La falta de ciertas hormonas durante el desarrollo en el útero podría hacer que los bebés que se gestan en esas condiciones tengan mayor riesgo de convertirse en adultos ansiosos y vulnerables a tener mala salud mental y emocional.
Es la conclusión a la que llegó una investigación hecha por la Universidad de Cardiff con ratones, donde se vio el papel de la placenta en la programación de la conducta emocional a largo plazo.
Específicamente, señalan que cambios en la expresión del factor de crecimiento insulínico tipo 2 están implicados en la restricción del crecimiento en el útero.
Si esta hormona está dañada o no está presente, ocurre un desequilibrio en el suministro de nutrientes controlado por la placenta, lo cual puede influir en los comportamientos emocionales mucho tiempo después de haber nacido, en la edad adulta, explicó, en el sitio de la universidad, Trevor Humby, neurocientífico que dirigió la investigación conjuntamente con el Lawrence Wilkinson.
“Nuestros hallazgos pueden indicar que las semillas de nuestro comportamiento, y, posiblemente, la vulnerabilidad a trastornos cerebrales y mentales, se siembran mucho antes de lo que se pensaba”, comentaron.