Melania Campos tiene 45 años. En los últimos tres años ha tomado decisiones muy fuertes que pocas mujeres tomarían, como extirparse ambas mamas y solicitar que le remuevan los ovarios y las trompas de falopio.
No es una decisión antojadiza. Ella es una de las pocas mujeres en Costa Rica con una mutación en un gen llamado PALB2. Irónicamente este gen más bien es considerado un supresor de cáncer. Si funciona apropiadamente, ayuda a prevenir el cáncer, al controlar el crecimiento y la división de las células. Pero en quienes nacieron con mutaciones en este gen no tienen esta protección, por lo que hay mayor riesgo de que las células pueden crecer y dividirse descontroladamente y generen cáncer.
Datos del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos (NCI, por sus siglas en inglés) señalan que el 12% de las mujeres de la población general desarrollarán cáncer de mama en su vida, si se tiene el PALB2 mutado los tumores mamarios se ven entre el 41% y 60% de las mujeres. El riesgo de cáncer de ovario podría quintuplicarse si se compara con la población general. También hay más riesgo de cáncer de páncreas.
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La vida de Campos cambió en mayo de 2018, cuando, cercana a cumplir 42 años, sintió un bulto en la mama izquierda. Llamó a una prima médica, ella le preguntó por su última mamografía. Había sido a finales del año anterior. La prima recomendó un ultrasonido, ahí mismo le indicaron una biopsia. Con esta llegó la noticia del cáncer.
Otra de sus primas, también doctora, le recordó que ella era muy joven y que no era el único caso en la familia de un tumor mamario antes de los 45 años. Allí fue donde le aconsejaron una prueba genética. Para 2018 esta prueba no se ofrecía en la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS). Recurrió a un laboratorio privado que envió los análisis a Estados Unidos.
Para cuando recibió la noticia ya estaba en tratamiento de cáncer y había pedido remover su mama izquierda. Con el resultado del examen pidió remover la otra.
“Cuando me hicieron la mastectomía ahí mismo me pusieron expansores para reconstrucción mamaria. La CCS se encargó de ponerme mis implantes. Mucha gente cree que la CCSS no coloca implantes a quienes tienen cáncer, pero sí, a mí me las pusieron en el Calderón Guardia”, manifestó.
Luego de la mastectomía pasó por seis meses de quimioterapia. Durante ese tiempo siguió haciendo lo que le gustaba: pintar, bailar, hacer ejercicio, salir a caminar y andar en moto.
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La misma Melania
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A mediados de julio, Campos y el especialista en oncología genética Géiner Jiménez llegaron a la conclusión de que ya había llegado el momento de remover ovarios y trompas de falopio. Solo está a la espera de fecha de cirugía.
“Ya con 45 años y con un proceso de menopausia inducida por medicamento se justifica remover estas partes. Al tener este diagnóstico genético y que ya hay estudios que aumentan el riesgo de ovarios, era el momento para hacerlo”, aseguró.
“Es prevenir, ir un poco adelante, remover el tejido antes de que se desarrolle el cáncer. Así me evito otros procesos de quimioterapia y radioterapia. No habría tejido para que el cáncer crezca”, añadió esta vecina de Barrio Córdoba.
El cáncer de ovario es más silencioso. Aunque se hace pruebas de antígeno y ultrasonidos frecuentemente, prefiere ir a la segura.
“Yo, Melania, con o sin mamas voy a seguir siendo Melania. Y si para seguir estando con mi familia y amigos y disfrutando de la vida debo estar sin mamas, lo hago. Y si para ahorrarme quimioterapia y radioterapia debo quitarme los ovarios y las trompas, lo hago”, detalló.
En familia
Con resultados genéticos en mano, el Calderón Guardia llamó a los padres y hermanos de Melania para hacerse la prueba. Resultó que la tía que tuvo cáncer joven no portaba esa mutación, ella más bien era del otro lado de la familia, en donde esa mutación no se encontraba.
Uno de sus progenitores sí resultó portador del gen. Eso hizo que se estudiara a los tíos y primos de esa rama familiar.
“Gracias a Dios todas las primas salieron negativas. Los pocos positivos fueron hombres. Esa es una gran ventaja, porque este gen es mucho más riesgoso para las mujeres que para los hombres, el riesgo de cáncer para los hombres es muy bajo. Y quienes salimos con hijos positivos, todos tenemos hombres. Eso es una gran ventaja”, manifestó.
“La genética es al azar, es como echar los papelitos de una rifa. A mí me tocó esa rifa, pero es una maravilla saber que mis primas no se la pegaron. Y tengo claro que no hay forma de escoger esos genes, la genética hereda cosas maravillosas y otras no tan buenas, pero no hay forma de cambiarlo”, dijo.
Campos rescató que tener esta información genética es sumamente valioso, porque les permite tener más información para cuidar más su salud, en cuanto a revisiones médicas y a estilo de vida.
“No sabemos cuánto tiempo vamos a estar acá, y por eso no solo tenemos que cuidarnos, también asegurarnos de que todos los demás estén muy bien. Es también volver a lo que nos gusta. Yo puedo decir que después de este proceso solo cosas buenas han pasado”, concluyó.
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