“Cuando uno tiene cáncer de mama, los doctores se preocupan mucho por la parte física y eso está muy bien, pero uno queda muy abandonado en la parte emocional. Para muchas personas es carísimo pagar por una asistencia de este tipo”.
Con esa mentalidad, Katherine Murillo decidió formar una fundación orientada a dar apoyo psicológico y mejorar la calidad de vida de todas las costarricenses que reciben un diagnóstico de un tumor de seno.
Esta idea nació de su propia experiencia. A sus 45 años, ha tenido que enfrentar dos veces a este enemigo, en el 2011 y luego, el año pasado (aún está en control). Asegura que, más allá de la enfermedad, lo más difícil fue no contar con el apoyo emocional de un profesional que la acompañara.
“Hay gente que vive situaciones económicas muy duras en las que si acaso tiene con qué comer. Entonces, la parte emocional se hace peor. Mientras el cuerpo enfrenta los efectos secundarios de la quimioterapia, uno vive la tristeza, la propia y la de la familia. La angustia crece cuando se revisan los precios de los servicios psicológicos. Es cierto que hay grupos de apoyo, pero a veces uno necesita algo más fuerte”, relató.
Hace pocos meses, al conversar con un médico, Murillo llegó a la conclusión de que podía hacer algo para mejorar ese panorama. Así cobró vida la fundación “Alma Fuerte”. Hoy, esta organización cuenta con tres psicooncólogas que brindan apoyo profesional a quienes lo requieran.
Productos especiales. La idea de Murillo fue más allá. Para no depender exclusivamente de donaciones, ideó productos útiles para las pacientes con cáncer.
Ella los diseña tomando en cuenta su experiencia sobre necesidades de estas pacientes y otras personas los confeccionan.
“Uno no sabe a lo que va cuando comienza un tratamiento, no todos los cuerpos reaccionan igual, no todas las personas tienen la misma actitud. Yo juraba que la ‘quimio’ no era para tanto. La primera vez, incluso, me estaba preparando para irme de gira a Guanacaste, pero me comencé a sentir tan mal que pasé tres días sin moverme”, recordó.
Dentro de sus productos destaca un kit con todo lo necesario para hacerle frente a las sesiones: una botella para agua, una cobija y medias (por si el aire acondicionado está muy frío).
También ofrece gorritos hechos con una tela muy fresca, así como pijamas y blusas pensadas para que, después de una mastectomía, la mujer no tenga problemas al vestirse. Por ejemplo, tienen velcro en vez de botones.
Los precios de estos productos varían entre los ¢3.000 y ¢10.000.
Cáncer de impacto. Los tumores de seno son el cáncer más común y el más mortal entre las mujeres costarricenses.
Cada año, 1.000 ticas desarrollan este mal y unas 280 mueren. Esto representa el 17% del total de muertes por cáncer en el país.
Asimismo, en Costa Rica se pierden 22 años de vida de forma prematura por esta enfermedad; este dato se obtiene al comparar la esperanza de vida al nacer para las mujeres (81 años), con la edad en la que fallecen, en promedio, las pacientes con este padecimiento. Costa Rica presenta un patrón similar al de países desarrollados, con pocos fallecimientos entre jóvenes. Aunque hay decesos en mujeres de 20 y 30 años, el 81% de las pacientes está en el grupo de más de 50 años. La mayoría de los casos ocurre en mujeres entre los 45 y los 60 años. Cuanto más temprano se detecte el cáncer, mayores son las probabilidades de supervivencia.
Otras opciones. Al igual que Alma Fuerte, otras asociaciones ayudan a mujeres con cáncer de mama. Una de ellas es la Fundación Nacional de Solidaridad contra el Cáncer de Mama (Fundeso), que tiene varias décadas de brindar asesoría, grupos de apoyo y productos para mujeres que padecen de este cáncer.
La Fundación Ana Ross también trabaja en este campo. Dentro de sus acciones está recibir donaciones de cabello para hacer pelucas. Asimismo, organiza caminatas para crear conciencia y brinda asistencia psicológica.