“Estamos en un momento epidemiológico de relax hospitalario, entre comillas. Y hago énfasis en las comillas. Tener menos pacientes covid, como lo vemos hoy, sí nos permite actuar mejor, pero también tenemos más internados de la capacidad que otros hospitales regionales reportan“.
Así resumió Edgar Carrillo Rojas, director del Hospital San Carlos, la situación de respiro que vive el centro médico luego de cinco semanas de saturación, que obligaron a aumentar el número de camas de 57 a 85, para poder atender la demanda. Todas estuvieron ocupadas por días.
Además, hubo momentos en que 30 personas esperan por una cama o la posibilidad de ser trasladadas a hospitales del Valle Central por falta de espacio.
“Vimos pacientes esperando a que alguien muriera para poder tener una cama. Tuvimos reuniones con comités de bioética para ver los criterios de a quién le toca la cama, a quién le toca el ventilador. Yo sé lo que es que me pongan un mensaje a las 11 p. m. porque no había recursos”, narró el jerarca hospitalario.
La tarde de este viernes el informe del Ministerio de Salud reportó 57 internados en el centro médico sancarleño, cinco de ellos en cuidados intensivos. El director atribuye la baja a que hay más personas con esquema de vacunación completo, que además hacen buen uso de la mascarilla y mantienen prácticas de higiene. No obstante, él se mantiene cauto.
“El mensaje que le hacemos llegar a la comunidad es que no crean que la situación ya se resolvió, todo lo contrario”, recalcó.
Carrillo reconoce que hay otra situación que explica este desahogo. “Lamentablemente la cantidad de fallecidos también es un motivo por el cual tenemos más camas. Hemos llegado a tener en un día nueve fallecidos, en dos días seguidos. Sí, quedan nueve camas libres, pero a costa de personas fallecidas”.
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Vacunación: un factor clave
El médico fue enfático en que la vacunación con esquema completo sí aleja a las personas de llegar a una cama hospitalaria y este es uno de los factores que han mediado para ver menos pacientes en los salones.
“Puedo decir que el 80% de los pacientes que tengo ingresados hoy no tienen ni una sola vacuna y están muy complicados. Los tengo intubados, los tengo con una cánula de alto flujo para que reciban altos flujos de oxígeno.
“Los que tienen el esquema incompleto tienen una situación medio tórpida (con dificultad), pero salen, pero los que se vacunan completamente, la covid-19 tiende a ser mucho más leve. Nosotros somos ejemplo de que sí funciona la vacuna”, añadió.
Omar Miranda, jefe de Emergencias del Hospital San Carlos, quien tiene una alta exposición al virus, salió positivo hace dos meses. Él presenta varios factores de riesgo para complicarse de la enfermedad, como obesidad; sin embargo, sus síntomas fueron muy leves.
“Me dio dolor de cabeza que duró cuatro o cinco días. También tuve congestión nasal y eso fue todo. Ya después del cuarto día me quedé sin un solo síntoma”, relató. En cambio, dijo, han tenido fallecidos previamente sanos o personas de entre 25 y 40 años con ventilación invasiva que no tenían una sola vacuna.
¿Quienes no se quieren vacunar? No hay un perfil determinado, pero, según Carrillo, sí hay zonas con mayor reticencia, como La Fortuna, Santa Rosa, o Pital. También es un fenómeno familiar, porque, por ejemplo, si en una familia una persona no está vacunada, la probabilidad de que en su familia nadie lo esté es mayor.
“El arraigo no es solo comunal, también familiar. Es normal llamar a una casa de un paciente no vacunado y constatar que nadie en esa familia lo está, pero no todos necesariamente viven en el mismo lugar. Perfectamente puede ser una pareja con tres hijos que vivan hasta en provincias diferentes, pero ninguno se vacuna, entonces son células que se dispersan por todo el país”, expresó el director del Hospital.
Las causas de la no vacunación pasan por muchos factores, como el machismo “tenemos unos machos alfa que dicen que la vacuna no les hace falta, pero son de esas personas que con ver una inyección se asustan”, afirmó Carrillo. También hay otros aspectos, como los grupos antivacunas, algunas orientaciones religiosas, la ignorancia, las dudas.
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La visión, en algunos casos, cambia cuando ven a parientes internados, como el caso que narró Miranda.
“Una vez llamé a la esposa de un paciente que no estaba vacunado, ni él ni su familia. La señora me contó que ella sí se había ido a vacunar en estos días porque ella no quería llegar a estar aquí. También ha pasado tener pacientes que ya cuando están en situación crítica piden la vacuna, y en ese momento ya no ayuda tanto”.
Carrillo indica que se ha visto el fenómeno también de personas que llegan a buscar atención médica cuando la enfermedad está muy avanzada.
El médico describe el caso de una muchacha de 15 años que, sin factores de riesgo previos, llegó con una saturación de oxígeno en sangre de 30%, cuando los valores óptimos son superiores a 95% y si baja de 92% debe buscarse ayuda. A esto se le añade el caso de un joven de 18 años que llegó con una saturación del 40%. Ambos fallecieron.
No obstante, también hay historias de personas que, en medio de todas sus complicaciones y que se creyó que no sobrevivían, ya están en su casa y llevan una vida similar a la que tenían antes de su infección.
Miranda y Carrillo recuerdan uno muy especial. Un hombre de 86 años, vecino de Pital, que estuvo intubado y ya está en la casa. Se declaró “código dorado”, que se da cuando ya se hicieron todas las intervenciones máximas que podían hacerse para tratarlo y no funcionaron, por lo que se busca dar entonces calidad de vida. “El señor ahí está, en su casa, con su familia. Y esas son las satisfacciones que nos da también este trabajo”, concluyó Carrillo.
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Retomar normalidad
Las 85 camas que hoy están destinadas a covid-19 en el Hospital San Carlos constituyen el 42% de la capacidad.
“Fue a costa del paciente no covid. Y esto implica también reducir el número de cirugías y un montón de atenciones que se les daba a otros pacientes”, manifestó Édgar Carrillo.
Ahora, con esta reducción, se podrán ir retomando las intervenciones y atenciones que antes tuvieron que dejarse. No obstante, permanecen alertas por si en algún momento la situación cambiara y tuvieran que destinar más recursos al tratamiento de la pandemia.
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