El estrés que experimentan las hembras de los mamíferos mientras están embarazadas afecta categóricamente el crecimiento de su cría.
Así lo señala un análisis de varios estudios en 719 individuos de 21 especies diferentes y que fue publicado recientemente en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
Los estudios incluyeron cuatro especies de monos, seis de roedores, dos de perros y dos de gatos. El ser humano, por su parte, se analizó con una metodología diferente, que incluía los datos de los menores en el momento del nacimiento y durante su primer año de vida.
Los investigadores de la Universidad de Nuevo México –en Estados Unidos– y de Göttingen –en Alemania– concluyeron que las manifestaciones son diferentes según sea el nivel de estrés y la etapa de la gestación en el que se encontraba la madre.
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Por ejemplo, si el estrés tiene lugar durante el último trimestre del embarazo, la mamá, por lo general, lo que hace es invertir menos energía en el feto, produciéndose así un crecimiento más lento dentro del vientre y durante la infancia.
El estrés materno deja de afectar una vez que el bebé llega a su independencia nutricional y ya no se alimenta con leche materna. Entonces, estos bebés suelen recuperar el ritmo de crecimiento visto en otros cuyas madres no se estresaron durante el embarazo.
Aunque es posible que los hijos de madres estresadas sí mantengan un tamaño un poco menor el resto de su vida, la buena noticia es que su desarrollo cerebral no se verá afectado.
Ahora bien, si el estrés tiene lugar durante el primer trimestre del embarazo, el feto comienza a programarse porque asume que tendrá una esperanza de vida reducida.
Lo que hace el bebé es acelerar su proceso de crecimiento y maduración, para así asegurar su supervivencia. Este proceso acelerado se mantiene aún después del nacimiento. En este caso tampoco hay afectación en el desarrollo del cerebro.
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En el estudio se vio que los diferentes motivos del estrés no fueron determinantes en los resultados, pues las consecuencias se daban sin importar la causa.
El estrés aumenta el nivel de hormonas como el cortisol que también se transmiten al bebé en crecimiento. Esto se dio independientemente de si la tensión era porque había falta de comida disponible, o porque había algún depredador cerca o cualquier otro motivo.
Los investigadores indican que esto podría explicar algunas cosas en cómo se desarrolla la biología humana.
"Estos resultados podrían explicarnos por qué las niñas comienzan sus ciclos menstruales a una edad más joven en los barrios más pobres. El estrés que causa vivir en pobreza, con limitación de alimentos y en posible condición de violencia, impacta a las mujeres embarazadas. Esto podría hacer que desde el inicio de la gestación la madre le pase sus tensiones al feto, y con ello, su desarrollo se acelere, incluso después del nacimiento. Quizá por ello, muchas de estas niñas presentan una menstruación temprana", explicó a la prensa Andreas Berghänel, coordinador del estudio.
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Otras consecuencias
Aunque este análisis se centró en los efectos del estrés sobre el crecimiento, investigaciones anteriores han relacionado las tensiones maternas con un sistema inmunitario más debilitado en los hijos.
Por ejemplo, el estudio Alspac (de la Universidad de Bristol en Inglaterra) señaló que el estrés en la semana 32 de gestación está relacionado con hiperactividad y déficit de atención en los menores cuando llegan al preescolar y se mantiene durante la escuela.
Si el estrés se da en las primeras 18 semanas también hay más problemas de motora gruesa o equilibrio.
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Ese mismo estudio determinó que el estrés durante todo el embarazo, de igual manera, estaría ligado a mayor inseguridad y ansiedad en los menores.
Por otra parte, un estudio publicado en el 2009 por la Universidad de Rochester señaló que los hijos de madres estresadas durante el embarazo tienen más problemas de sueño.
¿Cuánto estrés es perjudicial?
En una época donde es común que las mujeres convivan con factores que generan tensiones y problemas aún durante la gestación, vale la pena preguntarse: ¿es posible no estresarse?, ¿cómo impedirlo? o ¿cuánto estrés es necesario para afectar el crecimiento de un bebé?
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Aunque el estudio no exploró estas variables, los investigadores aclaran que no es lo mismo un nivel de estrés considerado "esperable" como el que se vive en una oficina u otros puestos de trabajo, al que puede experimentar alguien que lleva su embarazo en una zona de conflicto bélico o en un ambiente de pobreza extrema, donde hay falta de alimentos.
Sin embargo, se debe recordar que hay formas de paliar el estrés: hacer ejercicio (siempre y cuando el médico no indique lo contrario), escuchar música, reírse o hablar con amigos.
Un adecuado control médico, también será de gran ayuda.