La covid-19 cambió la dinámica de las muertes en Costa Rica, pero también las restricciones a la movilidad, las mascarillas y la vacunación.
La pandemia también tuvo repercusiones en la cantidad de muertes que se hubieran esperado en 2020 y 2021 de no haber existido, concluye un estudio desarrollado por la Universidad de Costa Rica (UCR) y la Agencia Costarricense de Investigaciones Biomédicas (ACIB), cuyos resultados fueron publicados en la revista The Lancet Regional Health - Americas.
Los investigadores tomaron en cuenta un concepto llamado exceso de mortalidad. Este se define como la diferencia entre la cantidad de muertes esperadas en un periodo y las que realmente se dieron o reportaron. Para ello, analizaron las estadísticas de decesos entre 2017 y 2021 suministradas por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), ente que lleva las cifras oficiales de los fallecimientos. Los años de 2017 a 2019 sirvieron como un marco común para definir la cantidad de muertes esperadas en 2020 y 2021 si el SARS-Cov-2, virus causante de la covid-19, no hubiera irrumpido.
“Se compara la mortalidad que tendría un país en condiciones normales con la mortalidad en un momento de crisis sanitaria, en este caso, durante la pandemia de covid-19. Es la mortalidad que se asocia con los efectos de la pandemia″, explicó a la Universidad de Costa Rica, Cristina Barboza Solís, una de las investigadoras.
También se analizaron los años de vida potencialmente perdidos. Esta es una variable en la que se ajustan los años según la esperanza de vida al nacer. Se parte de este supuesto: si nos basamos únicamente en la edad de las personas (y no en otros aspectos de su salud), ¿cuánto tiempo más habría vivido cada uno de los fallecidos?
Por ejemplo, en Costa Rica la esperanza de vida al nacer es de 80 años. Una persona que muere a los 40, tendría 40 años de vida perdidos, una persona de 65 tendría 15 años y una de 75 tendría 5. En el caso de quienes mueren después de los 80 años, hay otra variable que se toma en consideración, y es que también hay esperanzas de vida al cumplir cada cierta cantidad de años, los 80 años es una de ellas. En 2020, antes de que la pandemia llegara, la esperanza de vida al cumplir 80 años, según el Banco Mundial era de vivir 9,92 años más.
El estudio en detalle
Veamos primero los números con los cuales se hizo el análisis. De acuerdo con el Ministerio de Salud, entre marzo de 2020 y diciembre de 2021, se produjeron 7.640 decesos como consecuencia de las complicaciones de covid-19. En ese periodo murieron en total 52.139 individuos.
Si se ve por años completos, el INEC reportó 26.149 decesos en 2020 (71 al día, que incluyen los meses de enero, febrero y primeras dos semanas de marzo, donde no había covid-19) y 30.884 en 2021 (85 al día). Estos datos se compararon con los 23.198 de 2017 (64 al día), 23.654 en 2018 (65 al día) y 24.222 en 2019 (66 al día).
Las muertes debido a las complicaciones del virus en Costa Rica constituyeron 144 por cada 100.000 habitantes, un número bajo en comparación con los vistos en países de la región como Perú (615), Brasil (271), Chile (205) u otros países desarrollados como Estados Unidos (248), Italia (227) o Reino Unido (221).
El estudio encontró que, para todo el periodo analizado, covid-19 fue la causante del 15% de las muertes (y primera causa de mortalidad para esos años, según el INEC). El exceso de muertes en todo el lapso de estudio fue de 6.833, un 15%; es decir, la pandemia tuvo un exceso de mortalidad del 15% durante 2020 y 2021.
No obstante, si se eliminan todas las muertes cuya causa determinada fue covid-19, el exceso está en -2%, es decir, más bien hubo menos muertes por otras causas en comparación con las esperadas.
En cuanto a los años de vida potencialmente perdidos, la población costarricense perdió 150.259 años.
Tanto el exceso de mortalidad como los años potenciales de vida perdidos fueron menores en Costa Rica que en los otros países de América Latina que se analizaron.
No obstante, se ven cambios importantes según las fases de la pandemia, según grupos de edad y según sexo, que bien merecen ser estudiadas por separado.
El momento de la pandemia
El exceso de muertes no fue igual durante todo el periodo estudiado, porque la enfermedad golpeó diferente al país en distintos momentos.
Los investigadores dividieron la pandemia en tres momentos definidos según las características que tuvo en Costa Rica:
- Desde marzo de 2020 (fecha de los primeros casos) hasta el 2 de julio de ese mismo año, cuando la primera ola de la pandemia comenzó.
- Del 3 de julio de 2020 al 20 de marzo de 2021, un momento definido como de altos casos y donde la vacunación todavía era escasa y se dirigía a personas muy específicas, como adultos mayores y trabajadores de la salud.
- Del 21 de marzo al 31 de diciembre de 2021, en el que la enfermedad continuaba sus embates, pero había cada vez más población vacunada.
La primera fase se caracterizó por restricciones a la movilidad (restricción vehicular sanitaria) y por el cierre de los lugares de atención al público que no eran de primera necesidad. Esto más bien resultó en que el exceso de mortalidad fue de -9%, es decir, murió un 9% menos de lo esperado. El estudio señala que las muertes que se evitaron principalmente tuvieron que ver con accidentes de tránsito y otras enfermedades de tracto respiratorio (que no incluyen a covid-19).
En este mismo espacio de tiempo se vio un aumento de decesos en condiciones que estaban relacionadas con complicaciones en covid-19: diabetes, hipertensión, infartos, accidentes cerebrovasculares y enfermedades autoinmunes.
En este lapso se perdieron 343 años de vida potencial, solo el 0,23% de los años de vida perdidos en todo el período.
En la segunda fase sí se vio un aumento del exceso de mortalidad, este fue de un 15%. Los años de vida potencialmente perdidos subieron a 49.178.
Finalmente, en la tercera fase, el exceso de mortalidad subió a 24%; en otras palabras, murió un 24% más de población de la que hubiera muerto si la pandemia no hubiera llegado. Los años de vida potencialmente perdidos tuvieron otro incremento, a 100.737. Es decir, dos tercios de los años de vida se perdieron en esta fase.
Varios factores se juntaron en este tercer periodo que podrían, en su conjunto, explicar el alza: la presencia de variantes más agresivas como la delta (pues ómicron ingresó hasta finales de diciembre) y a que la vacunación fue desigual y para diciembre no toda la población había tenido acceso a esquemas completos, además las medidas sanitarias se suavizaron.
Por grupos de edad
El impacto fue diferente según la edad de quien enfermaba. Si se habla de exceso de mortalidad, el grupo de edad más golpeado fue el de 50 a 59, con un 24% y el más bajo en los niños de 1 a 9 años, con un -34%.
Cuando se ven años de vida potencialmente perdidos, estos comenzaron a aumentar a partir de los 50 años y fue subiendo en los adultos mayores. El 45,29% de años de vida potencialmente perdidos fue en mayores de 60 años.
Barboza expresó que, aunque las personas más jóvenes dan más años a esta cuenta de potencialmente perdidos, las muertes en los mayores de 60 fueron tantas que sus aportes fueron mayores.
Sin embargo, esto cambió con la llegada de la vacunación. El estudio muestra que comenzar a vacunar primero a los de mayor edad sí tuvo efecto sobre su supervivencia. Esto es especialmente cierto cuando se analizan el segundo y el tercer periodo.
Si se revisa la cantidad de años perdidos, esta se multiplicó por 4,3 entre las personas de 30 a 39 años entre la segunda y la tercera etapa, mientras que entre los mayores de 70 años (primeros en ser vacunados y en recibir dosis de refuerzo) esta se redujo.
Entre hombres y mujeres
Finalmente, si se analiza por sexo biológico, no hay cambios en el exceso de muerte, en ambos estuvo en un 15%, pero sí hay diferencias en cuanto a los años potencialmente perdidos. Mientras ellas perdieron 60.445 años, ellos perdieron 89.816, un 48,59% más.
A manera de conclusión, los investigadores señalaron que en Costa Rica hubo un diagnóstico muy preciso de la enfermedad, así como un proceso riguroso de seguimiento y reporte de las muertes de calidad.
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