La violencia la vemos en todo ámbito social: en las familias, donde los niños más pequeños resultan perjudicados; en el deporte, o en las calles.
Según el psicólogo Álvaro Solano, en muchas ocasiones esta reacción se genera por un mal manejo de las emociones humanas que son naturales, pero la forma en la que se afrontan puede marcar la diferencia.
“La ira y el enojo son emociones básicas. Son necesarias hasta para la supervivencia. El problema radica en el bajo control de impulsos para manejar cada emoción en su vida. Las emociones debemos tenerlas bajo control para no atentar contra nuestra tranquilidad o de las otras personas. Si no tengo inteligencia emocional transgredo límites”, expuso el profesional a La Nación.
La ira puede manifestarse como violencia física o como violencia verbal. Aunque ambas se presentan en ambos sexos, usualmente las primeras manifestaciones se ligan más al sexo masculino y las segundas al femenino.
“La persona se altera tanto que pierde el control de sus emociones y reacciona impulsivamente. Después de ese umbral de impulsividad busca retractarse, pero el problema es que el escaso control de emociones y la baja tolerancia a frustración siguen ahí y pueden volver a surgir”, resumió Solano.
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Identificar las emociones
El primer paso para lidiar con la ira y el enojo mal canalizados es aprender a reconocerlos. Es más fácil identificarlos para quienes rodean a la persona iracunda, pues pueden ver los comportamientos y cambios.
- Tener pensamientos o sentimientos violentos ante el enojo.
- Experimentar reacciones exageradas ante situaciones cotidianas que no deberían desencadenar tanto coraje.
- Tener un comportamiento impulsivo o agresivo que lo expresa rompiendo cosas, gritando o golpeando.
- Experimentar irritabilidad, pensamientos recurrentes, hormigueo, temblores, palpitaciones y opresión en el pecho.
“Son personas que se salen de sí mismas y no tienen control de lo que están haciendo ni lo que están diciendo, por eso transgreden límites hacia los demás. Ya cuando una persona está en ese nivel uno debería entrar en el juego del ‘tiempo fuera’, yo mejor me retiro, ya ahí no voy a poder entrar en ninguna resolución ni negociación del conflicto”, afirmó.
Es más difícil encontrar esas señales en uno mismo, por eso Solano apunta al autoconocimiento.
“Si en una situación personal o laboral yo estoy siendo una persona que no quiero ser, eso es un indicio que debo determinar. Es reconocer si tenemos energía negativa, si reaccionamos muy rápido y de forma muy intensa, si vemos que no tenemos tanta paciencia o ya no somos tan comprensivos con los demás como antes”, apuntó.
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¿Cómo apoyar?
Si una persona cercana a usted tiene estas actitudes violentas y el comportamiento ya se ha vuelto un hábito, el primer paso es comprender que, por más amor que les tengamos, van a necesitar una ayuda profesional para salir adelante.
“Quien no autocontrola sus emociones debe encontrar ese control y esa impulsividad que lo lleva a extremos a los que nadie quiere llegar. Si la persona sigue ahí cada día va a transgredir más y podrían convertirse en agresiones serias porque no se recibió esa ayuda necesaria”, manifestó.
Si la persona no tiene dinero para pagar terapia psicológica privada, puede valorar otras alternativas. Una de ellas, mencionó Solano, adecuada para los hombres en la construcción de esa masculinidad, es el Instituto WEM, donde se concentran directamente en trabajar con hombres y se ayuda a quienes tienen este tipo de problemas.
También hay fundaciones que brindan su servicio. En algunas municipalidades y grupos religiosos también hay facilidades que pueden brindar ese apoyo.