No importa si es para entretenerlo, para dormirlo, para ponerlo en contacto con familiares que no ve, e incluso si se usa para enseñar palabras o sonidos: permitir que un menor de dos años esté constantemente hablando por teléfono celular o que tenga cerca permanentemente una tableta, puede redundar en graves consecuencias para su salud.
Esa es la reciente advertencia que hacen especialistas internacionales y que autoridades de salud nacionales también se han apurado a compartir con sus pacientes.
Según un estudio hecho por expertos en oncología del Hospital Universitario Orebro, de Suiza, en la medida en que un menor sea expuesto a radiaciones no ionizantes que emanan de estos aparatos, sus probabilidades de desarrollar un tumor cerebral se incrementan.
¿Por qué? Los campos electromagnéticos producidos por los teléfonos celulares y otros dispositivos electrónicos han sido evaluados históricamente como potenciales carcinogénicos, confirmó la directora del Hospital Nacional de Niños (HNN), Olga Arguedas.
¿Qué son? Las radiaciones no ionizantes son aquellas que no tienen suficiente energía para arrancar un electrón del átomo; es decir, estas no son capaces de producir ionizaciones, explica el Foro de Energía Nuclear de España .
“Los niños absorben más radiaciones no ionizantes porque su tejido cerebral es más absorbente, los huesos craneales son más delgados y el tamaño relativo es menor. Entonces, eso los hace mucho más vulnerables a padecer algún tipo de tumor”, aseguró Arguedas.
“Cualquier dispositivo que produce este tipo de radiación debería estar separado del cuerpo del niño al menos 20 centímetros”, precisó la médica.
Según la oncóloga y pediatra Jéssica Gamboa, el padecimiento infantil que más se asocia con esta exposición tecnológica es un tipo de tumor cerebral llamado glioma.
“Los gliomas son tumores comunes que se dividen en al menos cinco subtipos; algunos son muy agresivos, otros no. De momento, su aparición tiene causas desconocidas y multifactoriales que van desde genéticas hasta ambientales. Pero, sin duda, y según las recientes investigaciones, el tema de la radiación se cataloga como una posible causa.
Ella coincide en que “son los más pequeños quienes efectivamente corren mayor peligro debido a que su grosor craneal es más absorbente y con mayor conductividad”.
“Es imposible afirmar que un niño que padezca un tumor cerebral tiene como única causa la exposición prolongada a un teléfono celular, o a una tableta. Sin embargo, sí debemos decir que existe una incidencia mayor a padecer este tipo de mal en quienes se han sometido de forma prolongada a esta radiación”, recalca Gamboa.
“La evidencia científica es contundente. Estamos al tanto de esta situación, que afortunadamente pareciera difundirse cada vez más en todo el mundo. En el Hospital Nacional de Niños iniciamos una campaña de comunicación, informando primero a nuestros especialistas, para que ellos, a su vez, lo comuniquen de manera preventiva a los cuidadores y padres de familia, para que tomen las medidas pertinentes”, dijo Arguedas.
Ojo a los juguetes. No solo los celulares y tabletas significan un riesgo, advierten los especialistas. Existen en el mercado algunos juguetes que tienen incorporados dispositivos que emiten radiaciones no ionizantes.
De hecho, esta realidad hizo que en el 2013 Turquía diera a conocer una campaña contra estos entretenimientos para menores de dos años.
Esa advertencia sirvió de inspiración para que otros países, como Francia, imitaran dicha iniciativa. Este último país incluso prohibió la importación de juguetes con estas características.
Bélgica, Francia y Australia ya tienen legislación que obliga a fabricantes a advertir sobre los riesgos de este tipo de dispositivos para los pequeños.