Todas las personas tienen bacterias en la boca, pero un estudio realizado en la Universidad de Costa Rica (UCR) logró determinar las 22 especies de bacterias presentes en la boca de los niños del país, cuatro de las cuales son preponderantes. La investigación fue realizada para una tesis de Odontopediatría en esa casa de enseñanza.
No se trata de bacterias nuevas ya que fueron descubiertas hace años. Lo novedoso de este trabajo es que permite caracterizar las bacterias que están en las caries de los menores ticos y verlas a profundidad, así como establecer diferencias entre unos y otros niños.
Eso fue lo que se propuso Keysy Tenorio Soto: determinar cuáles eran las características de la microbiota (o comunidad de bacterias) de las caries y boca en los niños ticos de entre 4 y 8 años. Esto sí es nuevo, porque los estudios anteriores sobre microorganismos alojados en las caries dentales estaban enfocados, en su mayoría, en personas adultas. Los pocos análisis existentes en menores casi siempre se centraban en una única bacteria.
“Tuvimos acceso a una población de niños y niñas que califica como población vulnerable, lo cual contribuye a la odontología de Costa Rica con datos 100% nacionales. Básicamente, datos que no provienen de otro lado o de niños con una alimentación diferente, sino que son nuestra población afín”, afirmó Tenorio.
Esto también proporciona información sobre las diferencias que pueden existir según lugar de residencia y hábitos de los menores.
“Los microorganismos de la cavidad oral varían por zona geográfica y, hasta el momento, no contábamos con información sobre la microbiota oral en las caries dentales de niños en Costa Rica. Tenemos mucha información de lo que hay en otras latitudes, pero no de lo que tenemos aquí. Los resultados obtenidos de algunas bacterias coinciden con reportes de otros países, pero otras nunca habían sido reportadas antes”, manifestó Tatiana Ramírez Mora, asesora de la tesis.
El estudio
Tenorio aisló un total de 60 cepas bacterianas de las caries y la boca de niños que fueron atendidos en la clínica de odontopediatría de la UCR.
De estas bacterias, 22 fueron identificadas y cuatro predominaron en las muestras analizadas. Algunas de esas bacterias eran esperadas; otras, en cambio, resultaron totalmente inesperadas porque en investigaciones similares no habían sido reportadas de manera conjunta.
Las dos bacterias más halladas ―y también esperadas por ser altamente reportadas― fueron la Staphylococcus epidermidis y la Streptococcus mutans; ambos son microorganismos con el potencial de incentivar las caries dentales.
Las dos que resultaron una sorpresa porque no se habían reportado en entornos similares son la Pasteurella ppneumotropic, llamada también Mannheimia haemolytica, y la Pantoea spp.
“En la literatura científica, estas cuatro bacterias han sido mencionadas de manera separada. Esto es algo muy importante de traer a colación porque la microbiota muchas veces está caracterizada por el lugar en donde se encuentran las personas.
“A pesar de que encontramos similitudes con otras investigaciones realizadas en otras poblaciones, vemos que solo dos bacterias en específico se habían caracterizado en niños de poblaciones infantiles extranjeras: la Streptococcus mutans y la Staphylococcus epidermidis, las demás las identificamos en pacientes pediátricos por primera vez en Costa Rica”, precisó Tenorio.
Sin embargo, sí hay una explicación para eso. Esos cuatro patógenos poseen la gran habilidad de trabajar en equipo y exacerbar la destrucción del tejido dental, dañar las encías y hasta las estructuras de soporte como el hueso.
Bacterias menos comunes... y menos esperadas
Dentro de los hallazgos del estudio hay dos bacterias que no deberían estar en la cavidad oral de los niños (ni de un ser humano de cualquier otra edad): la Enterococcus faecalis, la Rothia mucilaginosa y la Sphingomonas paucimobilli.
La E. faecalis, por ejemplo, es una bacteria fecal que puede encontrarse transitoriamente en la cavidad oral y lesiones de tejidos blandos, “principalmente en poblaciones expuestas a ambientes hospitalarios o con infecciones nosocomiales”, cita la tesis.
La R. mucilaginosa suele alojarse en el sistema respiratorio superior, muy lejos de la cavidad oral.
La Pantoea spp, por su parte, es una bacteria frecuente en plantas, frutas y vegetales, no tanto a nivel oral, pero allí se encontró.
La S. paucimobilli tiende a ubicarse en medios acuosos, es muy rara de encontrar en humanos. No obstante, podría tenerse una explicación: “su subsistencia se relaciona con infecciones y fiebres en pacientes pediátricos”, indica el texto de la tesis.
Finalmente, la P. pneumotropica es un patógeno que se encuentra presente en la cavidad oral de roedores, perros y gatos.
La pregunta que le queda a Tenorio y a su comité asesor es: ¿cómo llegaron estas bacterias a la boca de un niño?
”No sabemos. Se podría pensar que la muestra se contaminó, pero no. Son bacterias que sí podrían estar participando en el proceso carioso y el hecho de que no hayan sido reportadas anteriormente puede ser por una dieta diferente a nivel nacional.
“O bien, que el tipo de niño que se atiende en la Clínica de Odontopediatría de la UCR posee bacterias que normalmente no se reportan en otros estudios similares”, complementó Ramírez.
A futuro
Ya se tienen planeadas investigaciones para determinar cómo llegaron estas bacterias tan extrañas a la cavidad oral de los menores. Tener estos datos es imprescindible en la generación de nuevas estrategias preventivas, para así evitar o aminorar el riesgo de desarrollo de caries.
Una posibilidad sería el uso de probióticos que, al combinarse con las bacterias, sirvan de escudo ante las caries dentales.
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