Cada año, la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) despacha 95 millones de recetas de medicamentos, algunas de ellas incluyen varios fármacos. En el mismo periodo, 47 millones de unidades de medicamentos se venden en farmacias privadas en diferentes puntos del país. A esas cifras se suma una cantidad no determinada de fármacos o productos que se comercializan en supermercados y macrobióticas.
“Aunque los productos macrobióticos no son medicamentos, cuando hablamos de desecharlos de forma correcta sí entran en la misma categoría porque los productos utilizados en los empaques son los mismos que en los medicamentos. Son más de 100 millones de residuos”, manifestó Gustavo Sáenz García, director ejecutivo de Punto Seguro y vocero del Colegio de Farmacéuticos. Punto Seguro es una estrategia que busca desechar los residuos correctamente.
Si los residuos generados por estos tratamientos (cajas, frascos, blísteres y otros empaques) no son desechados de forma correcta las implicaciones para la salud del ambiente y de las personas pueden ser graves. Los empaques, los sobrantes de los tratamientos y los medicamentos vencidos no son cualquier tipo de basura. No pueden desecharse en un basurero ni los jarabes pueden verterse en el lavabo.
¿Por qué es importante desechar de forma segura los empaques? Sáenz explicó que debe desecharse todo, los blísteres y los frascos de jarabe, pero también las cajas y bolsas donde estos vienen. Si estas no se desechan de forma correcta y van a la basura tradicional, las falsificaciones de medicamentos serán más fáciles y podrían aumentar todavía más.
Por esta razón, si queremos desechar los medicamentos las opciones que tenemos es llevarlos a una farmacia, buscar los lugares etiquetados como punto seguro en todo el país, o esperar a que centros de salud o universidades hagan una campaña específica para ello.
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El otro problema: medicamentos desechados
Sáenz indicó que otro problema que ellos enfrentan desde su iniciativa para la correcta disposición de estos residuos, es que en muchas ocasiones vienen medicamentos dentro de los empaques.
Esto no debería ser así, recordó. A nivel de la seguridad social y en muchos establecimientos privados, se proporciona la cantidad justa de medicamentos que la persona necesita para su condición de salud, por lo que no debería sobrar ni una sola píldora que termine en la basura.
“Esto demuestra que las personas no se están tomando los medicamentos. Y eso es lo que más le preocupa al Colegio de Farmacéuticos. No solo es un tema de gestión de residuos, también de cumplimiento de tratamiento. Hacemos una gran inversión a través de los impuestos que pagamos, la CCSS da el medicamento y el paciente no lo usa. A la vuelta del tiempo la situación de salud no mejorará”, expuso el farmacéutico.
Además, si usted bota los fármacos a un basurero sus principios activos podrían llegar a ser ingeridos por una persona que no los requiera y le terminen causando daño. Y si los tira en lavabo o inodoro, estos pueden contaminar el agua. Además de los problemas ambientales, los antibióticos podrían matar bacterias beneficiosas o causar que bacterias dañinas desarrollen resistencia.
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