igual. En estas personas, desgraciadamente las complicaciones y muertes son más comunes.
Corrales, finalmente, advirtió que no podemos olvidar el ambiente. En un lugar cerrado, con poca ventilación y en donde las personas no usen mascarillas, el virus circulará más y mejor y las probabilidades de infectarse serán mayores, pero además, el inóculo (la cantidad de virus que ingresa al organismo) será mayor y esto podría contribuir a síntomas más fuertes.
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