Solo el hecho de tener células y ADN hace que los seres humanos estemos expuestos a desarrollar cáncer en alguna etapa de nuestras vidas. Por ello, el investigador Carlos López-Otín, catedrático en el área de Bioquímica y Biología molecular de la Universidad de Oviedo, en España, es claro en una cosa: la enfermedad no la podremos erradicar, pero sí encontrar formas para controlarla, curarla, pero más importante todavía, prevenirla en gran medida y, de no ser posible, detectarla de forma temprana.
“Mientras poseamos un cierto componente biológico en nuestros cuerpos y no seamos robots, el cáncer será una enfermedad presente y frecuente en nuestras vidas”, destacó el científico a La Nación.
¿Por qué? El especialista explica que el cáncer es una enfermedad muy antigua y forma parte de nuestro legado evolutivo, basta con que una célula tenga un error para que mucho pueda venirse a pique en nuestro organismo.
“Mientras tengamos componentes biológicos, células, tejidos y órganos, habrá tumores”, especificó.
López-Otín estuvo en Costa Rica y brindó charlas y talleres. Este 17 de febrero expuso en la Universidad de Costa Rica sobre el futuro de la enfermedad. Luego de su participación atendió consultas de La Nación.
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Una dieta poco variada
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Durante su conferencia en la UCR, el bioquímico planteó que si el cáncer fuera una persona, esta no tendría una dieta muy variada, ya que se compone de solo de cuatro “alimentos”:
- Imperfección: nuestras células son imperfectas y pueden cometer errores al reproducirse y resultar en mutaciones.
- Azar: una mutación en determinado gen o “lugar” tal vez no sume ni reste ni nos afecte, pero en sitios específicos sí pueden ser decisivas para el desarrollo de un cáncer u otra enfermedad.
- Entropía: Esta es, por decirlo de algún modo, esa ciencia del caos, del desorden. Hay ruido que también influye en la aparición del cáncer, tanto biológico (nuestra genética) como ambiental o social (la exposición a ciertas sustancias o nuestros estilos de vida). Esto lleva a la epigenética, donde no solo los genes y las mutaciones importan, también la forma en la que esos genes y mutaciones se expresan.
- Ignorancia e irresponsabilidad. Muchas cosas que hacemos o dejamos de hacer, ya sea por ignorancia o porque de todas formas nos arriesgamos, pueden aumentar o disminuir el riesgo de cáncer.
“El cáncer, molecularmente, es una tormenta de mutaciones, de daños en nuestro material genético y en sus alrededores; pero también es una tormenta de miedo, porque todavía tiene un estigma, se habla en susurros.
“Debemos asumir que somos vulnerables molecularmente. Somos vulnerables y surge de la pérdida de la armonía de los cuatro ingredientes. Pero tampoco debemos tener miedo, hemos avanzado mucho y ya sabemos que cáncer y muerte no son sinónimos ni van en la misma oración”, añadió.
Otro asunto que debemos asumir es que no estamos solos en nuestro cuerpo. En una conversación que el científico tuvo anteriormente con la Fundación March, subrayó que solo el 1% de nuestros genes son humanos, el resto son de virus, de parásitos, pero principalmente de bacterias con las que convivimos y también tienen su juego.
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Basta una célula egoísta
¿Qué pasa en nuestro cuerpo para que se desarrolle un cáncer? Basta que una célula se porte egoísta y en el camino adquiera otras dos características.
López-Otín explicó que el cáncer es una enfermedad muy compleja que surge fundamentalmente de la acumulación de daños en nuestro material genético. Ese material genético está construido en cada célula por más de tres mil millones de piezas químicas llamadas nucleótidos.
Un cambio o mutación en una sola de estas piezas puede ser suficiente para que una célula normal comience a transformarse en una entidad egoísta, que no para de crecer.
Pero esa célula egoísta también se convierte en inmortal, que no acepta morir cuando el cuerpo se lo pide en nombre del bien común. ¿Cómo es esto? Un millón de células mueren por segundo, esta muerte es necesaria para mantenernos con vida. “Nada más basta que una no quiera morirse, y ya todo cambia”, apuntó.
Finalmente, esta célula también es viajera y trata de diseminarse por otros territorios del cuerpo para obtener los nutrientes o el oxígeno precisos para seguir creciendo. Estas células viajeras son las que finalmente roban las vidas.
El científico aseveró que la gran mayoría de los casos de cáncer surgen por las mutaciones acumuladas tras la exposición a agentes tóxicos de todo tipo, incluyendo el tabaco o la radiación solar excesiva, o por los errores que se originan durante la copia de nuestro material genético en los procesos de división celular.
“Estos errores son naturales, no olvidemos que somos imperfectos biológicamente, y se acumulan cuando va pasando el tiempo, por eso la edad es el principal factor de riesgo para el desarrollo del cáncer. Si viviéramos lo suficiente todos tendríamos cáncer, y si fuéramos perfectos y no cometiéramos errores al copiar o replicar el ADN, seguiríamos siendo microbios, pues fueron estos errores los que impulsaron la evolución biológica”, indicó.
Eso sí, aunque todo cáncer es genético, menos del 10% son hereditarios, es decir, que nuestros progenitores nos heredaron su daño genético.
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No erradicar, pero sí tratar, curar y prevenir
Desde que se descubrió el genoma humano se vio que no hay dos casos iguales de cáncer, porque ninguno tiene exactamente las mismas mutaciones. Por eso, no todo el cáncer se curará o tratará de la misma forma. La quimioterapia, que durante muchos años ha sido el método principal, es también un envenenamiento de células sanas.
En algunos casos, será una cirugía, en otros, radioterapia. En otros, terapias dirigidas.
Ahora hay más variedad para casos muy específicos. Está, por ejemplo, la inmunoterapia, que busca potenciar el sistema inmunitario para luchar contra esas células egoístas, inmortales y viajeras. También están las células CAR-T, que son linfocitos (células de defensa) genéticamente modificados para que traten directamente un tumor específico.
“A veces se nos olvida, pero hoy se curan más de la mitad de los tumores malignos, por lo que estadísticamente ya es más fácil sobrevivir al cáncer que sucumbir a la enfermedad”, recalcó.
Esto no es suficiente, aseveró, hay tumores concretos en los que las tasas de curación siguen siendo muy bajas, y no podemos olvidar que detrás de las cifras y de las estadísticas de la malignidad, hay personas que desean sobrevivir al cáncer.
Y allí es donde entra la prevención.
“Algunos estudios han demostrado que más de la mitad de los tumores malignos podrían evitarse si se siguieran las recomendaciones que dicta la medicina preventiva”, aseguró.
¿Cuáles son estas recomendaciones? Las hay para prevenir y para la detección temprana.
Para prevenir o bajar el riesgo:
- No fumar (y dejar de fumar inmediatamente, si lo estamos haciendo).
- Evitar el fumado pasivo y alejarnos de otras personas mientras estén fumando.
- Evitar cocinar con leña o estar cerca de cuando se cocina con leña.
- Vacunarse contra el virus del papiloma humano (VPH) (esta vacuna está dentro del esquema para las niñas de 10 años).
- No exponerse a cámaras de bronceado.
- Evitar el abuso de sol entre las 10 a. m. y las 2 p. m.
- Hacer ejercicio de forma regular.
- Mantener un peso adecuado.
- No consumir licor o hacerlo de forma moderada.
Para detección temprana:
- Exámenes de sangre una vez al año.
- Mamografías cada dos años después de los 50 años. Si usted tiene alto riesgo genético por antecedentes familiares, un médico podrá indicarle que comience desde los 35 y vaya una vez al año.
- Tacto rectal y examen de antígeno prostático, preferiblemente a partir de los 40 años.
- Colonoscopias y gastroscopias después de los 50 años.
- Citología vaginal cada año o cada dos después del inicio de las relaciones sexuales. Si su presupuesto se lo permite, hágase una prueba para determinar el VPH, esto podría prevenir lesiones más pequeñas.
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