“Las escuelas y colegios no son guarderías. Los padres de hoy deben reconocer aún más su responsabilidad diaria y no desentenderse de sus hijos al mandarlos a clases. Los jóvenes requieren educación, pero también de su atención”.
Así reflexionó Franklin Mejía Vindas al recibir, este miércoles, el Premio Mauro Fernández 2015, máximo galardón que se otorga a un docente, desde 1986, por su servicio al país.
Mejía asegura que alumnos, profesores y progenitores, deben afrontar, en conjunto, los retos de la educación.
Según él, los padres deben, por su parte, inculcar en sus hijos el amor por el estudio y alentarlos a aprovechar la oportunidad de tener educación.
En el caso de los docentes, deben reavivar el contacto e interacción con los estudiantes. “Uno debe vivir emociones con ellos, como se dice popularmente, ‘embarrealearse con ellos’, porque esto genera empatía e identidad. No se trata de estar lejos y solo decirles lo que deben aprender”, aseguró.
“Es un gran reto ser educador en este momento. Vivimos en una sociedad compulsiva, llena de problemas aquí y en todo el mundo. Pero, por eso, más que nunca, hay que ponerse en el lugar de los estudiantes, pensar en su situación afectiva y espiritual. Eso es tanto para los padres como para los maestros”, dijo.
Finalmente, consideró que cada alumno debe poner su corazón en aprender.
“En la vida hay que ponerle bonito a la estudiada. Hay que ponerle amor. Uno debe entender que hoy puede sembrar para recoger mañana y que ningún esfuerzo es en vano, aunque parezca difícil. Yo soy un ejemplo de eso”, reconoció.
Y añadió: “Mi consejo para los estudiantes es que no se distraigan y aprendan a elegir bien el uso que hacen de la tecnología para que la aprovechen al máximo y no los afecte”.
Música en las venas. Mejía es oriundo de Chires Abajo de Parrita, tiene 49 años y trabaja en una escuela urbano-marginal donde hay 245 estudiantes matriculados. Tiene cinco hijos: Mariam (12 años), José Francisco (17), Sergio (21) , Jocelyn (25) y Vinicio (26). Todos estudian o estudiaron música y tocan guitarra, bajo, marimba, piano o percusión.
Él asegura que la música y el servicio social siempre han sido un motor de su vida. Su mamá, Dora Vindas cuenta que desde que Mejía tenía 5 años, armaba guitarras con latas y cuerda de pescar. Lo hacía imitando a su padre, Primitivo Mejía.
Durante su carrera, él ha sido profesor de música, compositor de himnos, director de bandas y folclorista. “A papi le gusta mucho lo que hace. Siempre está ocupado. Aunque salga a las 4:30 p. m., a veces se queda hasta las 10 de la noche, haciendo cosas y pensando en ideas para ayudar y animar a más gente”, dijo Mariam, su hija menor.
Su trayectoria de colaboración es lo que el Ministerio de Educación (MEP) le reconoció. “Franklin Mejía es premiado por sus 30 años de servicio, no solo a nivel educativo, sino su trascendencia comunitaria”, aseguraron las autoridades en Casa Presidencial, este miércoles.
Según el jurado del Mauro Fernández 2015, Mejía sobresalió también porque su afán por aprender y liderar iniciativas positivas entre jóvenes y en la comunidad lo han convertido en poeta, árbitro y mecánico, así como en voluntario de las Asociaciones Administradoras de Sistemas de Acueductos y Alcantarillados Sanitarios (Asadas).
A eso se suma su interés para que la cultura costarricense sea conocida a nivel mundial, lo que lo ha llevado en giras por todo el mundo como líder del grupo de bailes folclóricos Inspiraciones Costarricenses. Entre sus logros también destaca que su comunidad tenga wifi gratuito en un radio de 250 metros de la escuela.
Por primera vez, a la gala del premio asistieron descendientes de Mauro Fernández Acuña, como Álvaro Luque Fernández, Ligia M. Chacón Fernández y Victoria Eugenia Saxe Fernández.
“Nos encanta poder vivir este homenaje a un educador como don Mauro y más a uno que también tiene afición por la música, como él. Es un enorme orgullo que mi bisabuelo haya democratizado la educación. Eso nos dio muchas oportunidades a todos y nos diferenció como país”, manifestó Saxe.
Como decía don Mauro, “la li bertad y la democracia van de la mano con la inversión en la educación”, concluyó Chacón.