La vacuna contra el virus SARS-CoV-2, causante de la covid-19, vino a constituirse en la herramienta vital para el combate de la pandemia.
Hasta el momento, de las 232 vacunas en desarrollo (172 en fase preclínica en laboratorio o animales y 60 en pruebas en seres humanos) casi todas tienen un mismo objetivo para atacar y vencer al virus.
Es su llamado “talón de Aquiles”, una proteína que es clave para que el virus entre al cuerpo humano e infecte nuestras células. Se trata de una proteína que recibe varios nombres, en español se llama “espiga” o “espícula” y en inglés se le conoce como “Spike” o simplemente “S”.
Las vacunas buscan llegarle a través de diferentes vías y con diferentes tecnologías, pero todas tienen como objetivo atacar y desmantelar al virus a través de su punto débil.
Rol clave en la infección
Esta proteína “S” está en la superficie del virus y es la encargada de darle su forma de corona.
La Spike es la llave para entrar a las células. Pero esa llave solo puede ingresar por cierto candado. Ese candado es un receptor celular, una proteína en la superficie de algunas células humanas.
En el caso del SARS-CoV-2, el receptor o “candado” que tiene la bocallave exacta para que la proteína “S” ingrese se llama ACE2.
Cuando esta proteína espiga se encuentra con el ACE2, esta abre la puerta para entrar a la célula e infectarla.
Las vacunas buscan entonces atacar esa proteína para evitar que esta funcione e infecte las células.
“Para que un virus pueda entrar a la célula, el receptor viral tiene que unirse al receptor celular. Es así de específico. Yo puedo ponerle toneladas de virus a una célula, que si esa célula no tiene ese receptor, las toneladas de virus no van a entrar”, explicó la viróloga costarricense Eugenia Corrales Aguilar.
“El receptor viral podemos bloquearlo para que no se dé esa unión y ese es el principio de las vacunas actuales”, añadió.
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Así funciona el "talón de Aquiles" del virus
La proteína S o Spike es vital para el ingreso del virus en el cuerpo.
FUENTE: Eugenia Corrales Aguilar, viróloga; Osvaldo Vega, biotecnólogo. || INFOGRAFÍA/ LA NACIÓN.
Aliada para las vacunas
Según la especialista, con este virus la ventaja es que la proteína espícula está “expuesta”. Esto no sucede así en todos los virus. Por ejemplo, con VIH, el virus tiene un receptor “escondido”, toma un disfraz y cambia a la hora de unirse con la célula humana.
Con el SARS-CoV-2 está expuesto desde un inicio, la proteína espiga se detecta fácilmente.
“El coronavirus no tiene ninguno de esos trucos extraños”, dijo Corrales Aguilar.
Hay un área clave llamada dominio de unión del receptor (RBD, por sus siglas en inglés); “en el momento en que yo bloqueo eso, el virus no entra a la célula”, manifestó la viróloga.
Las vacunas no solo se dirigen contra la RBD, sino contra toda la proteína.
“Es como si la vacuna recubriera toda la proteína y no le permite infectar la célula”, expresó la especialista.
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Evitar la enfermedad y no la infección
De momento, los ensayos clínicos de las vacunas hablan de la eficacia para evitar la enfermedad (síntomas) y sus complicaciones, pero no la infección. Es decir, la persona sí podría no enfermarse pero igual infectarse con el virus y pasarle la infección a otra persona.
La viróloga explicó que por eso mismo es que debemos cuidarnos más, pues lo que sabemos hasta el momento de las vacunas es que previenen severidad y con esto las muertes, pero no así el que el virus ingrese a nuestros cuerpos.
“Después de que tengamos las vacunas y lleguemos a un 80% o 90% podemos decir que podremos tener una vida más normal, porque tendremos esa respuesta inmune que nos va a evitar la severidad”, destacó.
“De momento, debemos seguir protegiendo a todas esas personas que están en riesgo de enfermar gravemente para esperar tener una inmunidad más de comunidad que nos proteja”, añadió.
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