Dos estudios revelan nuevas alternativas para disminuir las náuseas y el vómito que produce la quimioterapia.
Amparada en la sabiduría de la medicina tradicional, una de las investigaciones demuestra que la inclusión de jengibre en la dieta de los pacientes combate el incómodo efecto secundario de la quimioterapia.
El otro estudio demuestra que añadir un tercer fármaco al coctel de medicinas que ya se usan contra las náuseas logra, por fin, acabar con ellas.
La quimioterapia es un tratamiento basado en la administración de sustancias químicas que tienen como objetivo interferir con el ciclo celular para ocasionar la destrucción de células cancerosas. Hasta ahora, este mecanismo no tiene la capacidad de ser selectivo, por lo que destruye por igual células enfermas y sanas, tratando de evitar que las células cancerosas se reproduzcan.
La muerte masiva de células sanas produce náuseas y vómitos en el 70% de las personas que reciben el tratamiento.
Aunque existen algunos fármacos diseñados para disminuir estos malestares, solo funcionan durante las primeras 24 horas y luego el paciente vuelve a sentir malestar.
Las nuevas propuestas médicas ofrecen soluciones que son mejores durante el primer día y cuyos efectos se prolongan más allá de las 24 horas.
Bondades de una planta. La primera investigación la realizó el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos y apuesta por el uso de la raíz del jengibre como medida paliativa al tratamiento químico.
Este estudio monitoreó a 644 pacientes de cáncer durante tres sesiones de quimioterapia y demostró que una dosis diaria de entre 0,5 y un gramo de jengibre –equivalente a un cuarto o media cucharadita de jengibre en polvo– contribuye a reducir hasta en un 40% las náuseas. La mayoría de las pacientes analizadas en este estudio tenían cáncer de mama.
Para probar el efecto del jengibre, se hicieron tres grupos de pacientes. A los primeros se les dieron los medicamentos tradicionales contra la náusea y el mareo, y a otros, una cápsula placebo. Al tercer grupo se le indicó una cápsula de jengibre los tres días de la quimioterapia y tres días después. “Todas las dosis de jengibre ayudaron a aliviar las náuseas, pero la reducción más grande se observó con la dosis de entre 0,5 y un gramo”, dijo Julie Ryan, experta en dermatología y radiación oncológica del Centro Oncológico James Wilmot de la Universidad de Rochester.
Los investigadores reconocen que aún no saben por qué el jengibre ayuda, pero, basados en otros estudios, aseguran que probablemente se deba a su enorme potencial antiinflamatorio, que actúa en las tripas o intestinos.
Este es uno de los temas principales de la reunión anual de la Sociedad Americana de Oncología Clínica que se desarrolla esta semana en Florida, EE.UU. “No quedó claro si los mismos efectos se podrían observar con productos del jengibre como té, galletas y sushi”, comentó Ryan.
Cóctel fortalecido. El segundo estudio fue realizado por la casa farmacéutica GlaxoSmithKline. Este sugiere añadir un tercer medicamento al dúo que se administra actualmente a pacientes con cáncer para anular gran parte de los efectos secundarios que sufren los pacientes que deben someterse a la quimioterapia.
El análisis se realizó con 810 personas en 77 centros de 22 países. Los pacientes analizados estaban afectados por lo que se llama un tumor sólido (ovario, vejiga, cérvix o de pulmón).
Según el científico Steven Grunberg, profesor de la Universidad de Vermont, el medicamento analizado utiliza el principio activo llamado mesilato casopitant (MC) y se añadió al régimen usado contra las náuseas: dexametasona y ondansetrón.
Para realizar el estudio, los pacientes se distribuyeron en tres grupos. El primer grupo recibió el tratamiento habitual y un placebo (droga inocua).
Los integrantes del segundo y tercer grupo tomaron mesilato casopitant; unos por vía oral, otros por inyección intravenosa.
Los resultados del ensayo en la fase III indicaron que entre un 80% y 86% de los pacientes que recibieron el nuevo fármaco no tuvieron náuseas ni vómitos durante las 120 horas posteriores a recibir la quimioterapia. El estudio se publicó en la revista médica The Lancet Oncology .