Este lunes, el exsecretario de Estado estadounidense Colin Powell falleció a sus 84 años, víctima de complicaciones generadas por la covid-19. Él tenía su esquema de vacunación completo, sin embargo, dos condiciones impedían que estos biológicos funcionaran de manera correcta: su edad y una enfermedad que debilitaba su sistema inmunitario.
Especialistas en vacunas, Inmunología e Infectolgía consultados por La Nación afirman que su deceso recuerda cómo funcionan las vacunas, en qué casos su eficacia es menor y la importancia de la inoculación colectiva para proteger a quienes las vacunas aunque sí les sirven no es a los niveles necesarios para protegerlos por completo de complicaciones y muerte.
Por esta razón, personas como Powell, por su edad y por tener un sistema inmunitario comprometido, son candidatos a recibir una dosis adicional en su esquema de vacunación contra la covid-19. Esta es una recomendación que Estados Unidos adoptó a finales de setiembre para esta población, a quienes aconseja esa inyección adicional seis meses después de la segunda. En Costa Rica, se aprobó desde agosto pasado una tercera dosis para ambos grupos, es decir, adultos mayores y personas con sistemas inmunosuprimidos,la cual se comenzará a recibir en 2022.
“Son personas que no solo son más vulnerables a la infección, también a complicarse en caso de infectarse”, resumió el inmunólogo peruano Juan More Bayone.
“Son individuos que no desarrollan la respuesta necesaria con la vacuna y necesitan de una tercera para poder tenerla. Antes de esa dosis adicional es como si fueran ‘vírgenes’ en términos de inmunidad por vacuna”, amplió.
Se desconoce si Powell tenía esa dosis adicional de la vacuna, pues la recomendación se dio poco tiempo antes de su infección y de su fallecimiento.
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La enfermedad
Colin Powell tenía mieloma múltiple. Este es un cáncer de las células plasmáticas, células malignas se comienzan a acumular en la médula ósea y destruyen las células del sistema inmunitario que nos ayudan a combatir infecciones. Esto ocasiona que el cuerpo desarrolle un anticuerpo anormal llamado proteína M, que aumenta las disfunciones en el sistema inmunitario. Este mal es el doble de común en personas de raza negra en comparación con otras.
Este sistema inmunitario tan disminuido no solo hace que una infección como covid-19 sea letal (o cualquier otra enfermedad infecciosa). Esta situación también provoca que las defensas no puedan generar todos los anticuerpos que cualquier vacuna contra cualquier patógeno puede provocar en individuos sanos. Por ende, este fármaco funciona “a media máquina”.
Un estudio liderado por el Instituto de Investigación en Mieloma y Cáncer de Hueso en California, publicado en julio pasado en la revista Nature, encontró que solo el 45% de los pacientes lograron levantar una respuesta adecuada con las vacunas de ARN mensajero (Pfizer y Moderna), y un 22% tuvo únicamente una respuesta parcial. Un tercio de ellos no obtuvo el nivel de anticuerpos necesario.
Sin embargo, la condición de Powell no es la única en la que el sistema inmunitario no levanta la protección necesaria luego de una inoculación completa. Son varias las causas que provocan un sistema inmunitario debilitado. Hay dos grupos principalmente: quienes por su enfermedad o tratamientos médicos no tienen un sistema inmunitario que funcione (inmunosuprimidos) o que no lo hace de manera óptima (inmunocomprometidos).
En esta población hay, por ejemplo, individuos con el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) o el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida), receptores de trasplantes de órganos, personas con enfermedades que ataquen el sistema inmune, quienes reciben quimioterapia, y las personas con defensas deprimidas por algún tipo de enfermedad o condición.
Todas estas personas requerirían una inyección adicional como parte de su esquema tradicional de vacunación. En estos casos, la tercera dosis no es un refuerzo, más bien es parte del esquema inicial.
“Probablemente en el futuro tengamos dosis con mayor cantidad de biológico para este tipo de personas. Pero por ahora se hace necesaria una tercera dosis”, manifestó el especialista español en vacunas Francisco Giménez.
No hay datos de cuántas personas se encuentren bajo esta condición en Costa Rica, ese es un trabajo de contabilización que ya realizan las autoridades de salud, con miras a las dosis adicionales que deban darse a partir del año entrante.
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Un sistema inmunitario que envejece
Los 84 años de Powell también lo llevaban a ser blanco para una menor efectividad de las vacunas. Conforme envejecemos, nuestro sistema inmunitario también lo hace y con esto cada vez la respuesta a las vacunas es menor. Es un proceso biológico llamado inmunosenescencia.
Este proceso es normal en todas las personas al envejecer. Sin embargo, en quienes sufren enfermedades que atacan el sistema inmune o toman medicamentos que acarrean esta consecuencia, el efecto sobre las defensas es todavía mayor. En ese sentido, están más presas de enfermar gravemente de cualquier infección y de que las vacunas no tengan un efecto tan favorable y requieran mayor dosificación.
Como metáfora, la inmunidad no es como un interruptor de encendido o apagado en el que se tiene inmunidad total o no se tiene, más bien es como un dimmer, que se va haciendo más tenue. Pero en las personas mayores, la luz con ese dimmer se disipa más rápido, en quienes son mayores y tienen condiciones subyacentes para el sistema de defensas el dimmer se oscurece aún más rápido.
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Protegernos para cuidar al desprotegido
Sí existen formas de proteger a las personas en estas condiciones. Conforme más personas haya vacunadas en una comunidad, estas protegerán a quienes levantan anticuerpos después de inocularse, pero no los suficientes.
La infectóloga y especialista en vacunas María Luisa Ávila recordó que en estos pacientes esta situación se da con cualquier vacuna. Por ello, una de las estrategias consiste en vacunar a quienes están alrededor de la persona para que ellos lo protejan.
“Se conoce como estrategia capullo, hacemos un capullo alrededor de esta persona para darle protección a través de quienes sí están vacunados. Se reducen sus posibilidades de contagio”, recalcó.
El especialista mexicano en vacunología Rodrigo Romero es de la misma opinión: “cuando nos vacunamos no solo debemos pensar en nuestro beneficio individual, también estamos construyendo protección para quienes no pueden construirla por sí mismos. Entre más personas se vacunen más se beneficiarán los más vulnerables”.
“Además, las personas vacunadas son infecciosas por menos tiempo así que, en caso de que estemos infectados y no lo sepamos nuestro riesgo de infectarlo sería durante menos días y, los días que podemos infectar lo haríamos con menor riesgo también”, agregó.
Otra forma de cuidar a estas personas es utilizando mascarillas cuando estemos con ellos, de esta forma, si somos portadores del virus y no lo sabemos, minimizaremos el riesgo de infectarlo.
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