Más de 50.000 costarricenses viven con un dolor crónico que les obliga a acudir a clínicas de dolor y cuidados paliativos. Solo durante 2023 se atendieron en consulta externa de hospitales públicos 52.322 personas a quienes los analgésicos comunes no dan resultado y deben buscar otras opciones.
Dos de cada tres (el 66,22%, 34.650) de esos pacientes son mujeres y un 44% son adultos mayores, precisan los datos suministrados por la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS).
El dolor es una manifestación de que hay algo malo en el cuerpo, puede deberse a una enfermedad o a la inflamación de un órgano, músculo o tejido. Muchas personas visitan de cuatro a cinco médicos antes de llegar a un diagnóstico, explicó Adolfo Afonso Lapeira, especialista en Medicina y Cirugía del Dolor.
“Imagine el peor dolor que usted ha tenido en su vida. Ahora imagine ese dolor todos los días del año, las 24 horas”, expuso.
Aunque algunos de los pacientes tienen enfermedades terminales, otros muchos (la CCSS no precisó cuántos) viven esta condición por años, pues tienen una lesión o enfermedad no mortal que los lleva a vivir con dolor.
Una de esas historias es la de George Gehrels, quien nació en Estados Unidos pero vivió en Costa Rica desde que era un niño muy pequeño y hasta sus 15 años; de hecho tiene la nacionalidad costarricense.
Cuando tenía 20 años y estaba de regreso en tierras norteamericanas, ingresó a la Fuerza Aérea y en uno de los entrenamientos tuvo un accidente. Era de noche, él y sus compañeros cargaban 200 libras de equipo, cuando de repente cayó en un hueco.
“Yo sentí que perdí sensibilidad en las piernas. Se llamó inmediatamente para tener atención, pero ya había algo extraño”, recordó.
Eso fue en 1987. Con un dolor constante siguió trabajando en la Fuerza Aérea hasta que los dolores le impidieron continuar, por lo que en 1993 logró conseguir una pensión. Según narró, había momentos en los que no podía ni siquiera salir de su cama, ni caminar.
La solución para el dolor crónico
No todos los dolores crónicos son iguales. No todos tienen la misma causa y la misma intensidad, por lo que no a todas las personas les sirve la misma receta. Gehrels fue testigo.
En 2001, poco antes de que su primera esposa muriera de cáncer de riñón, ambos estaban en un mismo cuarto de hospital. Ambos tenían dolores sumamente fuertes, pero muy diferentes, por lo que requerían respuestas distintas.
De acuerdo con el médico especialista, aunque algunos pacientes sí toman o se inyectan medicamentos periódicamente, no necesariamente todos los tratamientos llevan a consumir fármacos a diario. Por ejemplo, en el caso de quienes tienen dolores crónicos de espalda a causa de hernias, removerlas puede ayudar sustancialmente a mejorar el dolor.
En el caso de Gehrels, la solución vino de la mano de un dispositivo llamado bomba de infusión intratecal. Este es un implante que funciona como si fuera una computadora; dentro de él hay un reservorio que se llena de morfina o morfina y anestésico local. Se hace un bolsillo subcutáneo en el abdomen donde se coloca una parte del dispositivo y con un catéter se lleva a la columna y con una computadora se le da instrucciones a la bomba para recibir el medicamento continuamente durante las 24 horas, se pueden hacer diferentes programas según las necesidades de la persona.
“Un miligramo intratecal equivale a 300 miligramos por vía oral. Con solo una dosis mucho más pequeña tiene un efecto mejor con menos eventos adversos”, manifestó.
De acuerdo con Alfonso, esta es una de las soluciones que se utilizan ya como último recurso cuando todas las opciones anteriores, menos invasivas y menos costosas han fallado. Este se puede usar tanto en pacientes con dolor por cáncer como en quienes lo tienen por otro motivo, como Gherels.
Él se colocó la primera cuando consiguió su pensión en Estados Unidos y esto le permitió volver a realizar muchas actividades. En 2004, viudo de su primera esposa y con sus hijos ya en la universidad, decidió regresar a Costa Rica. El clima de Atenas, Alajuela también iba a favorecerle. El dolor regresó y tuvo que ir por otra bomba.
“Las cirugías son complicadas, pero el alivio es muy grande. Pone la droga exactamente en el nervio que está causando el dolor. Uno ni siente, pero puede hacer más cosas. Ya ni pienso en el dolor. Ahora he bajado un 70% la morfina, porque es mucho el bien que me hace”, manifestó.
Para Gherels, el tratamiento le ha permitido volver a la vida: regresar a Costa Rica, volverse a casar, tener una hija. También aseguró que no es lo único, porque su fe se fortaleció y lo ayuda a sobrellevar la situación “tener a Dios presente es muchísimo en la recuperación. Yo llegué a hincarme para pedirle ayuda y me la concedió”.
Otro dispositivo que ayuda a quienes tienen afecciones por problemas en los nervios, consiste en electrodos que se colocan en la médula espinal y van conectados a un generador. Estos dan un impulso eléctrico que va más rápido que la señal del dolor. Esto genera un “cosquilleo” que hace que el cerebro se distraiga de la sensación de dolor.
Prevención del dolor crónico
No es tan sencillo prevenir el dolor crónico, porque este muchas veces proviene de enfermedades con una carga genética importante, o con el desarrollo del cáncer o con lesiones por traumas que no estuvieron en control de la persona.
No obstante, hay recomendaciones que podrían minimizar el riesgo en algunas causas. Los consejos que se dan para minimizar el riesgo de cáncer, bajar las probabilidades esta enfermedad, también reducen el riesgo del dolor generado por esta. Dentro de estos están:
- No fume.
- Haga al menos 150 minutos de actividad física todas las semanas. Reduzca el tiempo sentado.
- Evite el consumo de alcohol.
- Lleve una dieta saludable.
- Protéjase de la radiación directa del sol.
También es importante utilizar equipo de protección adecuado cuando se realizan labores de riesgo. Las medidas de seguridad vial, como usar el cinturón, respetar los límites de velocidad y no conducir bajo los efectos de licor o sustancias, ayudan a disminuir las probabilidades de accidentes y, con esto, de dolores crónicos.
No automedicarse también es vital, porque quienes lo hacen podrían desarrollar tolerancia al medicamento o tener efectos secundarios indeseados.
Para Afonso, otra forma de prevenir el sufrimiento por el dolor es no normalizarlo e informarse de lo que hay disponible, tanto a nivel público como privado.
“Muchísima gente anda por la calle con dolores severos y muchas veces no saben por qué ni las soluciones posibles. Las campañas informativas son vitales para que recuperen su vida. No es un problema solo del paciente, también de la sociedad. Nadie se muere de dolor, pero por salud y calidad de vida debe atenderse”, recalcó.