Sebastián Lipina comenzó a estudiar la pobreza y su impacto en el desarrollo cerebral de los niños por una herencia que le dejaron su padre y abuelo.
Su papá era médico y se dedicó a ayudar a mejorar la salud y calidad de vida de las personas más pobres y en contextos urbanomarginales en Argentina. Años antes, su abuelo, llegó como inmigrante, y, luego de trabajar para conseguir que su familia tuviera lo necesario, se puso a hacer algo por la comunidad y construyó una escuela, una sinagoga y otros servicios.
"El mensaje que me dejaron fue claro: una vez que tienes lo tuyo y lo de tu familia resuelto, hay que ayudar a los demás, a quienes más lo necesitan. Así fue como comencé a ver cómo podía colaborar con esta población", enfatizó.
Por esta razón, se dio a la tarea de investigar cómo puede impactar la pobreza en el desarrollo infantil y qué puede hacerse para mitigar los eventuales efectos.
Para él, este esfuerzo debe realizarse durante toda la etapa de formación del menor y no solo durante los primeros mil días de nacido, que muchas instituciones y especialistas califican como una etapa crítica.
"¿Qué pasa si le damos todo al niño los primeros mil días de vida y al día 1.001 le damos la espalda y no lo volvemos a ver más? Probablemente echemos por la borda mucho del trabajo realizado", puntualizó Lupina.
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Él es doctor en psicología, neurocientífico y director de la Unidad de Neurobiología Aplicada del Consejo Nacional de Investigación (CEMIC-CONICET) de Argentina. Se encuentra en Costa Rica para participar del IV Congreso Iberoamericano de Pedagogía (CIP) que se efectúa esta semana en el Hotel Radisson en San José.
La Nación conversó con él posterior a la inauguración del evento. A continuación, un extracto de la entrevista.
¿Por qué el contexto es tan importante cuando hablamos acerca del desarrollo del cerebro humano?
Porque no existe vivir sin contexto. Nacemos, el Homo sapiens nace con un nivel de inmadurez tal que necesitamos de los demás para las funciones más básicas: requerimos que nos alimenten, que nos vistan, que nos cuiden si estamos enfermos, pero también que nos mimen, que nos protejan, que nos den palabras, que nos acaricien y que nos enseñen cómo vivir, lo necesitamos para incorporarnos a la especie.
"En todo eso los adultos juegan un rol importante, pero también toda la sociedad. No solo los padres, igual pasa con los hermanos, tíos, abuelos, los médicos a los que se acude, los grupos comunales, las iglesias, todo este ente tan complejo es parte de ese contexto que ayuda al modelaje del cerebro.
"Es en contexto donde el sistema nervioso se desarrolla y comienza a jugar un rol".
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¿Cómo se da esa evolución cerebral en medio de los contextos a los que nos vemos expuestos?
No hablemos solamente del cerebro. El cerebro es solo una parte del sistema nervioso. Por eso yo hablo de neurales: esa palabra es relativa a todo el sistema nervioso, desde el nivel molecular.
"El sistema nervioso central del ser humano tiene distintas formas de plasticidad. La plasticidad es el conjunto de cambios que se producen en los componentes y conexiones del sistema nervioso.
"Una es la llamada expectante de la experiencia. ¿Qué significa esto? Que cualquier persona necesita, para poder ser miembro de la especie, que haya, desde el primer día de vida, personas significativas que nos den esos nutrientes básicos con los cuales el sistema nervioso se va conformando.
"Una vez que se es miembro de la especie, se pone en juego otro tipo de plasticidad y ahí es donde entra más el contexto social y cuántas carencias tengo a mi alrededor".
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¿Cómo influye la pobreza o las carencias básicas en la infancia?
La pobreza es un fenómeno muy complejo. Hay carencias materiales, emocionales y simbólicas, pero por su misma complejidad no hay dos familias pobres iguales, no todas tienen exactamente las mismas carencias tanto de recursos económicos, como de recursos humanos y sociales.
"Si yo tengo un nivel de deprivación cultural extremo en el inicio de la vida voy a tener muchos problemas de organización cerebral que se van a manifestar a nivel conductual y a nivel social como incompatibles con la vida social humana.
"Una madre en pobreza sí se preocupa por sus hijos, sí es consciente de la importancia de la salud de su bebé. Pero también la salud debe ir a los barrios, a los centros comunales. Algunas mujeres no tienen cómo ir a los centros de salud porque no tienen cómo pagar el pasaje de un camión".
¿Entonces, tampoco podemos afirmar categóricamente que la pobreza es causante de problemas en el desarrollo cerebral o neuronal, ni decir que todo bebé que nace en pobreza está condenado a una menor evolución del sistema nervioso?
Completamente de acuerdo porque la evidencia científica que nosotros manejamos nos dice que no necesariamente es así.
"La pobreza es una manera. Son carencias, privaciones, materiales y simbólicas que se dan de manera diferente en distintos contextos.
"Hay varios factores de riesgo que pueden exponer más al niño que otros y estos riesgos se presentan en distintos momentos, algunos están desde el vientre materno, otros en los primeros días de nacido, otros ya más avanzado el desarrollo.
"Dentro de los riesgos de la pobreza está el hacinamiento, si un niño no tiene espacio para gatear, para intentar aprender a caminar va a ser más difícil. Otro peligro es que un niño de dos o tres años no tenga para comer.
"Pero hay otras cosas que pueden afectar más o menos a quienes viven en pobreza. Una de ellas es cuánta facilidad tenga ese niño para adaptarse a esas adversidades y cambios que hay en el ambiente. Las circunstancias de la vida nos afectan a todos de forma distinta.
"Otro factor es los niveles de adversidad. La pobreza nunca viene sola. A veces viene acompañada de violencia, otras veces con problemas de acceso a servicios básicos.
"Y lo último es la cantidad de años que se está expuesto a la pobreza. No es lo mismo estar privado en los primeros dos años que de los tres a los cuatro años, o por cuánto tiempo estuviste.
"Esos factores van interactuando. Ahora, cuanto más temprano en la vida, más carencias y menos facilidades tenga el menor, te pone en un lugar en donde cualquier intervención que busque aminorar los efectos va a requerir de más esfuerzos.
"Si tenés muchas carencias y estás en un lugar donde no te cuidan, no te alimentan, no te hablan, el riesgo será muy grande. Pero esto casi nunca sucede, la mayoría de familias en pobreza sí dan amor a sus niños, se acompañan, se cuidan, se come lo que hay, pero se come, se juega con lo que hay".
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Pero también hay factores de protección, ¿cierto?
¡Claro! Si hablamos de factores de riesgo también hay factores de protección. Son dos caras de una misma realidad. La buena nutrición es un factor de protección.
"Pero sabemos aún poco del rol de la nutrición. Por ejemplo, sí sabemos que el hierro es vital en los primeros 18 meses. Si después de ese período quisieras recuperar a alguien con carencia de hierro es más difícil. No imposible, pero sí es más difícil. Por eso se receta hierro desde el embarazo.
"El problema es que se ha creído que todos los nutrientes funcionan igual que el hierro y no sabemos si es así".
¿Y en este contexto la sociedad como un todo tiene su rol?
Por eso las políticas públicas son tan necesarias, porque son parte de ese contexto y tienen que protegerlo.
"Los medios de comunicación también son parte de ese contexto. Si vos, como comunicadora, reproducís un mito, un neuromito, como decir que los primeros años de la vida son determinantes para la productividad adulta, no hay evidencia. No es posible sacar una afirmación lineal: si sos pobre, te va a pasar esto".
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Resaltando esos primeros años, los famosos mil días de los que tanto se hablan, ¿son tan vitales entonces?
Yo no estoy diciendo que no sean importantes, lo son. Se confunde crítico con sensible, como si lo que no hicieras en ese momento, después ya no pudieras hacer nada más. Y en realidad, la investigación en psicología, en pedagogía y en neurociencia no es cierto.
"Nosotros hemos hecho intervenciones en nuestro laboratorio con niños después de los cuatro años, con sus papás y maestros. Ellos ya superan los mil días de vida. Y lo que hemos visto es que hay una gran movilidad de los recursos neurales. La plasticidad está esperando que los adultos hagamos algo.
"A medida que pasa el tiempo para cambiar sí es más difícil, no imposible. La plasticidad va disminuyendo, pero no desaparece.
"Los primeros mil días son importantes, pero no se cierra el portillo. Si quisiéramos hacer buenas políticas públicas, hablemos de 6.000 días, para cubrir unos 17 años.
¿Por qué son tan importantes las políticas públicas?
La ciencia no lo resuelve todo. Podemos dar los datos, aportar la evidencia y derribar mitos, pero la acción es necesaria desde políticas públicas para poder permitir a los niños y jóvenes desarrollarse, para hablar con las familias en pobreza y en exclusión social y ayudar a mitigar factores de riesgo.
"Por eso es que somos importantes todos: científicos, políticos, padres y madres, tíos, abuelos, docentes, médicos, líderes comunales y religiosos, somos los constructores de ese contexto y las políticas públicas deben protegerlo.
"Nuestro equipo de científicos trabaja de la mano con los políticos".
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¿Qué sucede con quienes no viven una pobreza de carencias materiales pero sí tienen pobreza de amor y cuidado?
Cualquier carencia, para cualquier individuo vale lo mismo.
"La falta de amor y de atención sí son carencias, y sí podrían tener su impacto, pero los niños que nacen en familias con mayores recursos tienen necesidades básicas más llenas. Ellos tienen qué comer, tienen vestido, tienen más herramientas. Hasta tienen más recursos afectivos, muchos tienen a una nana o a empleados de sus padres que les brindan amor y cariño.
"La pobreza afecta más el cerebro que la riqueza en ausencia de afecto.
"Solo el caso de la violencia, sexual o física, 'pega' igual en cualquier condición".
Finalmente, ¿cómo proteger a nuestros niños en pobreza?
Entendiendo que es un trabajo de todos. La ciencia pone su cuota, todos como sociedad debemos ponerla, y los políticos también.
"Insisto, se tiene que trabajar no solo en la primera infancia, los primeros mil días son importantes, pero no podemos quedarnos solo con esto. Hay que seguirlos acompañando durante más tiempo".
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