Cada año, más de 300 personas se quitan la vida en Costa Rica. Entre 2000 y 2021, la cifra alcanzó las 7.038 muertes, siendo Talamanca, Dota y Hojancha los cantones con mayor incidencia, de acuerdo con un estudio dado a conocer este 8 de setiembre po la Universidad Hispanoamericana (UH).
Este análisis se realizó con base en datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), el Observatorio de la Violencia del Ministerio de Justicia y Paz, de la Dirección de Planificación del Poder Judicial y del Instituto de Métricas y Evaluación de Salud (IHME), de la Universidad de Washington.
“La situación resulta más preocupante cuando se conoce que entre los jóvenes de 15 a 29 años, el suicidio es la cuarta causa principal de muerte a nivel mundial, por detrás de los traumatismos debidos al tránsito, la tuberculosis y la violencia interpersonal. Es una mortalidad que ocurre en gente joven, en plenitud de la existencia, perdiéndose muchos años de vidas muy valiosas”, destacó el médico y epidemiólogo Ronald Evans, coordinador del análisis.
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El suicidio es un problema de salud pública cuya solución depende de profesionales de salud, pero también de políticas públicas y de la acción de la sociedad civil, según coinciden especialistas en epidemiología y en salud mental.
Los investigadores de la UH destacaron que este documento lo realizaron para la conmemoración del Día Mundial de la Prevención del Suicidio, el 10 de setiembre.
El fenómeno
Si se observa por números absolutos, la cantidad de decesos por esta causa en el país oscila entre 232 en 2001 y 390, en 2018. Los otros dos años con mayores cifras han sido 2019, con 382 y 2006, con 380.
Sin embargo, tal vez esta no es la mejor forma de visibilizar el fenómeno, dado que la población costarricense ha crecido durante estas dos décadas, entonces las cifras deben verse relacionadas según el número de habitantes en cada momento. En ese sentido, 2006 es el año con mayor impacto, al presentar 8,9 decesos por cada 100.000 habitantes. Le siguen 2009 con 8,2 y 2003, con 8.
Entretanto 2018, el año con el número absoluto mayor aparece en tercer lugar, sitio que comparte con 2010, con 7,8 decesos por 100.000 habitantes.
La cifra baja vista en 2001 también se mantiene para este año, con 5,8 muertes por 100.000.
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Los investigadores también examinaron los años de vida perdidos por muerte prematura. Esta es una de las formas de evaluar el impacto de la mortalidad de una enfermedad o condición en determinada población o lugar.
Si nos basáramos únicamente en la edad de las personas (y no en otros factores de salud) ¿cuánto tiempo más habría vivido cada uno de los fallecidos? Para ello se toman los 77 años como una base. Lo ocurrido antes de esa edad se considera prematuro.
Entre 2017 y 2020 se registraron 55.504 años de vida perdidos por muerte prematura a consecuencia de autoeliminación.
Al analizar por subgrupos de edades, encontramos que las cifras más altas se dan en personas en plena productividad. En primer lugar está el subgrupo de 20 a 24 años con 9.752 años perdidos. En el segundo lugar, el subgrupo de 25 a 29 años, con 7.680 y, en el tercer lugar ,de 30 a 34 años, con 6.708 años de vida perdidos por muerte prematura.
Conforme se disminuye en edad, como es de esperar, las tasas descienden significativamente, pues son personas a las que les faltaba menos tiempo para llegar a los 77 años. Las personas de 65 años y más perdieron 1.080 años de vida por esta causa.
¿Quiénes son estas personas?
Entre 2000 y 2021, los datos totales indican que el 85% de fallecidos por esta causa son hombres, por lo que por cada mujer fallecen 5,5 hombres. Sin embargo, en los primeros años del análisis morían más de 7 hombres por cada mujer.
En los últimos cinco años los números en las mujeres han aumentado. Entre 2019 y 2020, la cifra de mujeres que se quitaron la vida aumentó un 45%, al pasar de 56 a 81. En ese entonces hubo 3,7 muertes en hombres por cada mujer.
En el 2021 estos números volvieron a bajar a 61 decesos femeninos y hubo 5,2 muertes en hombres por cada mujer.
Para los cantones se tienen datos disponibles entre 2010 y 2021. En este período la tasa nacional era de 7,09 suicidios por cada 100.000 habitantes, pero hay cantones en los que estos indicadores son mucho mayores.
En Talamanca, Limón, es del 15,6, más del doble del promedio nacional. En Dota, San José, es de 13 y en Hojancha, Guanacaste, de 12,9. Le siguen León Cortés, en San José, cantón vecino de Dota, con 11,4 y La Cruz, en Guanacaste, con 11,1.
En cambio, hay lugares en donde estas tasas son mucho menores. El lugar con menos mortalidad por esta causa es Bagaces, en Guanacaste, con 3,3 suicidios por 100.000 habitantes, seguido de Flores, en Heredia, con 3,9 y de Guatuso, en Alajuela, con 4,6.
Para los grupos quinquenales de edad los datos disponibles van de 2017 a 2020. Allí se ve que la proporción mayor es para el grupo de 20 a 24 años, que tuvieron el 12,84% de todos los fallecimientos en este período. La cifra más baja está en personas de 55 a 59 años.
Hay aumentos en estos años que preocupan a los analistas. En el subgrupo de 10 a 17 años se pasó de 16 decesos en 2017 a 31. En quienes tienen de 18 a 19 pasó de 7 a 50 en ese mismo período. En los menores de 10 años de 1 a 7.
“Este crecimiento debe llamar la atención de las familias y las autoridades de salud, con el fin de reforzar las medidas de prevención en los jóvenes, y en términos generales, las políticas de salud encaminadas a lograr una óptima salud mental”, subraya el informe.
Hubo otros grupos en donde más bien se redujo: de los 55 a 59 años pasó de 24 a 13, y en los mayores de 65, de 26 a 2.
Cuando se ve la ocupación, también hay datos solo entre 2017 y 2020. En todos esos años, las muertes por esta causa fueron más comunes en personas desempleadas, con 139 decesos en este período, seguidos de estudiantes, con 137 y de agricultores, con 109.
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¿Cómo ayudar?
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Este problema de salud pública debe atenderse de forma integral, pero todos podemos ayudar, pues como señaló Elías Córdoba Chaves, psicólogo de la UH, estas muertes son prevenibles.
“Si se logra identificar el riesgo, es posible atender a la persona de manera oportuna. Pero para lograr este objetivo es primordial hablar del suicidio, y desmitificar el concepto popular de que hablar con una persona sobre sus ideas de suicidio va a promover que lo intente, cuando en realidad está comprobado que hablar del tema contribuye a crear una sensación de confianza en la persona para exponer sus problemas y puede ser la única oportunidad de ayudar a esta persona”, recalcó.
Para Córdoba debe estarse atento a posibles señales.
- Comentarios o publicaciones en redes sociales con alusión a la muerte.
- Desesperanza.
- Negatividad.
- Aislamiento.
- Crisis emocionales.
- Autolesiones.
- Abuso de sustancias
Si se detectan estas señales también podemos ayudar. Estas son algunas recomendaciones.
- Mantenga la calma, escuche a la persona.
- Muestre respeto, empatía y confianza, evitando juzgar sus ideas.
- Solicite a la persona los contactos de familiares o amigos que le puedan brindar el apoyo que requiere en ese momento.
- Acompañe a la persona a un centro de salud para que reciba la atención profesional.
- Si existe un riesgo inminente comuníquese a la línea de emergencias 9-1-1.
- No deje sola a la persona, lo mejor que puede hacer es escuchar y brindar apoyo mientras recibe la ayuda profesional.