“Esto es de lo peor, de lo peor, de lo peor. A uno le dicen que covid-19 dura como 14 días. Yo ya llevo dos meses y todos los días me salen síntomas nuevos”.
Estas son las palabras de una mujer de 48 años que hasta mediados de agosto fue saludable. No es hipertensa. No es diabética. No tiene sobrepeso. No tiene ningún factor de riesgo para complicaciones de covid-19. Pero las tuvo.
“Yo si acaso me engripaba una vez al año, lo más, dos, y siempre leve. Ahora no aguanto los dolores. Me estoy tomando diez acetaminofén por día y apenas si se me bajan los dolores de cabeza, de espalda, de cuerpo. Esto es horrible. No se le deseo a nadie”, afirmó.
Aunque nunca ha necesitado un internamiento, sí ha visitado más de una vez el Hospital San Vicente de Paúl en Heredia y su Ebáis correspondiente.
Esta vecina de Llorente de Flores también era muy activa y su trabajo requería de fuerza física. Al ser asistente de pacientes, debía levantarlos, ayudarlos a movilizarse y como masajista también requería fuerza para trabajar.
Hoy, después de esos primeros síntomas, un 22 de agosto, no tiene fuerza para hacer las labores básicas del hogar.
“La frecuencia cardíaca se me sube un montón y siento taquicardia con solo barrer; el insomnio es terrible”, confiesa.
Otros síntomas que ella refiere son náuseas, vómito, dolor de estómago, mareos, pérdida de memoria, falta de aire y dificultad para hablar. No todos aparecen juntos.
“El gusto y el olfato los tengo como al 20%, tengo escalofríos a cada rato”, declara.
“Yo a veces siento que voy para atrás. Eso no es normal. Tengo cero apetito, tengo que tomar pastillas para dormir", agregó.
Incomprensión
A diferencia de otras personas con covid persistente, esta mujer nunca ha sido declarada como recuperada. En su caso, al mantenerse con síntomas a diario no se le ha dado la notificación y las órdenes sanitarias siguen extendiéndose.
En setiembre se volvió a hacer la prueba y volvió a dar positiva. Desde entonces no se ha vuelto a hacer más pruebas, pero al continuar con malestares no se le puede declarar como recuperada.
Sin embargo, esto de seguir con la enfermedad activa no simplifica su situación. Para Alvarado, los dolores y la falta de aire o taquicardias son solo parte de su calvario. El que profesionales de salud de diferentes campos minimicen sus síntomas es parte de su pan de cada día.
“Me he encontrado con doctores que me gritan, que no creen que siga enferma dos meses después, hasta loca me han dicho. Me refirieron a Psiquiatría, pero el psiquiatra sí entendió que lo mío sigue siendo covid-19”, manifestó.
“Una persona me dijo ‘seguramente usted es de ese 3% que pasa un montón de tiempo con la enfermedad y no se le va’ ¡Pero entonces! ¡Para este 3% debe de hacerse algo! ¡No pueden dejarnos solos”, añadió.
Ella intentó hablar con el Ministerio de Salud, con los hospitales, con médicos, pero ha encontrado pocas opciones, especialmente, por lo raro de su condición.
En la Defensoría de los Habitantes sí la escucharon.
“Gracias a esa denuncia ahora me llaman de la clínica a veces, pero nada más”, subrayó.
El mensaje de esta mujer se une al de otras personas con covid persistente.
“Que estudien, que hablen con nosotros, que por lo menos nos den un grupo de apoyo para saber que hay más como nosotros para apoyarnos entre todos. ¿Qué están esperando? ¿Que nos muramos para hacernos un estudio?”, concluyó.
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