Más de 10 diez especialistas en salud del Hospital Nacional de Niños (HNN) afinan detalles para lograr, a inicios del 2017, la separación de Samuel y Ezequiel, siameses que nacieron unidos por la cabeza hace casi un año.
Una cirugía de este calibre retará a un grupo de anestesiólogos, neurocirujanos, cirujanos plásticos especialistas en reconstrucción, microbiólogos y expertos en banco de sangre, enfermeros, personal de apoyo y farmacéuticos.
Esta es la primera vez que en Costa Rica se realizará una separación de siameses unidos por la cabeza, en la que ambos bebés nacieron vivos.
Hace dos años se efectuó una separación de unas siamesas unidas por el cráneo pero, en ese caso, una las niñas había muerto en el vientre, lo que representó una intervención muy distinta y menos compleja.
Por los retos que la nueva cirugía implica, desde hace varios meses diferentes especialistas del HNN se reúnen periódicamente para analizar los posibles escenarios a los que deberán enfrentarse. Ellos buscan, no solo separar a los niños, si no también garantizar la reconstrucción de sus cabezas.
“Son muchas las variables en una operación como esta, se necesita gente de varias especialidades”, explicó a La Nación Juan Luis Segura, jefe de Neurocirugía del centro médico infantil y coordinador del equipo que realizará la intervención.
La preparación se volvió más intensa desde mayo pasado, cuando se les colocaron a los menores cuatro expansores debajo de su cuero cabelludo.
Los expansores son “globos” en forma de saco a los que una vez por semana se les inyecta suero para que la piel estire. Esto con dos fines: que no se “toquen” zonas vitales de sus cerebros en la cirugía, y que haya suficiente piel para reconstruir sus cabezas.
Atraso. La cirugía estaba prevista para la primera quincena de diciembre, pero deberá esperar al menos un par de meses más.
El consejo médico que ve el caso retrasó el procedimiento pues los expansores no han logrado que la piel se estire lo suficiente.
“Vamos a colocarles otros expansores para que la piel estire aún más, esto demorará el proceso unos dos o tres meses”, afirmó el neurocirujano Segura.
Los menores fueron internados el lunes pasado para revisar su estado de salud y prepararlos para su separación. No obstante, tras ese examen, los médicos decidieron darles más tiempo.
“Teníamos ilusión de que ya casi los separaban, pero los doctores saben cuándo es el mejor momento”, dijo Evelyn Badilla, mamá de Samuel y Ezequiel.
Reto médico. Las resonancias magnéticas han indicado que los cerebros de ambos niños son “bastante independientes”. Mas eso no quiere decir que al hacer la incisión, los médicos no se topen con sorpresas, pues no todas las zonas de la cabeza y cerebro pueden verse en el examen.
Los especialistas también tienen claro otro desafío más: los hermanos comparten el flujo sanguíneo, y las venas, arterias y vasos capilares de la cabeza son los mismos.
Por ello, la logística es más rigurosa. Una vez que los médicos determinen que Samuel y Ezequiel están listos para su separación, en el Hospital de Niños solo se realizarán intervenciones de emergencia en esa fecha.
“Nos contaron que ese día tendrán varias salas para esta operación. Incluso un neurocirujano pensionado va a asumir por si llega alguna emergencia, para que los demás médicos puedan estar en la separación”, aseguró Stallin Núñez, padre de los niños.
En caso de que la emergencia sea grande, la situación variaría: “si llegaran niños muy graves que requieren de una intervención con uso de gran parte de las reservas del banco de sangre, entonces la separación se atrasaría”, indicó el especialista.
Proceso. Debido a la edad de los niños y a que son dos, se calcula que solo la preparación de la anestesia podría durar de dos a tres horas. Luego, los neurocirujanos procederían a realizar la incisión en el punto donde los cirujanos plásticos indicaron que es la mejor zona.
Los especialistas removerán el cráneo, y verán si hay duramadre (membrana que protege el cerebro). Si no hubiera, se utilizarán sustitutos.
Las venas y arterias también serán separadas y suturadas, a la espera de que la circulación logre restablecerse.
“El banco de sangre tiene un rol vital. No sabemos cuánta sangre se necesita. Hay casos de niños que han requerido hasta dos y tres veces toda la sangre de su cuerpo”, manifestó Segura.
Según él, luego de separarlos se procederá a reconstruir los cráneos. Eso sí, no se sabe si habrá suficiente hueso para reconstruirlos y, por lo tanto, podrían tener que hacer uso de fragmentos de otros huesos de los bebés o sustitutos biológicos.
“Se necesita algo firme pero no rígido para el cráneo. Por la edad, ellos crecen muy rápido y si ponemos algo muy rígido no va a funcionar”, aclaró Segura.
La reconstrucción de las cabezas se hará justo después de la separación, agregó.
¿Cuánto durará la cirugía? El especialista explicó que no hay forma de saberlo.
“Hay gente que dice que se durará unas 27 horas como la de otros siameses separados en Estados Unidos, pero ningún caso es igual al otro. Solo puedo decirles que, entre más dure la operación, mayores señales de éxito hay. Si desgraciadamente uno de los niños muriera, será una operación más rápida porque solo habría que preocuparse por uno de los dos”, aseveró el médico.
“En esto no solo cuenta la pericia de los cirujanos. También depende de cómo reaccione cada chiquito”, añadió.
Recuperación. La cirugía es apenas la primera parte de un proceso que podría extenderse por años y que Segura aún no se aventura a prever , pues dependerá de los resultados de la cirugía.
Los bebés estarán hospitalizados el tiempo que los médicos consideren necesario.
Después se les dará el apoyo que requieran, ya sea con rehabilitación, terapia ocupacional o algún otro tipo de acompañamiento para procurar que su desarrollo sea el más adecuado según sus posibilidades.
Antecedente: Cirugía similar hace dos años
Hace dos años, el mismo equipo profesional del Hospital Nacional de Niños enfrentó el reto de separar a unas siamesas unidas por su cabeza, pero con una diferencia trascendental: una de ellas nació muerta y la separación tuvo que hacerse de emergencia para evitar que los tejidos muertos de la bebé intoxicaran a su hermana y pusieran en riesgo su vida.
"El parto fue a mediodía y se entró al quirófano para hacer la separación a las 5 p. m. Eran características muy diferentes. En cirugías tan complejas, ningún caso es igual", dijo Juan Luis Segura, jefe de Neurocirugía del hospital.
Esto hizo que el procedimiento fuera más ágil y rápido, pues como solo una de las bebés estaba viva, solo había que prestarle atención a esa niña y a sus signos vitales.
Sin embargo, se trataba de una bebé prematura extrema, pues el parto se dio a las 26 semanas de gestación (un parto a término es de 40 semanas) y esto podría complicar la intervención. La niña se recuperó de manera satisfactoria y hoy vive una vida normal con su familia en Cartago.