El Hospital Nacional Psiquiátrico cambió su modelo de atención. Ya no funcionará como un lugar de asilo para personas con enfermedades mentales crónicas.
La mañana de este martes se anunció que quienes han permanecido en este centro médico durante décadas, casi como si fuera su hogar, serán reubicados en comunidades, donde tendrán mayores libertades.
"Se trata de un asunto de derechos humanos. De devolverle a estas personas algo que como sociedad les quitamos. La condición de asilados violentaba sus derechos. Todas las personas que han sido reubicadas están felices en sus nuevos lugares", comentó Lilia Uribe directora del centro médico.
Dentro de ellos, había 50 adultos mayores, muchos de los cuales estuvieron internados desde niños en esa institución. Hoy todos han sido reubicados en diferentes hogares para ancianos.
Doña Adelina Chacón es una de ellas. Hoy vive en el Hogar Fundación María, en Santo Domingo de Heredia. Se desconoce su edad pues nunca tuvo cédula, pero allí cuenta con todos los cuidados que necesita.
"Ahí en Santo Domingo es un lugar muy bonito. Yo soy la reina del Hogar", aseguró entre risas la señora quien este martes llegó de visita al Psiquiátrico.
En modalidad de asilados todavía se encuentran 119 personas –en su mayoría cercanas a los 60 años– que no tienen familiares y cuyo problema no solo es mental; también es físico. Cada uno de ellos ha tenido una estancia promedio de 9.000 días en ese centro médico.
"Con ellos ha costado más, pues muchos necesitan ayuda para bañarse, vestirse y comer y es difícil encontrar lugares y cuidadores que estén con ellos, pero ya hay gente cada vez más sensibilizada", manifestó Uribe.
La esperanza, según Uribe, es que para el 24 de diciembre todos puedan comerse el tamal navideño en su nuevo hogar.
El modelo del Psiquiátrico ya comenzó su proceso de cambio. El nuevo sistema de atención busca que quienes ingresen con una crisis de algún trastorno psiquiátrico mayor (esquizofrenia, trastornos esquizoafectivos, trastorno bipolar, o psicosis) consigan estabilizarse en una estancia no mayor a 30 días en promedio. Los nuevos tratamientos y medicamentos así lo permiten.
Además, se busca dar un abordaje integral a otros tratamientos de enfermedades mentales y emocionales más "modernas" y que ahora se ven más: estrés postraumático, depresión, trastornos alimentarios, obesidad, entre otros.
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Largo camino
Este salto histórico no ha sido fácil, pues cuesta encontrar espacios dentro de las comunidades para los pacientes. Según las autoridades del hospital, fueron muchos años los que se requirieron antes de dar el paso definitivo.
El proceso empezó en 1990, cuando los pacientes comenzaron a ser ubicados, no por la patología que tuvieran, si no por cuán funcionales eran (cuánto podían realizar una vida normal).
"Las reubicaciones más sencillas fueron en quienes tenían familias; en ellos fue más fácil. Al principio a las personas les daba miedo la enfermedad, pero se les fue explicando que si el paciente se tomaba el medicamento al día, iba a tener una vida como la de cualquiera", aseguró Uribe.
Posteriormente, se contactó con diferentes hogares de ancianos y de personas con discapacidad, se les brindó capacitaciones a los cuidadores y los adultos pudieron visitar los nuevos centros más acordes con su perfil. Al final ellos mismos tomaron la decisión de dónde irían a vivir.
"Algunos vienen de vez en cuando de visita, pero están felices en su nuevo lugar", aseguró Uribe.
Desde 1990 hasta hoy se han eliminado 598 camas asilares.
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Cambio histórico
El Hospital Nacional Psiquiátrico nació como casi todos los hospitales de su tipo: como un sitio de reclusión y aislamiento, pues se consideraba que "los locos afeaban las calles".
En 1890, quienes tenían males mentales eran encerrados en un lugar donde ahora se encuentra el Hospital San Juan de Dios.
Posteriormente se fue ampliando hasta llegar a la sede en Pavas, un lugar de 27 hectáreas con gran cantidad de área verde.
Sin embargo, el desconocimiento de cómo actuar ante estos males dificultaba la situación.
"Yo comencé psiquiatría en México, en 1953. Después vine a Costa Rica, primero como médico rural, y luego en el Psiquiátrico. Teníamos muy pocas armas para enfrentar las situaciones. Eran un montón de pacientes para dos o tres residentes. Recuerdo pacientes que nos llevaron muy chiquititos, otros que murieron en el hospital", rememoró el expresidente de la República Abel Pacheco, quien también fue director del centro hospitalario.
Uribe añade: "afortunadamente la historia comenzó a cambiar en el mundo cerca de 1950. En Costa Rica sucedió unos cuantos años después, cuando se descubrieron los primeros medicamentos que modifican la evolución natural de la enfermedad y se vio que los pacientes podían llevar una vida normal siempre y cuando cumplieran con el tratamiento".
A esto, se le unió la Declaración de los Derechos Humanos, y alrededor del mundo, diversos grupos comenzaron a luchar por la desinstitucionalización de los pacientes psiquiátricos, a que se respetaran sus derechos y a que la sociedad les diera un lugar.
"Dejar atrás la modalidad de asilo no es fácil. Somos el primer país centroamericano en lograrlo", manifestó Oliva Brenes, ex directora del Hospital Nacional Psiquiátrico.
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Los retos
De acuerdo con Uribe, la salud mental de la población aún tiene muchos retos. El primero es conseguir que la sociedad acepte a las personas que sufren algún tipo de padecimiento de este tipo pero que aún están en edad para laboral.
"El tener una enfermedad mental sigue siendo motivo de estigma. Por desconocimiento, las personas no entienden que alguien con un trastorno pero que esté con el tratamiento al día puede realizar cualquier trabajo. Tuvimos que crear una cooperativa para que los pacientes hicieran sus productos y vendieran, porque encontrar trabajo les resulta difícil, aunque la venta de los productos tampoco es fácil. También tenemos gente en escuelas, colegios y hasta universidades buscando un mejor futuro, pero la sociedad debe abrirle las puertas", aseveró Uribe.
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El otro reto importante está relacionado con los nuevos males que afectan la salud mental de los costarricenses.
"Ahora debemos orientar esfuerzos a promocionar la salud mental y a prevenir episodios de violencia, depresión, trastornos alimentarios y estrés postraumático", explicó María del Rocío Sáenz, presidenta ejecutiva de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS).
Para ello el Hospital creo un servicio de intervención en crisis en mayo pasado que pretende atender estos nuevos padecimientos.
"Son consecuencia, muchas veces, de la sociedad en la que vivimos. Si hay personas que viven asaltos o la muerte violenta de un familiar o que en la paz de su hogar les llegan a robar. Eso nos hace más vulnerables a estrés postraumático. También se ven más casos de depresión y trastornos de conducta alimentaria que no podemos desatender", concluyó Uribe.