Médicos costarricenses tratan aneurismas cerebrales con un procedimiento mínimamente invasivo que evita hacer grandes cirugías a través del cráneo.
El procedimiento de terapia endovascular se realiza en el hospital San Juan de Dios (HSJD), único centro de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) que ofrece esta técnica para aneurismas cerebrales.
Un aneurisma es un ensanchamiento o abombamiento anormal de una parte de una arteria.
En ese abultamiento se agolpa la sangre y hay un gran riesgo de que se rompa la pared de la arteria, provocando un sangrado.
Cuando los aneurismas se producen en arterias del cerebro son muy peligrosos porque causan derrames hemorrágicos, en la mayoría de los casos mortales.
De hecho, un 12% de todos los derrames cerebrales que se atienden en los hospitales tienen como causa un aneurisma en una o más arterias de esa región.
Para tratarlos se hace una cirugía convencional que implica una herida en la cabeza y cortar hueso del cráneo para llegar hasta la arteria del cerebro afectada.
Sin embargo, muchos pacientes son buenos candidatos para la terapia endovascular para aneurismas cerebrales que ofrece el HSJD.
Esta técnica permite corregir el problema en forma poco invasiva, con menos riesgos para el paciente y una mejor recuperación.
Tratamiento. En la terapia endovascular, los médicos abren una pequeña herida en la ingle por donde introducen un catéter que viaja a través de las arterias hasta la parte que está dañada en el cerebro.
Una vez colocado el catéter, meten a través del pequeño conducto resortes milimétricos de platino con los cuales rellenan la zona de la arteria abultada.
Esta obstrucción con los dispositivos impide que la sangre ingrese a la sección abultada, con lo que mejora la circulación.
Luego de tres o cuatro semanas se forma una pared de tejido en esa área que garantiza el tratamiento del problema y evita el riesgo de derrames hemorrágicos.
En el procedimiento, los médicos usan rayos X para obtener imágenes del interior del organismo. Estas imágenes aparecen en un monitor que ven para guiarse en el viaje del catéter por las arterias.
“El riesgo de tener secuelas o morir durante o luego del procedimiento es de un 12% con esta técnica. Si se hace una cirugía mayor, el riesgo sube a un 33%”, explicó el neurocirujano Róger Torres sobre la ventaja de esta opción.
Buenos resultados. Torres inició con su equipo este procedimiento hace cuatro años.
Ayer presentó los resultado en el HSJD, tras un minucioso análisis de los 183 casos hasta ahora intervenidos, algunos de los cuales llegaron de otros hospitales para evitar la cirugía tradicional.
“Todos están muy bien luego de la intervención. La clave es seleccionar bien al paciente porque no todos los aneurismas pueden tratarse así”, dijo Torres.
Se estima que por cada 100.000 personas, de 6 a 10 desarrollarán un aneurisma en el cerebro.
La mayoría surge por defectos de nacimiento o luego de traumas, como balas que penetran esa región del cuerpo.
Aunque los aneurismas son de difícil detección, es mejor consultar a un médico si hay antecedentes familiares de derrames, si sufren de dolores de cabeza inusuales y de presión arterial alta.