Diversos estudios ya han establecido que el estrés, la depresión y la ansiedad aumentan el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, como infartos y derrames cerebrales. Sin embargo, nunca se había dicho hasta qué punto ni cómo ocurría esta situación.
Ahora, dos estudios internacionales, publicados este último mes, equipararon estas emociones al daño que generan males como la obesidad o los niveles de colesterol alto.
Asimismo, los científicos lograron descubrir que todo sucede debido a la carga hormonal que se activa cuando los niveles de estrés, depresión o ansiedad son muy altos y constantes en el tiempo.
Como resultado, se da una inflamación de la amígdala (el “centro de control emocional del cerebro”), la aorta (arteria más importante) y la médula ósea (tejido esponjoso dentro de algunos huesos que es vital en la formación de glóbulos blancos o defensas).
Estos descubrimientos son vitales para comprender las enfermedades cardiovasculares, principal causa de muerte en el mundo y en Costa Rica, donde estas encabezan la lista de mortalidad desde 1970.
Evidencia. El primer estudio fue desarrollado por la Universidad de Múnich en Alemania y el Centro Alemán para la Salud Ambiental y fue publicado en la revista Atherosclerosis .
Para analizar el vínculo entre depresión y estrés con los males cardíacos, los investigadores revisaron los datos de una investigación que tomó en cuenta a 3.428 personas entre los 45 y 74 años, dándoles seguimiento por diez años.
Los científicos compararon el impacto de la depresión y el estrés sobre los males cardíacos y las muertes por estas causas. La comparación se hizo con obesidad, nivel de colesterol, fumado e hipertensión.
El equipo vio que, aunque la hipertensión y el fumado son los mayores factores de riesgo para un mal cardíaco, la depresión o el estrés por sí solos (no necesariamente deben vivirse ambos trastornos) son los causantes del 15% de las muertes de males del corazón: la misma cifra que se ve para la obesidad y los niveles altos de colesterol.
“Nuestra recomendación es que a quienes ya tienen hipertensión, obesidad o que fuman mucho también se les revise su salud emocional, pues esto puede aumentar más su riesgo cardíaco”, indicó en un comunicado de prensa Karl-Heinz Ladwig, coordinador del estudio.
Inflamación en zonas clave. La otra investigación exploró qué le sucede al cuerpo cuando está bajo niveles constantes de estrés y cómo afecta al corazón.
Así, científicos de la Escuela de Medicina de Harvard y de el Hospital General de Massachusetts tomaron a 293 pacientes mayores de 25 años, les practicaron una resonancia magnética y los vigilaron por 3,7 años.
Ellos respondían cuestionarios sobre su nivel de tensión cada seis meses. Al cabo de este tiempo, 22 desarrollaron una enfermedad cardiovascular y ocho de ellos murieron.
Los científicos notaron que la gente con niveles muy altos de estrés, tenían inflamación en la aorta y médula ósea. Entre más crónico era el estrés, mayor era la inflamación en estas áreas. Los resultados se publicaron en la revista The Lancet .
¿A qué se debe? Los científicos presumen que, en períodos de estrés, la amígdala puede enviar a la médula espinal órdenes para que produzca mayor cantidad de glóbulos blancos, lo que podría causar mayor inflamación en la aorta. Esto, a su vez, dificultaría el paso de sangre, favoreciendo la posibilidad de infarto o derrame cerebral.
¿Qué hacer? Ambos estudios concuerdan en que la actividad física genera hormonas llamadas endorfinas que bajan los niveles de estrés y de depresión que dan sensación de bienestar. Además, esto también tendría un impacto positivo para regular la presión arterial, el peso y los niveles de colesterol.
“Es sumamente importante tratar al estrés crónico como un factor más de riesgo para enfermedades cardiovasculares, de la misma forma en la que lo hacemos con el fumado o hasta con los niveles de presión arterial”, concluyó Ahmed Tawakol, autor del reporte.