Tito Gentilini está solo en Guayaquil.
En medio de la pesadilla sanitaria, que ha convertido a esa ciudad ecuatoriana en una de las más golpeadas por el covid-19 en el mundo, este limonense no pudo abrazar a su esposa ni a ninguno de sus hijos cuando empezó a enterarse que aparecían cuerpos de personas tiradas en las calles, las morgues estaban atiborradas y muchos de los fallecidos eran sepultados en fosas comunes.
Su familia estaba en Costa Rica y Tito, sin poder hacer nada, solo soñaba con estar con ellos.
“Tuve mucho temor”, confiesa Gentilini sin ningún tipo de sonrojo. Al fin y al cabo, quién no sentiría miedo de estar en una urbe en la que todo parecía haberse salido de control y las autoridades sanitarias no generaban ningún tipo de confianza.
“Acá las cosas se gestionaron mal. Se especulaba con las mascarillas y con el alcohol en gel. Al principio, los vecinos, si no andabas con mascarilla, te veía con mucha desconfianza. Hubo tanto pánico que mucha gente debilitó su sistema inmunológico por eso”, agregó el costarricense, de 58 años de edad.
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Hasta el viernes 24 de abril, en Guayaquil, se registraban, oficialmente, 15.365 contagios y 242 fallecidos por el nuevo coronavirus. Sin embargo, medios nacionales especulan que muchos muertos más fueron enterrados sin constatar si también fueron víctimas del virus.
“Vea una cosa. Según las estadísticas en Guayaquil se mueren unas 1.000 personas por mes. Ahora se dice que en este mes se emitieron entre 6.000 y 7.000 actas de defunción, eso dice mucho”, acotó el tico, quien vive desde hace 29 años en Ecuador y se dedica al cultivo de banano, piña y cacao.
Pero lo peor para Tito es que aún no ha podido escapar de Guayaquil. Reconoce que, en comparación con la última semana de marzo y la primera de abril, las cosas han mejorado bastante, pero eso no le da paz. Quiere viajar a Costa Rica lo más pronto posible.
Gentilini se queja de que, actualmente, escasean las medicinas, la atención privada no da abasto y la alimentación es precaria.
“Es sencillo, aquí no se pueden conseguir medicinas o están excesivamente caras. Además, cuesta mucho que, si te pasa algo, una clínica privada te asista”, afirmó.
Como un lapidario ejemplo, Gentilini puso el caso de un amigo suyo quien salió a comprar unos medicamentos para su madre enferma. El tratamiento, originalmente, costaba $300, pero terminó pagando $3.000.
Gentilini mismo ha sido víctima de la especulación con la salud. En estos días sufrió un fuerte dolor de estómago, se le subió la presión y se vio obligado a pedir una receta a su médico. El tratamiento indicado constaba de seis medicamentos y, hasta la fecha, no ha encontrado un proveedor que pueda reunirlos todos.
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¿Y la prueba del covid-19?, pues es otro tema. Gentilini pagó $295 por la prueba que, originalmente, valía $25. Dichosamente, él pudo costearla, pero es consciente que muchos guayaquileños no pueden.
Otro tema es la comida. En estos momentos, mantener una dieta adecuada en Guayaquil parece imposible.
“Para uno conseguir algo tiene que hacer fila desde las 5 a. m. en los supermercados, pues abren a las 7 a. m. Si no lo haces así, luego llegas y ya no hay verduras, frutas ni legumbres. No se porqué la gente compra tanto aquí, no entiendo dẃnde está el desfase”, comentó el nacional.
El añorado ‘escape’ a Costa Rica.
Era de madrugada cuando Gentilini recibió un frustrante mensaje desde Costa Rica.
“Qué raro Tito. Aquí acabo de ver las noticias, hicieron un recorrido de cómo va la cosa por los diferentes países con el coronavirus y no dicen nada de ticos que quieran salir de Ecuador”, decía el WhatsApp enviado por su hermana.
Gentilini no lo podía entender, pues conocía el caso de muchos ticos que habían intentado salir del país en las últimas semanas. Él mismo había comprado varios boletos para hacer lo mismo, aunque lo hizo en vano por la masiva cancelación de vuelos.
“Nos pareció muy conformista la actitud de la embajada de Costa Rica en Ecuador. No sé yo si tenían miedo de que viajáramos desde Ecuador, por el miedo al contagio. No sé, lo que yo sé es que desde ese momento comenzamos a presionar para que nos abrieran un vuelo, era nuestro derecho, nosotros no vamos a turistear a Costa Rica”, comentó.
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“En ese momento nos frustraba que salían vuelos desde Perú, Guatemala, Dominicana, México, de todo lado. Pero nosotros, que estábamos en un país con tanta presión, nada pasaba. Costó mucho que hicieran algo”, agregó.
Según Gentilini, unos 26 ticos residentes en Ecuador hicieron las gestiones para salir de ese país. Se sumarían a esa cifra unos 17 ticos varados, a quienes, dramáticamente, se les acaba el dinero para permanecer en el país.
“Los varados ni sé cómo están haciendo. Vinieron de vacaciones o cualquier otra cosa y con esta situación que vivimos es muy difícil”, añadió Gentilini preocupado.
La esperanza llega
Este sábado 25 de abril Tito Gentilini se levantó muy animado. El tico, muy pronto, podría reunirse con su esposa y sus tres hijos en San José.
El costarricense asegura que, para este miércoles, se logró gestionar un vuelo que saldrá rumbo a Costa Rica con 45 nacionales a bordo.
Dicho vuelo requerirá una logística especial, pues los ticos de Guayaquil deberán viajar a Quito los más de 436 km de distancia.
“En Guayaquil nos toparemos los ticos de las provincias de Manabí y El Oro. Ellos deberán bajar hasta acá. Luego viajaremos a la capital en un bus aprobado por el Ministerio de Salud, llegaremos al aeropuerto y nos encontraremos con los ticos de Quito para volar”, explicó.
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“Son unas 7 horas de viaje. Llegaremos directo al aeropuerto pues no podemos quedarnos a dormir en ningún hotel. En Quito no quieren que llegue gente de Guayaquil (por miedo al contagio) y por eso los hoteles rechazan las reservas. Dicen que no hay espacio o cualquier cosa”, añadió Gentilini.
Pero para Gentilini y compañía cualquier sacrificio que hagan valdrá la pena. Con tal estar en Costa Rica cancelarán $61 por el bus y $465 por el añorado vuelo a su patria.
Los ticos viajarán por la aerolínea ecuatoriana Aeroregional, y aunque la compañía aún no ha publicado el link para pagar los boletos, Gentilini ya se visualiza en el avión.
“Yo en lo personal estoy muy contento. Yo nunca he pasado más de 15 días separado de mi esposa y, en esta ocasión, ya llevo 41 días. La verdad es que estar uno solo y además amenazado, es medio feo”, finalizó entusiasmado.