El cáncer de mama continúa siendo el tumor más mortal entre las mujeres costarricenses. Datos de Vigilancia de la Salud del Ministerio de Salud divulgados este lunes, confirman que en 2020 fallecieron 427 mujeres por esta causa; se trata del 16% de todos los decesos femeninos por cáncer.
Las muertes por este tumor han aumentado en los últimos años: en 2018 fueron 349, en 2019, 372 y en 2020 427. El 56% de los fallecimientos se dieron en personas entre los 30 y los 69 años, lo que se considera mortalidad prematura (pues de da antes de los 70 años).
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Las tres provincias con mayor mortalidad en 2020 fueron Heredia, con 20 muertes por cada 10.000 mujeres, seguida de San José, con 19 y de Alajuela, con 15.
Durante el 2016 (año más reciente para el cual hay datos) se detectaron 1.337 casos, lo que representa cuatro mujeres recibiendo su diagnóstico al día.
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El autoexamen no es suficiente
Durante años, por parte de profesionales de la salud y de empresas que hacían “propaganda rosa” fue “hágase el autoexamen todos los meses para detectar a tiempo cualquier cambio o bulto en sus mamas”.
Hoy, la historia es muy diferente. Aunque esta práctica no se desaconseja, especialistas e investigadores en el tema indican que dejó de ser suficiente para lograr una detección temprana de este tipo de tumor y así ofrecer un tratamiento oportuno.
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“No estamos diciendo que no se haga. El autoconocimiento es muy importante y nos permite detectar cambios. Es un llamado a saber que hay otras opciones también”, destacó en una entrevista anterior Lidieth Carballo, asesora de temas de salud de la mujer para la Gerencia Médica de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS).
¿Por qué el autoexamen es insuficiente? Son varias las razones. Por un lado, porque, por más autoconocimiento que tengamos de esta parte del cuerpo, las mujeres no tienen la habilidad de palpar cosas que un profesional en salud sí puede sentir. Por otro lado, hay exámenes como ultrasonidos y mamografías que detectan anomalías más pequeñas que las que pueden descubrir las manos.
Además, ya para cuando algo puede palparse es porque el tumor o anomalía ya ha crecido lo suficiente y la idea es detectar lo más pronto una irregularidad.
El epidemiólogo Roy Wong, investigador de la CCSS, coincidió con Carballo: “debemos de cambiar el paradigma del autoexamen y pasar al de autoconocimiento, pero no solo de mamas, de todo el cuerpo. Debemos autoconocer nuestra piel, los lunares que cambian, debemos conocer cómo se comporta nuestro organismo para saber cuándo hay algo extraño”.
“No podemos decir, ya por autoexaminarme observé que no tenía nada y no tengo nada más que hacer”, añadió.
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¿Qué hacer?
De acuerdo con Carballo es vital conocer muy bien las mamas, pero no solo buscar bultos, hay otras señales que deben llamar la atención de la persona como la llamada “piel de naranja” (cuando se ven muchos “huequitos” en la piel, como la cáscara de una naranja) o si hay mucho dolor, comezón o manchas en las mamas.
Pero más allá de eso, Wong recalca en que una vez al año se debería ir por un examen de mamas para que un profesional de salud palpe los senos y detecte si hay posibles anomalías.
“Esto se puede hacer en cualquier clínica o Ebáis. No tiene que ser un senólogo o ginecólogo oncólogo, esas personas ya atienden los casos más especializados. Pero para hacer exámenes de senos hay médicos generales y profesionales en enfermería muy capacitados”, destacó Wong.
Si una mujer no tiene antecedentes familiares de este cáncer posiblemente no necesite mayores revisiones antes de los 40 años. Si los tuviera, es probable que le recomienden un ultrasonido cada dos años.
“La mamografía a estas edades más jóvenes no es recomendable porque el tejido mamario es más denso y no permitiría un buen análisis”, explicó Wong.
Al llegar a los 40 años se presenta lo que se llama un “terreno gris”, dado que, a nivel mundial, no se tiene un consenso de a cuál edad comenzar con mamografías. ¿Qué hacer? Lo mejor es consultar con un médico que le guíe en su caso particular.
A partir de los 50 años, se recomienda una mamografía cada dos años, pero, si se detectaran cambios, es posible que el médico le aconseje a la paciente hacerla una vez al año o incluso una vez cada seis meses.
También deben saberse factores de riesgo que incrementan la posibilidad de sufrir este tumor y con base en eso tomar decisiones. Dentro de estos factores están el fumado, la inactividad física o el sedentarismo, y otros aspectos que también podrían influir, como el no tener hijos y el no haber dado lactancia materna.
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